Lorca permanece
Bodas de sangre fue, primero, un suceso; el de la mujer escapada el d¨ªa de su boda con el antiguo novio, y la muerte de los dos hombres. Como La casa de Bernarda Alba. El teatro se hac¨ªa sobre lo que ocurr¨ªa; con la cr¨ªtica del tiempo presente, la cr¨®nica narrada y la fuerza de cada autor. Parec¨ªa interesar el desarrollo de Espa?a y su profundidad, lo accesorio y lo transformable.Esta obra de Lorca es seca, justa en la primera parte; l¨ªrica en la tragedia. Vista anoche, con todo lo que sabemos despu¨¦s, y todo lo transcurrido, es sobre todo un grito contra la violencia, contra la muerte del hombre por el hombre; y contra las armas y el crimen; y es una cr¨ªtica del sentido del honor -o de la honradez- y la barbarie que conlleva.
Bodas de sangre
Bodas de sangre, de Federico Garc¨ªa Lorca. Int¨¦rpretes, Mar¨ªa Alfonsa Rosso, Eva Morillo, Maica Barroso, Amparo Mar¨ªn, Juli¨¢n Ternero, Jos¨¦ Manuel Seda, Juan Fern¨¢ndez, Ana Malaver, Gloria L¨®pez, Charo S¨¢nchez, Lola Manzano, Carmen Mor¨®n, Mercedes G. Bernal, Ignacio de la Torre, Manolo Solo, Jes¨²s Lucena. Espacio esc¨¦nico y direcci¨®n, Ariel Garc¨ªa Vald¨¦s. Centro Andaluz de Teatro. Mar¨ªa Guerrero, 5 de enero
Es, tambi¨¦n, como todo el teatro de Federico Garc¨ªa Lorca, una obra de mujeres. Del dolor de su destino -en los pueblos espa?oles- y de la grandeza de su esencia. M¨¢s que la novia llevada y del doble juego de su voluntad, el personaje es la madre del novio burlado y muerto, con su peso de sangre antigua: el marido, los hijos, hasta llegar a la soledad y la clausura.
Es ella la que, pr¨¢cticamente, absuelve al final a la que llega a su puerta para pedir la muerte, que est¨¢ en la l¨®gica de la tragedia, pero que no ha de producirse. Y lo mismo da, a la que tendr¨ªa que vengarse, que tenga o no la mujer su honra o su cuerpo limpios. No es ese su sentido. El dato de su desgracia es otro, y est¨¢ fuera de las medidas cl¨¢sicas.
Lenguaje
El pensamiento de Lorca, la dimensi¨®n social, humana y pol¨ªtica del mundo en que naci¨® y vivi¨®, y las razones por las cuales se le dio la muerte, quiz¨¢s se haya tratado menos que su lenguaje -una belleza que no cesa en toda su vida-, que su penetraci¨®n surrealista o instintiva. Quiz¨¢ una serie de circunstancias en torno a su muerte y su posmuerte han preferido dejar a un lado ese compromiso que tuvo siempre; y una forma de seguirle matando es negar ese compromiso y dejarle en el arte puro o la l¨ªrica inmaterial.Tanto se ha escrito que es pedante ahora, para esta circunstancia y este espacio, hacer ninguna clase de ensayismo: solo unas notas para estimular, si es necesario, a los espectadores posibles, y instarles a que no pongan demasiados reparos a una representaci¨®n donde la virtualidad del lenguaje de Lorca no est¨¢ bien dicha; donde hay algunos modelos de interpretaci¨®n, como el de la madre, Mar¨ªa Alfonsa Rosso, y otros de lo que realmente no deber¨ªa nunca verse en un escenario; y donde el conjunto no trabaja.
El director, Ariel Garc¨ªa Vald¨¦s, imagina -en el programa- que Lorca le ha animado a "trastornarle" o a traicionarle "honestamente y con amor": no hay raz¨®n para dudar del amor y de la honestidad, pero el espect¨¢culo no arranca visiones nuevas de la gran obra. Tampoco las empa?a: Lorca. sobrevive, permanece, y es lo que se aplaude al final.
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