Garz¨®n y Vera
TAL VEZ el juez Garz¨®n pueda ahora descubrir desde dentro del aparato estatal las inc¨®gnitas que no logr¨® despejar cuando investigaba los desag¨¹es del mismo. Su incorporaci¨®n al frente de la Delegaci¨®n del Plan Nacional sobre Drogas y la salida de Rafael Vera, director de la Seguridad del Estado desde 1982, son las novedades m¨¢s llamativas del nuevo organigrama directivo del Ministerio del Interior.No se sabe si hubo alg¨²n compromiso concreto por parte de Felipe Gonz¨¢lez para conseguir la incorporaci¨®n de Baltasar Garz¨®n a las listas socialistas, pero s¨ª que el famoso juez qued¨® desconcertado al o¨ªr por televisi¨®n -en el primer debate Aznar-Gonz¨¢lez- que se pensaba en ¨¦l para presidir una comisi¨®n de investigaci¨®n sobre la financiaci¨®n de los partidos pol¨ªticos. Su posterior nombramiento como delegado del Plan Nacional contra la Droga, adscrito al Ministerio de Asuntos Sociales, lo convirti¨® en un general sin tropa: el entonces ministro del Interior rechaz¨® su petici¨®n de competencias directas en la coordinaci¨®n policial para la lucha contra el narcotr¨¢fico. La divergencia se ha resuelto pasando esa delegaci¨®n al Ministerio del Interior. De hecho, Garz¨®n se convierte, con la salida de Vera, en el n¨²mero 2 del ministerio.
Pero es posible que su incorporaci¨®n anuncie cambios m¨¢s profundos en la estrategia contra el narcotr¨¢fico y la delincuencia organizada en general. Por una parte, esa estrategia tiene que ser cada vez m¨¢s internacional, siendo decisiva para su eficacia -en tanto no exista una polic¨ªa europea propiamente dicha- la m¨¢s amplia coordinaci¨®n de los diferentes servicios. Por otra, Garz¨®n lleva alg¨²n tiempo defendiendo la necesidad de adaptar la legislaci¨®n a las nuevas formas de criminalidad organizada, que requieren t¨¦cnicas policiales m¨¢s sofisticadas: infiltraci¨®n, protecci¨®n del anonimato de testigos y arrepentidos, etc¨¦tera.
Rafael Vera ha representado durante 11 a?os la continuidad de la pol¨ªtica de seguridad de los sucesivos Gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez. Ha sido, sobre todo, el gran especialista en temas de terrorismo. El car¨¢cter especialmente delicado de esa responsabilidad y la informaci¨®n que iba acumulando lo hicieron poco menos que indispensable, primero como director y luego como secretario de Estado para la Seguridad. La experiencia acumulada ha sido valiosa para el departamento, pero es posible que su larga permanencia en el cargo haya influido en el mantenimiento de algunas inercias. En materia de personal, por una parte, en la medida que su presencia avalaba la continuidad de funcionarios de impresentable trayectoria. Pero tambi¨¦n de ciertas inercias en materia de estrategia policial.
Por ejemplo, en materia antiterrorista. Vera apost¨® por combinar la eficacia policial en la detenci¨®n de los activistas con el mantenimiento de cauces de di¨¢logo con sus jefes. En 1982, cuando el PSOE lleg¨® al poder, esa v¨ªa acababa de producir el efecto de la disoluci¨®n de ETA Pol¨ªtico-militar. Era l¨®gico explorar las posibilidades de aplicarla, con las variantes que fueran precisas, a la ¨²nica ETA que sigui¨® actuando. Cuando, ahora hace cinco a?os, se realiz¨® el ensayo de Argel, las posibilidades de esa v¨ªa eran ya escasas. La experiencia result¨®, en todo caso, concluyente: ETA no estaba dispuesta a cuestionar su existencia y conceb¨ªa la negociaci¨®n como una forma de dar una perspectiva a sus atentados: se mata para forzar la negociaci¨®n, y si no se aceptan sus condiciones, se redobla la ofensiva, en un proceso sin fin.
Pese a ello, Vera ha seguido manteniendo abierta esa v¨ªa, con el argumento de que se trataba de contactos destinados a sondear al enemigo. Dando por descontada su excelente intenci¨®n, el balance no avala tales iniciativas. Como explica en un reciente libro Kepa Aulestia, secretario general de Euskadiko Ezkerra entre 1985 y 1991, "durante un periodo relativamente largo de tiempo, todo, acercamiento, real o presunto, de esferas gubernamentales a ETA era respondido con un atentado". Y ello porque, para el radicalismo violento, la perspectiva de una negociaci¨®n es desde hace a?os "su ¨²nico elemento de movilizaci¨®n y cohesi¨®n".
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