Mundo subterr¨¢neo
CASI DE repente, el ciudadano espa?ol ha advertido la existencia de una importante colonia china en Espa?a. El aviso, tr¨¢gico, ha sido el asesinato de cinco inmigrantes chinos en Gand¨ªa el pasado d¨ªa 2 de enero. Pero, desde hace a?os, la polic¨ªa registra un creciente n¨²mero de cr¨ªmenes que protagonizan ciudadanos de aquel pa¨ªs, como v¨ªctimas y como verdugos. El aislamiento autoimpuesto de gran parte de la comunidad china afincada en Espa?a y el hecho de que la mayor¨ªa de asesinatos hayan quedado como aparentes asuntos de familia han frenado injustificadamente la alarma social sobre estos sanguinarios y repetidos acontecimientos. Estamos ante una importante trama de mafiosos chinos que opera contra sus propios compatriotas, a quienes mantiene en la ilegalidad para explotarlos laboralmente, extorsionarlos y mercadear con sus pasaportes y vidas.La polic¨ªa tiene que reprimir a estos sindicatos del crimen antes de que adquieran m¨¢s fuerza y arraigo en nuestro pa¨ªs. Clave para ello es el control del origen de su t¨¦trico negocio: la inmigraci¨®n ilegal. La polic¨ªa debe poder contar con la colaboraci¨®n leal de las autoridades diplom¨¢ticas chinas, que adolecen de una inexplicable lentitud para documentar a sus paisanos pendientes de expulsi¨®n, con las subsiguientes dificultades para aplicar la Ley de Extranjer¨ªa. Contrasta esa parsimonia burocr¨¢tica con la diligencia probada de esas autoridades diplom¨¢ticas cuando se trata de procesos de regularizaci¨®n. No puede excluirse la connivencia de alg¨²n funcionario consular o municipal espa?ol que pueda haber entrado en el negocio de la compraventa de documentaci¨®n.
Conseguir un censo fiable de residentes chinos en Espa?a es una cuesti¨®n b¨¢sica para solucionar el problema. Hay demasiadas casualidades agridulces en esta colonia. En los ¨²ltimos ocho a?os, m¨¢s de quinientos chinos han extraviado su pasaporte -hecho que tiene un abultado reflejo en los anuncios breves en una sospechosa racha de mala suerte. La estad¨ªstica ofrece otros motivos de preocupaci¨®n. Entre 1988 y 1992, en Madrid, s¨®lo se hab¨ªa registrado el fallecimiento de ocho chinos (dos muertes al a?o) en una colonia de unas tres mil personas; en 1993, la mortalidad subi¨® de golpe a nueve s¨®lo en aquel a?o. Un in cremento que coincide con la mayor vigilancia poli cial. Todo indica que antes se ocultaron defunciones para la reutilizaci¨®n de las documentaciones de los fallecidos.
En noviembre pasado, la polic¨ªa detuvo a 48 chinos en Barcelona. Tres de ellos controlaban el trabajo ilegal del resto, hacinados en tugurios ocultos en la rebotica de varios restaurantes y sometidos a interminables jornadas laborales en el ramo de la costura textil. Son esclavos de una red mafiosa a la que deben el pago de su entrada ilegal en Espa?a. Estas mafias son conocidas como Tr¨ªadas, en un equ¨ªvoco recuerdo a los grupos secretos y patri¨®ticos que lucharon en el siglo XVII contra los manch¨²es. Extienden su negocio a la extorsi¨®n y el chantaje de compatriotas perfectamente legalizados, a los que obligan a pagar la protecci¨®n a su negocio, de restauraci¨®n en la mayor¨ªa de los casos. El qu¨ªntuple asesinato, adem¨¢s de un horrendo crimen en el que no se excluyen posibles motivos pasionales, puede interpretarse como un mensaje m¨¢s de los mafiosos sobre el sanguinario rigor de su imperio. En algunos pa¨ªses europeos y en EE UU, las mafias chinas son ya hoy una de las primeras amenazas para la seguridad interna. La polic¨ªa habla de inmensas dificultades para combatirlas por su amplia y densa estructura internacional, su implacable ley del silencio y una ins¨®lita disposici¨®n a la violencia y a la crueldad. La evidencia de que Espa?a alberga una organizaci¨®n criminal de este tipo requiere una respuesta efectiva. ?sta pasa por la emergencia de ese mundo subterr¨¢neo donde unos ciudadanos son v¨ªctimas de un sordo terror.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Redes ilegales
- Abandono animales
- Opini¨®n
- Tr¨¢fico inmigrantes
- Inmigrantes asi¨¢ticos
- Residentes legales
- Mafia
- Inmigrantes
- Inmigraci¨®n irregular
- Pol¨ªtica migratoria
- Inmigraci¨®n
- China
- Delitos animales
- Tr¨¢fico personas
- Pol¨ªtica exterior
- Trata de seres humanos
- Asia oriental
- Migraci¨®n
- Delincuencia
- Asia
- Sucesos
- Grupos sociales
- Demograf¨ªa
- Delitos