El prisionero de la Casa Blanca
C¨®mo habr¨¢n cambiado los tiempos que Ram¨®n Mendoza, en las v¨ªsperas de un gran partido, invita a comer a su junta directiva y no a la plantilla. Cabe deducir que las circunstancias obligan a Mendoza a levantar la moral de sus directivos y no la de sus muchachos, dado que nada hay que celebrar. Creer de buena fe que Mendoza busca el respaldo ?le quienes hasta hoy se hab¨ªan abstenido de: rechazar cuantas iniciativas ha emprendido parecer¨ªa una estupidez. No lo es. El Madrid parece haberse vuelto del rev¨¦s y puede que no exista unanimidad precisamente ante la que ser¨ªa la ¨²ltima decisi¨®n del presidente: ponerle fecha al final de su mandato. No es que los directivos discrepen. sobre su dimisi¨®n. Discrepan sobre el c¨®mo y el cu¨¢ndo de su marcha.La crisis que vive el Madrid no tiene parang¨®n. Sirve aplicarle el diagn¨®stico m¨¢s contundente: met¨¢stasis. Las tensiones en su econom¨ªa son tan evidentes que es cada vez m¨¢s estrecho el margen de maniobra y se hace m¨¢s necesaria la cirug¨ªa que el tratamiento. Los ¨¦xitos deportivos son un bien escaso en el contexto de un equipo sin proyecto (el caudal de Benito Floro se ha vertido en la lucha por la supervivencia). La novedad de ¨²ltima hora es el espect¨¢culo de una instituci¨®n sin gobierno, antesala del resquebrajamiento.
El contenido de una reuni¨®n directiva ha dejado de ser un secreto bien guardado. El respeto entre los estamentos se ha perdido. El t¨¦cnico exige conocer el DNI de cuanto directivo habla off the record con los periodistas y critica la gesti¨®n econ¨®mica del presidente. Los jugadores tiran de archivo para poner en cuesti¨®n la capacidad de sus dirigentes y ¨¦stos reclaman multas a diestro y siniestro. Los empleados ya no saben a qui¨¦n deben hacerle la pelota estos d¨ªas y el flamante director general, Chencho Arias, ha probado la amarga medicina del desaire obligado a esperar en un pasillo mientras los directivos comentaban la jugada en la ¨²ltima junta, de la que no se escap¨® (los empleados no deben hacer declaraciones sobre el mal juego del equipo", concluyeron). Como deAa refriega nadie est¨¢ a salvo, los jugadores tambi¨¦n han dedicado palabras al 'pajaritas ".
El todo vale ha dado paso al s¨¢lvese quien pueda en apenas 24 horas, s¨ªntoma indicativo de que se est¨¢ ante un proceso terminal. El problema ya no es que Floro y Hierro no se hablen o que Mendoza no quiera ver en el c¨¦sped a Prosinecki y Floro s¨ª. Es que el tim¨®n se ha roto y en la junta se han consolidado dos partidos de irreconciliables ideolog¨ªas encabezados por cada vicepresidente y cuya raz¨®n social es la sucesi¨®n a Mendoza. Es una consecuencia del silencio, salvo sorpresa de ¨²ltima hora, de Mendoza sobre la elecci¨®n de un del fin y del desgaste de una junta que ha debido superar el escollo de dos dif¨ªciles asambleas de socios simulando uniformidad y respaldo al presidente. Ahora mismo cada decisi¨®n se mide en otros t¨¦rminos y gusta o no seg¨²n la posici¨®n de cada grupo. Tanto es as¨ª que hubo un duro debate sobre la idoneidad de hacer oficial la destituci¨®n del jefe de los servicios m¨¦dicos unas horas antes de que el afectado abriese con el bistur¨ª la rodilla del jugador con m¨¢s futuro: Alfonso.
Para a?adir m¨¢s madera, Mendoza se siente traicionado y decide marcharse, quiz¨¢ la decisi¨®n m¨¢s personal de cuantas haya adoptado. Pero, iron¨ªas del destino, quienes le dejaron hacer y deshacer sin rechistar no le permiten irse a su gusto. Mendoza parec¨ªa ayer prisionero de la Casa Blanca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.