Jap¨®n afronta la negociaci¨®n colectiva con una crispaci¨®n social sin precedentes
Jap¨®n, un pa¨ªs que apenas conoce las huelgas gracias al peculiar y dif¨ªcilmente exportable entendimiento de empresarios y trabajadores, ha comenzado la negociaci¨®n de los convenios con una crispaci¨®n sin precedentes entre los interlocutores sociales. Se anticipa un aumento salarial que no llegar¨¢ al 3%, el m¨¢s bajo de la posguerra, y una ofensiva de los sindicalistas para evitar que se disparen los despidos, algo impensable durante casi cuatro d¨¦cadas.Las conversaciones se han abierto con un claro distanciamiento entre los representantes del sindicato Rengo, con ocho millones de trabajadores, que pide una subida del 5%, y la patronal agrupada en la Federaci¨®n Japonesa de Asociaciones Empresariales (Nikkeiren), empe?ada en la congelaci¨®n salarial o en aumentos m¨ªnimos. Akira Yamagishi, presidente de la confederaci¨®n sindical, calific¨® de "antisocial e irresponsable" la postura de los empresarios y asegur¨® que la ¨²nica manera de sacar la econom¨ªa japonesa de su cr¨ªtica situaci¨®n es expandir la demanda interna mediante la estimulaci¨®n del consumo. La federaci¨®n empresarial esgrime, por su parte, estad¨ªsticas que son sombr¨ªas en un pa¨ªs acostumbrado al pleno empleo.
Takeshi Nagano, presidente de Nikkeiren, argumenta que la relaci¨®n de ofertas de trabajo ha ca¨ªdo hasta un 0,65 por cada solicitante y el desempleo aument¨® hasta situarse en el 2,8%. "Nos tememos que el paro exceder¨¢ este a?o del 3,1%. Nada es m¨¢s importante ahora que defender el puesto de trabajo y la viabilidad de las empresas", dice. Pero no todos los empresarios est¨¢n de acuerdo en cerrarse en banda con una oferta de m¨ªnimos. Algunos, como el presidente de Nissan Motor Co., Yoshifumi Tsuji, advierten que un bloqueo de los sueldos puede provocar una desmotivaci¨®n de los plantillas y, consecuentemente, su bajo rendimiento.
Pero al ser el despido un fen¨®meno nuevo, que se aplica en modalidades progresivamente duras, y al no haber expectativas de crecimiento, el miedo a quedarse en la calle ha prendido entre las plantillas y los analistas estiman que Rengo acabar¨¢ aceptando un 3% de incremento.
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