Teor¨ªa de los imaginarios extremos
Noam Chomsky fue al dentista. El doctor, al examinar al intelectual norteamericano, observ¨® que le rechinaban los dientes. Consultada mistress Chomsky, revel¨® que el rechinar de los dientes no ten¨ªa lugar en las horas de sue?o. ?Cu¨¢ndo, entonces? Tras una exhaustiva investigaci¨®n, se demostr¨® que a Chomsky le casta?eteaban los dientes por las ma?anas, cuando le¨ªa la prensa. Preguntado el ling¨¹ista c¨®mo era posible tal acto reflejo Chomsky suspir¨®, como si viera por adelantado todas las est¨²pidas perversiones de la verdad que estaba condicionado a seguir leyendo durante el resto de su vida, sacudido cada ma?ana por furiosos accesos de reprobaci¨®n.La an¨¦cdota de Chomsky tiene su analog¨ªa aqu¨ª y ahora, en Espa?a y con motivo de la huelga general, pudiendo engrandecerse el asunto de la prensa a algunas tertulias. A la luz de ciertos art¨ªculos publicados y de las proclamas y los discursos de determinados comunicadores, a uno le tintinean los dientes, no s¨¦ si de miedo o de la preocupaci¨®n de tener tanta insensibilidad, al no darse cuenta de que est¨¢bamos en una situaci¨®n prerrevolucionaria. Leyendo o escuchando tales libelos, es sencillo recordar a Georges Sorel, para el que una huelga general debe dinamitar la democracia formal. Pero Sorel era un revolucionario, mientras que los publicistas de hoy son peque?oburgueses.La huelga general ha pasado y ha llegado el tiempo de que se concreten los imaginarios que cada cual se hizo sobre sus consecuencias. El ¨¦xito o el fracaso del paro del 27-E se juega a partir de hoy, no en el hecho de dejar de trabajar 24 horas. El resultado del m¨ªtico 14-D tard¨® m¨¢s de un a?o en conocerse, y el pago de la deuda social fue a plazos. Es muy dif¨ªcil que, a la vista de lo sucedido, el Gobierno retire la reforma laboral, presente otra negociada con el movimiento social y convenza al 90% del poder legislativo de que apoye un texto alternativo.
Alrededor del 27-E se han instalado dos imaginarios opuestos: el de quienes intentaron que la huelga general fuese la segunda vuelta de las elecciones generales del 6 de junio, y que en ella los socialistas mordiesen el polvo; y el de los que han trabajado con la hip¨®tesis de que los sindicatos se diesen un batacazo y en su desprestigio desapareciesen para siempre. En ambos extremos el vencedor siempre es el mismo: la derecha sociol¨®gica, dispuesta a desalojar a los socialistas y a los sindicatos del mismo bofet¨®n.
Veinticuatro horas despu¨¦s, tales imaginarios siguen sin ser tangibles, salvo en el mente de quienes han tratado de distorsionar desde hace semanas la realidad con la im¨¢genes previas del triunfo o frustraci¨®n del contrario. Lo que sigue sin resolverse es la dificultad de generar empleo, de facilitar la entrada al mercado de trabajo de los j¨®venes y de ampliar la base de la poblaci¨®n activa para semejarse a los pa¨ªses de nuestro entorno. En el batiburrillo de la, huelga general ha pasado desapercibido un dato escalofriante: seg¨²n el ¨²ltimo informe del instituto L. R. Klein, de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, el producto interior bruto (PIB) espa?ol necesitar¨ªa crecer a un ritmo del 7,7% durante los pr¨®ximos 10 a?os ?s¨®lo para igualar la tasa de paro de algunos de los pa¨ªses europeos! Esta utop¨ªa ha es tado ausente de la huelga general.
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