Latidos en el viejo museo
Gran exposici¨®n sobre el coraz¨®n sus fallos e impulsos, en el Museo de Historia Natural de Viena
El coraz¨®n, el m¨²sculo que genera los impulsos vitales y determina la existencia, el centro de la conciencia, de las emociones y las sentimientos, para unos; el hogar del alma y el receptor de los mensajes divinos, para otros, es el n¨²cleo de la muestra Los latidos del coraz¨®n en el Museo de Historia Natural de Viena. El antiguo y portentoso edificio de la Ringstrasse ha sido transformado en un cuerpo gigantesco en cuyo centro palpita un coraz¨®n inflable y multicolor de 12 metros de largo por seis de ancho. El sonido constante de los latidos amplificados de un canario (1.000 por minuto), de un ser humano (80 por minuto) y de un elefante (25 por minuto), invaden la muestra como si de tambores r¨ªtmicos se tratara.El color dominante es el rojo sangre, que ti?e cientos de metros de cable que simbolizan las venas y las arterias. Treinta y seis barriles de petr¨®leo pintados con laca de color p¨²rpura, con una capacidad cada uno de 200 litros y dispuestos en forma de pir¨¢mide, representan los 7.200 litros de sangre que el coraz¨®n es capaz de bombear durante un d¨ªa.
La muestra, que se inaugur¨® la pasada semana y estar¨¢ abierta al p¨²blico hasta el 30 de junio, indaga sobre la presencia de la v¨ªscera cardiaca en rituales religiosos y en la cultura popular y repasa la historia de c¨®mo se fueron descubriendo sus mecanismos en la medicina, desde los babilonios hasta las modernas t¨¦cnicas quir¨²rgicas, pasando por Galeno y Servet.
Paneles con gr¨¢ficos muestran que la principal causa de muerte en los pa¨ªses industrializados son los fallos cardio-circulatorios, y ¨¦stos se han triplicado desde 1960. Aterradores t¨²neles rojos muestran la descomposici¨®n paulatina y monstruosa de una arteria gigante, hasta la hora final, cuando se obstruye y deja de fluir la sangre. Las advertencias luminosas de los mayores riesgos, como la obesidad, la hipertensi¨®n, el tabaco y el estr¨¦s, lograron impresionar visiblemente al p¨²blico el d¨ªa de la inauguraci¨®n, que acudi¨® en masa a medirse la presi¨®n arterial, uno de los servicios ofrecidos.
Entre los corazones flotantes de una boa, una tortuga, un oso y un ser humano (280 a 340 gramos de peso el de un hombre y 230 a 280 el de una mujer) conservados en formol, se muestran los rituales paganos y tambi¨¦n los de las religiones monote¨ªstas en tomo al coraz¨®n desde la cocina de las brujas hasta el grito de los sacerdotes aztecas -"los dioses est¨¢n hambrientos"-, que preced¨ªa a cada sacrificio humano en el que se le arrancaba a la v¨ªctima el ¨®rgano palpitante. En Europa, hasta poco antes de la ca¨ªda del imperio austro-h¨²ngaro, los corazones de 54 miembros de la dinast¨ªa de los Ausburgo terminaron en vasijas de plata omamentada que se conservan en la capilla de Loretto, en Viena. Tarjetas, ilustraciones, prendas de vestir, joyas, accesorios, libros, discos y, finalmente, un tronco tra¨ªdo de los bosques de Viena con la primera inscripci¨®n amorosa tallada a cuchillo y M y E se aman, documentan la importancia del coraz¨®n como n s¨ªmbolo del amor en la cultura popular que llega muchas veces al mal gusto, el infantilisno y el rid¨ªculo.
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