Italia, m¨¢s lejos de la transparencia
Las pr¨®ximas elecciones italianas han despertado la l¨®gica esperanza de que, por fin, despu¨¦s de la limpieza realizada por los jueces de un mundo pol¨ªtico corrompido, podr¨¢ tener lugar una confrontaci¨®n clara entre las diversas opciones pol¨ªticas. El sistema mayoritario a la primera vuelta -que empuja a amplias agrupaciones para poder tener una presencia nacional- pod¨ªa, en principio, estimular a que se presentasen al voto ciudadano las tres corrientes (izquierda, centro, derecha) que hegemonizan la pol¨ªtica europea.Pero en la etapa actual de preparaci¨®n de las elecciones surgen dudas muy serias de que la transparencia vaya a ser su nota dominante. La izquierda ha sido la primera en crear una "mesa progresista" en la que figuran el PDS, Refundaci¨®n comunista, los socialistas de Del Turco, los verdes, la Rete y otros grupos laicos y cristianos. La pol¨¦mica suscitada por Ingrao en torno al t¨¦rmino "progresista" (por anular el contenido clasista de los conflictos) se ha apagado enseguida. El propio Ingrao ha abierto en Mil¨¢n la campa?a electoral con los lemas tradicionales del peligro de la derecha y la necesidad de la unidad. Esa coalici¨®n puede ser ¨²til para lograr un buen resultado electoral, pero ser¨¢ probablemente un gran obst¨¢culo cuando se trate de elaborar el futuro gobierno italiano. Por eso Occhetto no se encierra en ese marco y ha hecho una apertura en direcci¨®n de Martinazzoli, el jefe del Partido Popular (heredero de la mayor parte de la Democracia Cristiana).
Mirar a lo que ocurre en el centro implica olvidarse por completo de la palabra transparencia. Por dos veces, y ya con programas escritos, la Liga ha roto. la negociaci¨®n con el Partido Popular, que Mario Segni hab¨ªa tejido. Hecho que confirma hasta qu¨¦ punto los "programas comunes" -tan venerados en ciertas ¨¦pocas- suelen ser enga?osos. Pueden engendrar las pol¨ªticas m¨¢s dispares cuando llega la hora de gobernar.
En la derecha, el esfuerzo del Movimiento Social Italiano (MSI) por desfascistizarse se ha plasmado en una Alianza Nacional en la que figura pr¨¢cticamente solo. Sin embargo, tanto Berlusconi como el Centro Cristiano (el sector de la DC separado de Martinazzoli) buscan en el Sur -que es donde el MSI tiene su mayor fuerza- acuerdos locales con ¨¦l.
En resumen, la desaparici¨®n de los partidos tradicionales, y sobre todo de la "ballena blanca", esa democracia cristiana en la que cab¨ªan las corrientes m¨¢s diversas, deb¨ªa ser en principio un factor de transparencia. Pero a la luz de las ¨²ltimas "combinaciones" que est¨¢n en marcha, parece muy dudoso que lo sea. Martinazzoli mismo puede verse, despu¨¦s de las elecciones, con opciones diferentes en las cuales comprometer los votos que haya obtenido. Parece como si ese lugar central ocupado por la DC fuese algo indestructible. en la vida pol¨ªtica italiana.
En el terreno de la izquierda, la "mesa progresista" puede preparar para ma?ana f¨®rmulas de gobierno muy contrarias a las de la mayor parte de sus componentes. El voto recogido por los grupos m¨¢s intransigentes puede acabar sosteniendo soluciones centristas que Occhetto y D'Alema a todas luces propugnan, pero que Refundaci¨®n comunista (e incluso grupos dentro del PDS) repudian por su "fidelidad" a los viejos ideales. Ahora estamos en la hora de la unidad, la campa?a electoral, un momento en que el af¨¢n por el n¨²mero lo barre todo. Pero ante unas elecciones en parte constituyentes, una excesiva confusi¨®n de las cartas en juego suscita preocupaci¨®n.
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