Derechazos sin remisi¨®n
Los tres espadas consumieron buena parte de la masiva cuota de derechazos que se hab¨ªan previsto para toda la temporada. Dos d¨ªas despu¨¦s de empezar la feria de Valdemorillo deben de ir mil, derechazo arriba o abajo. No hay remisi¨®n para la fiesta. La epidemia derechacista no tiene cura ni se conoce ant¨ªdoto que proteja a los toreros de ese derechacismo galopante cuya perniciosa propagaci¨®n desnaturaliza la lidia y hace estragos en el tendido, donde mata la afici¨®n de puro aburrimiento.El toreo reiterativo y empobrecido de los dos pases, que lamentaba el maestro Ca?abate, se ha convertido en el toreo de un solo pase, que es el derechazo, y adem¨¢s los modernos autores lo conciben como la unidad de destino en lo universal: dan uno y el siguiente ya nada tiene que ver con el anterior. ?ngel de la Rosa ofreci¨® de esta ultramoderna modalidad derechacista todo un recital. Se pon¨ªa fin¨ªsimo, bajaba la mano seg¨²n exigen las reglas del arte, el toro segu¨ªa el recorrido de la templad¨ªsima muleta y, a la de rematar, el torero escapaba de all¨ª, dejando al toro compuesto y sin novia.
Prieto / Caballero, Jerezano, Rosa
Toros de Prieto de la Cal, bien presentados, varios sospechosos de pitones, mansos. 1?, 5? y 6?, manejables.Andr¨¦s Caballero: estocada (oreja); estocada contraria (vuelta protestada). Jerezano: pinchazo, estocada corta delantera a paso banderillas, cuatro pinchazos, tres descabellos -aviso- y dos descabellos (silencio); estocada corta atravesada y dos descabellos (vuelta con algunas protestas). ?ngel de la Rosa: pinchazo, estocada trasera baja y tres descabellos (silencio); cuatro pinchazos y estocada (ovaci¨®n). Plaza de Valdemorillo, 5 de febrero. Segunda corrida de feria. Lleno.
Todo esto ocurri¨® docenas de veces, acaso cientos, y la afici¨®n concienciada, el p¨²blico en general, los acomodadores, las fuerzas de seguridad, el toro mismo, se preguntaban si no tendr¨ªa el torero mano izquierda para explayar con ella su indiscutible finura. En una ocasi¨®n, siglos adelante, cit¨® al natural en mal terreno, el toro se le col¨®, y debi¨® de llevarse tal sobresalto que ya no volvi¨® a intentar el toreo al natural por nada del mundo.
Reincidentes
Pero el derechacismo no s¨®lo se produce con el toro boyante que contribuye a hermosear los derechazos, sino tambi¨¦n con el incierto que no los admite. De esos hubo varios en la corrida valdemorillana; toros topones de media casta que se revolv¨ªan y derrotaban siempre que el torero intentaba pegarles un derechazo, pese a lo cual reincid¨ªa en su tenaz empe?o. Tal hicieron ?ngel de la Rosa en el tercero y Jerezano en el segundo.La tauromaquia est¨¢ llena de suertes concebidas para dominar cualquier tipo de embestida, desde la boyante a la incierta, y esta es una t¨¦cnica esencial que el colectivo de modernos coletudos parece desconocer o, si lo conoce (en algunas escuelas taurinas la ense?an), renuncia paladinamente a utilizar. Y es incomprensible, pues se encuentran en activo toreros perfectamente capacitados para desarrollarla. El mismo Jerezano apunt¨® en el quinto un toreo de excelente corte, y lo habr¨ªa redondeado con ¨¦xito de allegar a su ejecuci¨®n un poco m¨¢s de ¨¢nimo y salero.
Andr¨¦s Caballero ameniz¨® la tarde, no porque est¨¦ inmune a la irremisible epidemia derechacista sino porque bull¨ªa en todos los tercios. Dio largas cambiadas, quit¨® por navarras a la velocidad del rayo, quebr¨® banderillas, mulete¨® fren¨¦tico, lig¨® estupendamente la suerte natural con la contraria, se jale¨® a s¨ª mismo, y al acabar el traj¨ªn apretaba a correr hacia los medios, saludando a la afici¨®n. Muy ortodoxo no era todo aquello, desde luego; pero sirvi¨® al menos para sacudir de la plaza el aburrimiento. Y el p¨²blico se lo agradeci¨® en el alma.
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