Im¨¢genes de conciencia
En estos momentos en los que el arte se debate entre formalismos posmodernos, en los que las obras de arte y sus im¨¢genes se refieren a s¨ª mismas, sorprende la obra de Alfredo Jaar (Santiago de Chile, 1956), por estar cargada de contenidos que hacen referencia a una realidad ajena al mundo endog¨¢mico del arte. Lo que sucede es que Jaar es un artista comprometido pol¨ªtica y socialmente. Su obra se apoya en im¨¢genes tomadas en sucesos relacionados con la explotaci¨®n por parte de los pa¨ªses desarrollados industrialmente de la vida y las ilusiones de las gentes que habitan en precarias situaciones en continentes como Asia, ?frica o Suram¨¦rica. Desde el punto de vista est¨¦tico el trabajo de Alfredo Jaar tiene un particular inter¨¦s, ya que el artista ha logrado superar la dificultad de exponer este tipo de temas sin convertir la obra en un panfleto, gracias al conocimiento de los recursos pr¨¢cticos y la voluntad por no caer en la tentaci¨®n de adoctrinar ni anunciar a trav¨¦s de ella. Bas¨¢ndose en soportes fotogr¨¢ficos su obra se viene formalizando en cajas de luz en las que las im¨¢genes aparecen por transparencia con una nitidez visual cautivadora.
Alfredo Jaar
Galer¨ªa Oliva Arauna. Claudio Coello, 19. Madrid. Hasta el 30 de marzo.
En la exposici¨®n actual, sin embargo, presenta una instalaci¨®n formada por seis mesas. Sobre cada una de ellas se apoyan tres impecables bandejas de acero inoxidable que remedan las cubetas de un estudio fotogr¨¢fico. Una iluminaci¨®n con luz roja sobre los recipientes ayuda en la simulaci¨®n e situarnos ante el proceso de revelado de unas colecciones de fotograf¨ªas sumergidas en l¨ªquido revelador.
En las im¨¢genes ubicadas en cuatro de las mesas se pueden contemplar los rostros de ni?os y adultos cuyos rasgos faciales son claramente orientales, mientras que en las de las dos restantes mesas se aprecia el rostro de un hombre mexicano.
Estas fotograf¨ªas han sido tomadas por Alfredo Jaar en dos enclaves particularmente ominosos para la conciencia del llamado mundo libre: el ¨¢rea de confinamiento para vietnamitas de Hong-Kong, y la barrera fronteriza entre El Paso y Ciudad Ju¨¢rez, ante la que el muro de Berl¨ªn fue una construcci¨®n infantil.
La obra de Jaar no narra los conflictos, tan espeluznantes como ocultos, ni explota los f¨¢ciles recursos de mostrar. la miseria o la desesperaci¨®n, simplemente presenta im¨¢genes muy fragmentarias, primeros planos y rostros que reclaman una contextualizaci¨®n.
La presentaci¨®n en forma de cubetas en las que se hallan algunas fotograf¨ªas en el estado inicial del revelado activa la met¨¢fora de la que el artista se sirve. Algo se est¨¢ empezando a revelar, el espectador asiste al principio de un proceso, el de descubrir el origen real de unas im¨¢genes que se ofrecen como piezas sueltas de un puzzle que no terminan de encontrar su lugar en la sociedad del bienestar.
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