Sarajevo
Es dif¨ªcil escapar de la tentaci¨®n de taxista cuando se habla de Sarajevo Cualquiera lo puede arreglar todo un gorrazo si le dejan el poder duran te una semana: se env¨ªan seis divisiones y se revientan a base de bomba de aviaci¨®n las colinas que rodean ciudad. S¨®lo restar¨ªan algunos asuntos por resolver para quien se quedar con la responsabilidad posterior a 1 retirada del que pide la semana: c¨®mo salir de all¨ª es uno de esos asuntos.En cualquier caso, es cierto que 1 cautelas de la OTAN, de la Europa democr¨¢tica, no han servido para resolver apenas nada. Se han arbitrado algunas medidas paliativas, de innegables resultados humanitarios, pero se mantiene la espantosa situaci¨®n de miles de personas en toda Bosnia, cercadas por hambre, fr¨ªo y metralla. No hay apenas indicios de que los asesinos que gobiernan Serbia y Croacia est¨¦n dispuestos a ceder una vida musulmana o un resquicio de tolerancia ¨¦tnica en las zonas musulmanas (la tolerancia, la democracia son contagiosas: los fascistas las temen como a la peste).
Entonces, ?qu¨¦ hacer? Es, desde luego, la pregunta del mill¨®n de d¨®lares. Pero hay algo que la conciencia de los europeos exige: una acci¨®n en¨¦rgica que demuestre a quienes asesinan que se ha acabado el turno. Clinton encabeza, a pesar de no ser europeo; la opci¨®n, quiz¨¢ porque los norteamericanos (a quienes tanto nos gusta denostar) han tenido que venir dos veces este siglo para salvar a Europa de la intolerancia. El riesgo es enorme, pero no se puede permanecer m¨¢s tiempo de brazos cruzados. La intervenci¨®n militar es indeseable, pero es mucho m¨¢s indeseable seguir contemplando la matanza. Una intervenci¨®n militar que debe ser gradual, pero que, una vez comenzada, no se detenga hasta parar a los que pretenden el exterminio de todo un colectivo social.
Aunque sean musulmanes, salvemos a los bosnios.
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