"So?¨¦ que PSV me robaba todo"
Di¨¢logos de una noche de encierro en la iglesia de los Jer¨®nimos
Los cooperativistas de PSV tienen los ojos enrojecidos de tanto contener las l¨¢grimas y las voces quebradas de clamar por sus derechos. Cuarenta de ellos duermen, desde el s¨¢bado, en la iglesia de San Jer¨®nimo el Real como protesta por la desaparici¨®n de sus ahorros. All¨ª pasan las horas repitiendo obsesivamente sus problemas y s¨®lo caen rendidos por el cansancio a altas horas de la madrugada. Sus sue?os siempre terminan convertidos en pesadillas o interrumpidos por largas conversaciones en mitad de la noche.Guillermo, de 27 a?os, abri¨® una ma?ana de mayo de 1990 el peri¨®dico. All¨ª encontr¨® un llamativo anuncio donde se le promet¨ªa un chal¨¦ de 190 metros cuadrados en Rivas-Vaciamadrid por 20 millones. Lo construir¨ªa una cooperativa llamada PSV "que estaba apoyada por UGT", dice. Creer esa promesa le ha llevado, por el momento, a una amenaza de embargo sobre el piso de sus padres, cuatro a?os de penurias y a encerrarse en esta iglesia de los Jer¨®nimos.
-Por las noches no puedo dormir. S¨®lo pienso en el dinero que me han robado -cuenta a sus compa?eros.
-Yo estoy en tratamiento psiqui¨¢trico desde hace dos meses -le responde otro, un auxiliar administrativo con letras firmadas por valor de cuatro millones Por las noches veo los carteles que colocaron en los terrenos que iba a ocupar la urbanizaci¨®n. Se le¨ªa: disfrute de Ciudad Madrid Este, lo mejor para usted y los suyos.
Antes de entrar la noche, a las siete de la tarde, un centenar de cooperativistas -entre ellos los encerrados- celebr¨® una asamblea en los locales parroquiales para decidir sus pr¨®ximas acciones. Hubo gritos, l¨¢grimas y penas.
-Quiero mi dinero. Nos han robado. Que el Gobierno haga algo. Que embarguen todos los locales de UGT -gritaba una mujer menuda que hab¨ªa invertido en PSV cuatro millones.
-C¨¢lmese. Esto s¨®lo tiene una soluci¨®n judicial -respond¨ªa un joven de impecable abrigo austriaco.
-?Qui¨¦n es usted? Usted no es cooperativista -respond¨ªa la mujer- Es un esp¨ªa de Sotos [ex gerente de PSV]. V¨¢yase de aqu¨ª.
-Este acto es p¨²blico -atajaba el joven.
Los afectados no consegu¨ªan ponerse de acuerdo. Dos horas despu¨¦s, sin una decisi¨®n concreta, la mayor¨ªa de los cooperativistas abandonaba el recinto. Los dos diputados del PP que hab¨ªan asistido al acto, Pilar Buss¨® y Jos¨¦ Mar¨ªa de Federico, tambi¨¦n se retiraban a sus casas.
-No nos quedamos a dormir. Tenemos hijos y mucho trabajo ma?ana -se excusaban.
-Es decir, ya se han hecho la foto y se van -musitaba uno.
-Por lo menos, han venido a darnos apoyo -los justificaba el cooperativista Juli¨¢n Mu?oz.
-Y la gordita gritona, ?por qu¨¦ no se pasa nunca por aqu¨ª? ?C¨®mo se llama ... ?
-Almeida. Cristina Almeida.
-Estar¨¢ con Puma-50.
-S¨ª, porque parecen novios ¨²ltimamente.
-Y los pol¨ªticos socialistas, los de Izquierda Unida, los sindicalistas, ?por qu¨¦ tampoco nos llaman ni nos dan su apoyo?
-Es que est¨¢n todos en la casa com¨²n de la izquierda.
-Ser¨¢ en ¨¦sa, porque la m¨ªa... embargada por los bancos.
Cuando la gran mayor¨ªa de los asistentes a la asamblea decidi¨® abandonar la iglesia y volver a sus casas entre excusas y palmadas en la espalda para los 40 que se quedaban, comenz¨® una frugal cena. Unos muslitos de pollo en una cacerola, un termo con caldo, dos cajas de galletas, tres bollos de chocolate y una jarra de caf¨¦ sirvieron para entretener los est¨®magos. Presididos por una imagen de la Virgen, situada junto a un televisor port¨¢til, los afectados repet¨ªan obsesivamente sus casos. Nadie sonre¨ªa. Alguien intent¨® alegrar el ambiente recordando que varias emisoras de radio llamar¨ªan a la ma?ana siguiente para interesarse por el encierro.
-Recordad: el Gobierno debe adelantar el dinero y luego arreglarse con UGT o con los tribunales. Que nos devuelvan nuestros ahorros. No admit¨¢is rebajas. Eso es todo -se les indic¨®.
-Que nos devuelvan el dinero y que el Gobierno adelante lo necesario -repet¨ªan algunos en voz baja intentando memorizar.
-No me voy a acordar. Estar¨¦ nervioso y dir¨¦ cualquier barbaridad -auguraba Javier.
-No te preocupes, en las primeras entrevistas te pones nervioso, pero luego vas cogiendo el tranquillo -le calmaba Guillermo.
Rosa, de 28 a?os, que se ha quedado sin dinero y sin novio, permanec¨ªa ajena a la conversaci¨®n. Despu¨¦s record¨® de nuevo su problema:
-Est¨¢bamos siempre discutiendo por el piso. ?l me dec¨ªa que lo dejase ya. Yo no pod¨ªa, por amor propio. Mi padre estuvo afiliado a UGT 30 a?os. Gano 65.000 pesetas al mes. Me han quitado un mill¨®n y medio -y se enjugaba una l¨¢grima.
-A m¨ª el banco me ha mandado una carta exigiendo los dos millones que firm¨¦ en letras. No puedo pagarlas porque me he metido en otro piso -recordaba Vicente, un polic¨ªa municipal que lleva diez a?os de noviazgo y de espera con Bel¨¦n- Adem¨¢s, ya adelant¨¦ cinco millones para la vivienda y todav¨ªa no s¨¦ nada. El otro d¨ªa le¨ª que, por falta de pago, PSV hab¨ªa perdido la opci¨®n de compra sobre el terreno.
La pareja, entre bocado y bocado de emparedado, se miraba y segu¨ªa con su relato.
-Nos hemos quedado sin piso, con deudas y sin poder casarnos -contaba Bel¨¦n.
-Esto es una obsesi¨®n -dice Alfredo, un peque?o industrial a quien s¨®lo le importa que le devuelvan su dinero, "por amor propio"- No tengo problemas econ¨®micos, pero de m¨ª no se r¨ªe nadie.
Este hombre, que paga de su bolsillo a un especialista para que cubra su puesto en el taller mientras ¨¦l est¨¢ en el encierro, ha puesto a disposici¨®n de los encerrados un tel¨¦fono m¨®vil.
_Gastar¨¦ m¨¢s dinero del que me deben -mill¨®n y medio-, pero no me importa.
-Yo s¨®lo pienso en que pierda el PSV Eindhoven [equipo de f¨²tbol holand¨¦s, que nada tiene que ver con la PSV] y en encontrarme un d¨ªa, cara a cara, con los sinverg¨¹enzas que nos han estafado -confesaba Julio (tres millones entregados a cambio de s¨®lo unos planos).
En torno a la medianoche algunos se introducen en sus sacos de dormir. Las diez capillas de la iglesia sirven como improvisados dormitorios. Sobre la tumba de Ascensio L¨®pez, jurista portugu¨¦s muerto en 1602, duermen Pablo y Consuelo.
-Anoche me despert¨¦ sobresaltado, cre¨ª so?ar que PSV nos robaba los ahorros de toda nuestra vida. Fue, sin duda, una pesadilla -rememora Pablo.
-Todas las noches le pasa igual -remacha Consuelo.
En otra de las esquinas de la iglesia, Luis, un auxiliar administrativo, tampoco pod¨ªa dormir, y formaba un corrillo con otros cooperativistas frente a la capilla de San Antonio.
-Me present¨¦ en las oficinas de IGS (la gestora de PSV) exigiendo mi dinero (tres millones). Les amenac¨¦ con hacer una barbaridad. Me dieron dos pagar¨¦s para aplacarme. Fui al banco a cobrarlos y me respondieron que IGS no ten¨ªa fondos. Volv¨ª a la gestora y se rieron de m¨ª. No pude resistirlo, comenc¨¦ a llorar como un ni?o -y se calla.
-No te preocupes, las empleadas de IGS tampoco van a cobrar este mes -le consuela Carlos.
Junto a ¨¦l se sentaba un hombre m¨¢s tranquilo. Se llama Santos y vive en una casa baja en el barrio de Quintana. Es soldador y gana 86.000 pesetas mensuales.
-Ayer sal¨ª del hospital y he venido para encerrarme. Tengo dos hijos y una dignidad que defender. Ya no puedo ni pagar las 54 pesetas que cuesta el metro c¨²bico de gas, por lo que tenemos la calefacci¨®n de mi casa apagada. Llevo 26 a?os trabajando para dar a mi familia una casa digna. Tras este robo, no me ha quedado nada.
-Yo tengo dos hijos y estoy a punto de perder mi trabajo. He pagado 3.200.000 pesetas y ahora me reclaman otros cuatro millones -le respond¨ªa Agust¨ªn, un maestro de EGB en Vallecas- Estoy en tratamiento psiqui¨¢trico. No tengo ilusi¨®n por nada y mis alumnos lo notan.
El cansancio les fue rindiendo. Poco a poco, apagaron las luces de la iglesia. En el silencio de la noche se o¨ªa un bisbiseo con la oraci¨®n de una mujer.En torno a las seis y media de la ma?ana suena el tel¨¦fono m¨®vil de Alfredo. Una emisora de radio quer¨ªa hablar con los encerrados.
-Que el Gobierno adelante el dinero y que luego se entienda con la UGT o con los tribunales -repet¨ªa un cooperativista ante las preguntas de la cadena COPE.
-Muy bien, Guillermo -le animaban tras la entrevista.
A las ocho de la ma?ana, la SER emit¨ªa la voz grabada de Joaqu¨ªn Leguina. El presidente regional aseguraba que "en pocos d¨ªas se orientar¨¢ la situaci¨®n de PSV". Los encerrados rieron por primera vez.
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