La investigac¨ªon en Espa?a
El desempleo y los gastos en investigaci¨®n y desarrollo, por escasos, son los hechos que m¨¢s distancian a Espa?a del resto de pa¨ªses de su entorno, a juicio del autor
Al analizar la evoluci¨®n econ¨®mica de Espa?a desde el a?o 1975 con respecto a la de Francia, Reino Unido, Italia o Alemania (con las que por historia y n¨²mero de habitantes nos tenemos que comparar), encontramos muchas desviaciones macroecon¨®micas que nos separan de dichos pa¨ªses. De estas desviaciones hay algunas que entran dentro de lo tolerable. Pero hay dos desequilibrios que destacan de una forma brutal. Rompen la suave continuidad de Los gr¨¢ficos comparat?vos y pueden anunciar un creciente distanciamiento con respecto a esos pa¨ªses. Los dos datos macroecon¨®micos que destacan en la comparaci¨®n sobrepasando la relaci¨®n del 200% son: el desempleo y el gasto en investigaci¨®n m¨¢s desarrollo (I+D). Seg¨²n publicaba recientemente una influyente revista americana, con datos de de 1993 suministrados por la CE, nuestro pa¨ªs aparec¨ªa con un alarmante, desempleo del 20,9%, que representaba un 298% m¨¢s que en Estados Unidos y un 207% m¨¢s que la media en los cuatro Ederes europeos antes mencionados.
Estudiando pon m¨¢s detenimiento los datos completos de 1992 sobre el desempleo, uno se encuentra con conclusiones que asustan.
La primera es que, frente a una poblaci¨®n total que desde 1975 a 1992 aument¨® de 35,5 millones de habitantes a 39,? millones, el total de ocupados, que en 1975 era de 12,9 millones, baj¨® a 12,8 millones en 1992. En los ¨²ltimos 17 a?os se ha perdido, por tanto, empleo en t¨¦rminos absolutos. Este pa¨ªs no ha sabido crear un solo empleo adicional a los existentes en 1975, con el agravante de que su poblaci¨®n total aument¨® en 3,6 millones.
La segunda conclusi¨®n surge al comparar la poblaci¨®n activa espa?ola frente a la de los cuatro pa¨ªses referenciados. En 1992, la poblaci¨®n activa espa?ola era de 15,6 millones de personas, representando un porcentaje de la poblaci¨®n total del 39,8%. Pero la media del porcentaje de poblaci¨®n activa sobre poblaci¨®n total en esos cuatro pa¨ªses era de un 44,65%. Ello quiere decir que si en Espa?a tuvi¨¦ramos el mismo porcentaje, la poblaci¨®n activa deber¨ªa ser de 17,5 millones de personas, que frente a los 12,8 millones de ocupados dar¨ªa 4,7 millones de parados. Esto supondr¨ªa un escalofriante desempleo de un 27,4%, superior en m¨¢s del 300% al promedio existente en Francia, Italia, Reino Unido y Alemania en 1992.
Que Espa?a no ha sido un pa¨ªs innovador tecnol¨®gicamente y que, por el contrario, aparec¨ªa en los ¨²ltimos lustros como el para¨ªso de las fabricaciones con licencia o de las representaciones a comisi¨®n es algo muy conocido. No obstante, en los ¨²ltimos a?os parece estar d¨¢ndose una importancia a los gastos nacionales en I+D.
Pues bien, al comparar la actividad de innovaci¨®n tecnol¨®gica espa?ola en 1992, medida por los gastos en I+D, con estos cuatro pa¨ªses, destacan igualmente dos ¨ªndices que hacen dudar seria, mente del cambio en este pa¨ªs.
El primero son los gastos nacionales de I+D. En 1992, seg¨²n el Ministerio de Industria, el Gobierno gast¨® 230.000 millones de pesetas (de los que 110.000 millones fueron a la Universidad), que sumados a lo aportado por las empresas, estimado en 300.000 millones, hace un total de unos 530.000 millones. Ello supon¨ªa el 1% del producto interior bruto (PIB) espa?ol. Por contra, lo gastado nacionalmente como media en los cuatro l¨ªderes europeos mencionados fue un 2,33% de sus PIB, lo que supone que invierten en I+D un 233% m¨¢s que en Espa?a.
El segundo ¨ªndice son las importaciones de tecnolog¨ªa. Se reflejan en el balance tecnol¨®gico, y deben su marse a los gastos nacionales en I+D, para medir el total de gasto dedicado a la innovaci¨®n tecnol¨®gica en cada pa¨ªs. En Espa?a, aparte de lo gastado nacional mente, en 1992 importarnos otros 360.000 millones en royalties y asistencias tecnol¨®gicas, que dan un total de 890.000 millones in vertidos en I+D. Refiriendo estas cifras al PIB, en Espa?a importa mos en tecnolog¨ªa el 0,67% del PIB, mientras que en Francia, Reino Unido, Alemania e Italia s¨®lo se importa, como media, el 0,23% de sus PIB. Este pa¨ªs, que no tiene dinero para hacer I+D, s¨ª lo tiene para importar casi un 300% m¨¢s en I+D que los pa¨ªses referenciados, en t¨¦rminos de porcentaje de PIB.
Hay un hecho rotundo: la falta de innovaci¨®n tecnol¨®gica hoy hace que las empresas pierdan competitividad, acaben cerrando y, por tanto, creando desempleo. En cambio, no se ha investigado suficientemente si la innovaci¨®n tecnol¨®gica crea empleo. Es m¨¢s, en algunos pa¨ªses existe un cierto atavismo que identifica tecnolog¨ªa con desempleo.
La empresa a la que me incorpor¨¦ en 1977 hab¨ªa sido durante unos a?os una empresa pequrnin, de unas 100 personas. Se dedicaba principalmente a importar, integrar e instalar radares de una empresa norteamericana, de la que depend¨ªamos tecnol¨®gicamente. Para muchos de los ingenieros empleados ya era atrayente el tocar a un l¨ªder mundial del sector, pero como empresa su destino era de mera supervivencia.
En 1979, algunos ejecutivos intentamos "pasar de aprendices a maestros" terminando con la dependencia tecnol¨®gica. Pretend¨ªamos desarrollar una empresa que pudiera tener un futuro sin limitaciones. Se origin¨® una gran lucha; los sindicalistas protestaron en¨¦rgicamente ante el consejo, diciendo que peligraban los 100 empleos al prescindir de la tecnolog¨ªa exterior; los accionistas se mostraron muy medrosos ante los riesgos que supon¨ªa. Pero gracias al apoyo final del entonces presidente nos pudimos independizar y empezar a ofrecer radares con tecnolog¨ªa espa?ola.
Hasta entonces, compr¨¢bamos los grandes componentes o subconjuntos a los suministradores homologados por la empresa matriz, que normalmente tambi¨¦n eran americanos, realizando nosotros la integraci¨®n final. As¨ª ven¨ªamos a importar del orden de un 65% del precio de venta de cada radar vendido, no teniendo pr¨¢cticamente subcontratistas locales. Cuando nos encontramos olos, nuestro reto consisti¨® en desarrollar poco a poco una tecnolog¨ªa completa, incluyendo la de los subconjuntos. Ello nos permiti¨® ir comprando fuera s¨®lo los microcomponentes aislados no fabricados aqu¨ª, pero sin apenas manipulaci¨®n. Tambi¨¦n ense?amos a subcontratistas locales a realizar la integraci¨®n de los subconjuntos (motores especiales, antenas modernas, etc¨¦tera) bajo nuestra supervisi¨®n. As¨ª observamos que necesit¨¢bamos muchos m¨¢s empleados, pero gan¨¢bamos mucho m¨¢s dinero y ¨¦ramos mucho m¨¢s soberanos en lo que realiz¨¢bamos. A los cuatro a?os, y gracias a intensivos desarrollos apoyados por la Universidad, nuestra empresa se encontr¨® importando s¨®lo el 7% de cada 100 pesetas vendidas en radares. Ello quiere decir que el valor a?adido nacional te¨®rico era de un 931%. Esta filosof¨ªa se aplic¨® a todas las l¨ªneas de negocio. Diez a?os despu¨¦s, en 1989, hab¨ªamos crecido, con una saneada autofinanciaci¨®n propia, hasta emplear directamente a unos 1.200 trabajadores, tener muchos subcontratistas nacionales y conseguir importantes concursos internacionales en competencia con nuestro antiguo socio americano. Aduzco estas experiencias para substanciar el hecho de que la innovaci¨®n tecnol¨®gica propia lleva, necesariamente, a aumentar el empleo local en cantidades muy significativas para una misma cifra de ventas al usuario final.
Extrapolando este ejemplo microecon¨®mico empresarial a la macroeconom¨ªa nacional, podr¨ªamos asumir que las ventas que tuvieran su origen en una tecnolog¨ªa propia conllevar¨ªan un valor a?adido nacional te¨®rico de igual porcentaje. Suponiendo que la cadena de subcontratistas nacionales trabajara tambi¨¦n con tecnolog¨ªa propia, y admitiendo un 10% suplementario de importaciones para materiales, el valor a?adido nacional real ser¨ªa de un 83%. Este porcentaje, frente al 35% que se originaba con tecnolog¨ªa importada, supondr¨ªa un important¨ªsimo incremento del valor a?adido nacional de un 48% cuando el producto vendido hubiera sido, realizado con tecnolog¨ªa nacional.
Al volver a los ratios comparativos con nuestros vecinos europeos, si Espa?a s¨®lo importara el 9% del total gastado en I+D en 1992 como hacen ellos, supondr¨ªa que hubieran dejado de pagarse unos 280.000 millones en royalties y asistencias tecnol¨®gicas. Si asuminios que el royalty viene a significar como media un 5% de la cifra de ventas, las ventas sustentadas por esos royalties vendr¨ªan a ser unos 5,6 billones de pesetas, de los que el 48% supondr¨ªa un'm*cremento del valor a?adido nacional de unos 2,7 billones de pesetas.
Las consecuencias en el empleo, en el d¨¦ficit p¨²blico, en eld¨¦ficit comercial, en la formaci¨®n bruta de capital y en el producto interior bruto que podr¨ªa originar este importante incremento en el valor a?adido nacional ser¨ªan de tal categor¨ªa que autom¨¢ticamente acercar¨ªan nuestros ratios macroecon¨®micos a los europeos m¨¢s destacados. Ci?¨¦ndonos aqu¨ª solamente al empleo, podr¨ªa aventurarse que en 1992 hubieran podido existir un mill¨®n de desempleados menos, en base a un salario de unos 2,7 millones por empleado y a?o, que aproximadamente fue la remuneraci¨®n media del asalariado en ese a?o.
Es conocido que a partir de 1975 comienza a existir un desempleo permanente, pero residual, en las democracias industriales occidentales. Lo que intento decir es que la crisis de empleo en la que nos encontramos no es espec¨ªfica de nuestro pa¨ªs y que habremos de habituamos tambi¨¦n a cierto desempleo permanente residual. Pero rotundamente quisiera manifestar que no hay raz¨®n alguna, intelectual, cultural, ¨¦tnica o hist¨®rica, para que la crisis econ¨®mica en Espa?a sea tres veces m¨¢s importante que la de nuestros colegas europeos.
Ya s¨¦ que el hacer que una sociedad se decida a ser m¨¢s innovadora que copiadora y que sus empresas inviertan m¨¢s en desarrollar tecnolog¨ªas que en comprarlas corresponde prioritariamente a los empresarios m¨¢s que al Gobierno, a los sindicatos o a la Universidad.
?Por qu¨¦ no hay fuertes empresas espa?olas con tecnolog¨ªa propia? ?No ser¨¢ que la sociedad espa?ola aplaude el enriquecimiento mediante brillantes especulaciones del empresario listo, que es la ant¨ªtesis del enriquecimiento mediante industrias tecnol¨®gicas, connatural al empresario comprometido? ?No ser¨¢ que. los ¨²ltimos Gobiernos hablan de. hacer I+DI pero a la hora de las grandes compras p¨²blicas se.olvidan de intentar desarrollos nacionales? ?No ser¨¢ que los sindicatos asfixian social y econ¨®micamente la consolidaci¨®n futura de empre-,, sarios comprometidos, quienes acaban abandonando, v¨ªctimas del propio empleo generado cuando los ciclos del mercado le impiden mantenerlo? ?No ser¨¢ que la Universidad, animada por directrices propias de pa¨ªs rico, encauza las subvenciones para I+D hacia investigaciones te¨®ricas m¨¢s que hacia desarrollos pr¨¢cticos que puedan generar producciones industriales empleadoras de espa?oles?
Quiz¨¢ las incoherencias entre lo que se dice y lo que se hace por parte de- los dirigentes de esta sociedad haya provocado la escasez de empresarios industriales fuertes espa?oles y el actual descenso acelerado de nuevas vocaciones.
Espa?a necesita ser m¨¢s competitiva que nuestros vecinos europeos porque tenemos muchos m¨¢s empleos que recuperar. El tren de nuestra actividad econ¨®mica debe moverse con m¨¢s potencia. No basta con adoptar una log¨ªstica de flexibilidad, fiscalidad e intereses en igualdad con el resto de Europa y . esperar al fortalecin¨²ento de los otros. Ellos tambi¨¦n se mueven. Para que en el mundo competitivo actual un pa¨ªs en paro avance y gane la batalla al desempleo, sus dirigentes socioecon¨®micos tienen tambi¨¦n que darle armas competitivas. Elfomento firme y coherente de la innovaci¨®n tecnol¨®gica propia en la sociedad espa?¨®la es hoy una de las m¨¢s eficaces.
es vicepresidente de la Fundaci¨®n COTEC.
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