Argelia: una nueva cara del terror
El pa¨ªs magreb¨ª est¨¢ hundido en una sima de violencia en la que tortura y represi¨®n salvaje son la respuesta policial a las acciones del FIS
Occidente todav¨ªa no se ha dado cuenta de las dimensiones e implicaciones de la insurrecci¨®n musulmana que est¨¢ amenazando al d¨¦cimo pa¨ªs m¨¢s grande del mundo. El islam, en su forma m¨¢s intransigente e irreconciliable, ha reaparecido en el Magreb. El intento del ex presidente Chadli Benyedid de utilizar la democracia como un remiendo para mantener la situaci¨®n actual tras d¨¦cadas de represi¨®n acab¨® de forma predecible: el Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (FIS) estaba en condiciones de obtener la victoria en una segunda vuelta electoral, el Ej¨¦rcito forz¨® la suspensi¨®n de la votaci¨®n y el triunfante FIS fue ilegalizado y declar¨® la guerra al poder: las autoridades que, tras abandonar en r¨¢pida sucesi¨®n la dictadura y la democracia, acabaron recurriendo inevitablemente al apoyo de los militares.En Occidente resulta f¨¢cil sentir simpat¨ªa por esos musulmanes que jugaron la carta democr¨¢tica en Argelia y fueron encarcelados cuando se demostr¨® su popularidad. No hay excusas para las salvajadas perpetradas contra ellos por los torturadores de la polic¨ªa argelina. Pero no hay nada rom¨¢ntico en la lucha de los militantes isl¨¢micos en Argelia. No s¨®lo atacan a polic¨ªas, soldados y miembros del aparato del Gobierno, sino a los intelectuales, escritores y fil¨®sofos de Argelia, hombres y mujeres a los que, de forma natural, defender¨ªamos y apoyar¨ªamos en Occidente. Tahar Djaut, el premiado novelista y editor argelino, un amante de la literatura francesa,. recibi¨® un disparo en la cabeza delante de su casa y muri¨® sin salir del coma. Una octavilla islamista public¨® una lista de 30 periodistas franc¨®fonos "sentenciados a muerte". Hasta ahora han sido asesinados nueve.
Incluso los m¨¢s inocentes han sido "sentenciados". Karima Belhadj, por ejemplo, trabajaba en Argel como secretaria en la organizaci¨®n de asistencia social de la polic¨ªa. Era una atractiva mujer de 20 a?os que acababa de prometerse a un conductor e autob¨²s de la ciudad, y fue traicionada, por el equivalente a 2.000 pesetas, por un chico que viv¨ªa en el mismo bloque de casas humildes en el barrio perif¨¦rico de Los Eucaliptos. Una tarde, cu¨¢ndo volv¨ªa a casa, un hombre la agarr¨® del pelo, la hizo caer de espaldas y luego le dispar¨® una bala en el abdomen. Mientras se encog¨ªa por el dolor, recibi¨® otro disparo en la cabeza. Su hermano escuch¨® los tiros. Las ¨²ltimas palabras que le dijo Karima fueron: "Ll¨¦vame al hospital... quiero vivir". Despu¨¦s muri¨®.
Venganza sumaria
Es importante conocer estos terribles actos para entender la ferocidad con que han respondido el Ej¨¦rcito y la polic¨ªa. Por ejemplo, en la actualidad existen pruebas fehacientes de que, en los distritos de Belcourt y Kuba, en Argel, la polic¨ªa selecciona a antiguos presos para ser ejecutados cada vez que un agente es asesinado. En tres comisar¨ªas distintas de la capital, las torturas se han convertido en algo rutinario. Algunos ex prisioneros afirman que en la actualidad son dos hombres, llamados Kraa y Abdel-Samad, los que supervisan esos interrogatorios en la sede central. Parece que las c¨¢maras de tortura se han establecido en refugios antia¨¦reos subterr¨¢neos, excavados bajo las comisar¨ªas francesas en 1942 por las fuerzas aliadas. En Argel circulan rumores insistentes de que, durante las horas del toque de queda, se sacan de estos edificios cad¨¢veres envueltos en bolsas de pl¨¢stico para ser enterrados en secreto. Antiguos presos de la c¨¢rcel de Sakirjeli han descrito los meses de aislamiento en solitario, en total oscuridad, en celdas infestadas de ratas.
Un ex presidiario que conoc¨ª me describi¨® a un interno que ibaecamino de su juicio con "aspecto de troglodita", el pelo hasta los hombros, unas u?as de m¨¢s de dos cent¨ªmetros, cubierto de piojos y con los o¨ªdos supurantes. Cuando los presos de Sakirjeh se pusieron en huelga de hambre el pasado oto?o para protestar contra las condiciones reinantes, la polic¨ªa lanz¨® gas lacrim¨®geno al interior de la prisi¨®n y asfixi¨® a uno de ellos.
Los activistas de derechos humanos poseen informes m¨¢s horribles. El 15 de enero, aseguran, un peinado del Ej¨¦rcito en la ciudad de Larba finaliz¨® cuando los soldados leyeron una lista con los nombres de siete hombres (Tayeb Belarussi, Mahfud Selami, Halim Djaydaui, Azedin Guenam, Mohamed Kader y dos hermanos apellidados Meyadni), los pusieron contra una pared y los mataron a tiros. Se dice que los soldados que volvieron a la ciudad ese mismo d¨ªa dispararon contra una multitud y mataron a una ni?a de apenas dos a?os y a su abuela.
El 23 de enero, seg¨²n las mismas fuentes, los soldados entraron en la ciudad de Budawawa, a unos 50 kil¨®metros de Argel, seleccionaron a cuatro hombres (Mohamed Said Tigalman¨ªn, Abdulah Lanaoni, Ali Borshentus y Messaud Butich) y los fusilaron contra un muro. ?A qui¨¦n sorprende que mucha gente de Argel sospeche que las autoridades policiales intentan crear un clima de terror? ?Y a qui¨¦n sorprende que los militantes islamistas contribuyan, por su parte, a extender esos rumores?
Hace pocos d¨ªas, el general Liamin Zerual, el nuevo presidente de Argelia, hizo un llamamiento al di¨¢logo con los adversarios isl¨¢micos del Gobierno, a unas negociaciones que ir¨ªan unidas a la persecuci¨®n de los "terroristas". Pero puede que sus esperanzas y promesas est¨¦n ya vac¨ªas de sentido. Es cierto que los dem¨¢s generales le apoyan, incluidas figuras grises como el jefe del espionaje militar, el general Mohamed Medien, conocido como Tewfiq o El Mar Rojo, del que se rumorea que tiene a¨²n m¨¢s poder que el propio Zerual. Pero los oficiales del Ej¨¦rcito est¨¢n divididos, y se dice que la tropa expresa una simpat¨ªa cada vez mayor hacia el FIS.
Por supuesto, el general Zerual podr¨ªa llevar a cabo un milagro. Si puede contener a sus fuerzas de seguridad, si puede abrir un di¨¢logo real con los l¨ªderes del FIS encarcelados, si puede animar a los inversores extranjeros a financiar la destrozada econom¨ªa argelina... Las condiciones parecen no acabarse nunca. Pero el tiempo s¨ª. La hora 'la verdad para Argelia se aproxima a velocidad vertiginosa.
Copyright The Independent / EL PA?S
Un pa¨ªs en manos de los rebeldes
Grandes zonas de Argelia se encuentran, de hecho, bajo el control de los rebeldes. Los que han viajado por el pa¨ªs dicen que el Gobierno s¨®lo controla realmente las ciudades de Argel, Or¨¢n y Annaba.Incluso Constantina est¨¢ en manos de los rebeldes, al menos durante las horas de oscuridad . Las embajadas han reducido su personal, y el embajador dan¨¦s ha echado la llave y se ha trasladado a T¨²nez. Despu¨¦s de que la agencia France Presse recibiera amenazas telef¨®nicas la semana pasada, la pr¨¢ctica totalidad de los 15 periodistas franceses abandon¨® ¨¦l pa¨ªs.
Tres d¨ªas m¨¢s tarde, durante un viaje de 250 kil¨®metros por las monta?as de la Kabilia, descubr¨ª que las fuerzas de se guridad se hab¨ªan retirado de las carreteras. Los puestos de control del Ej¨¦rcito y la polic¨ªa estaban abandonados.
Los ¨²nicos polic¨ªas que vi entre Argel y Tizi-Uzu, armados con metralletas, estaban tras una barricada de sacos terreros delante de una comisar¨ªa de Yser, cubierta de impactos de bala.
En la propia Tizi-Uzu me encontr¨¦ con hombres y mujeres asustados que dec¨ªan que todas las noches se produc¨ªa una "invasi¨®n de los terroristas", que los activistas isl¨¢micos iban de casa en casa pidiendo escopetas de caza, que el eco de los disparos resonaba en las monta?as despu¨¦s del crep¨²sculo.
En mi camino de vuelta a Argel s¨®lo me cruc¨¦ con una patrulla militar, dos veh¨ªculos blindados que llevaban soldados enmascarados y con cascos, que apuntaban a todos los coches con sus metralletas.
Las implicaciones de todo esto para Marruecos, T¨²nez y Egipto son de dimensiones catastr¨®ficas. Hace s¨®lo unos d¨ªas, los militantes isl¨¢micos de El Cairo copiaron la siniestra advertencia de sus hermanos argelinos y ordenaron a todos los extranjeros que abandonaran el pa¨ªs con urgencia.
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