La semilla del culebr¨®n
Juana Ginzo fue Ama Rosa en el serial que conmocion¨® la Espa?a de los sesenta
Vestida con una psicod¨¦lica cazadora adquirida en Los ?ngeles, una malla negra y unos botines, resulta dif¨ªcil creer que Juana Ginzo es una jubilada de 71 a?os, y mucho menos que ella fuera una de las m¨¢s famosas actrices del culebr¨®n radiof¨®nico de los a?os cincuenta y sesenta. El ¨¦xito del serial Ama Rosa, emitido en Radio Madrid en 1960, en el que Juanita -diminutivo con el que se la conoc¨ªa entonces- era la protagonista, dej¨® at¨®nito a todo el equipo.El autor del gui¨®n, Guillermo Sautier Casaseca, logr¨® llegar al coraz¨®n de las espa?olas, una singular haza?a si se tiene en cuenta que el sentimiento femenino de la ¨¦poca estaba dedicado casi en exclusiva al D¨²o Din¨¢mico.
El argumento de Ama Rosa, con alguna variaci¨®n, es pr¨¢cticamente el mismo de todos los culebrones que se han hecho despu¨¦s: una sufrida joven, todo un compendio de virtudes, que trabaja como sirvienta en una rica familia, es seducida ,por el se?orito, que, tras dejarla encinta, la abandona y se casa con otra de su clase. El fruto de ese devaneo, un ni?o m¨¢s malo que Ca¨ªn, es adoptado por la acaudalada familia y s¨®lo se enterar¨¢ de la verdad cuando su madre est¨¢ en el lecho de muerte.
P¨²blico entusiasta
"El fen¨®meno de Ama Rosa nos sorprendi¨® much¨ªsimo", recuerda Juana Ginzo. "Recib¨ªamos sacos de cartas, en las que la gente me ofrec¨ªa su casa hasta que superara la desgracia. Cuando iba a comprar a los almacenes de la Gran V¨ªa, me reconoc¨ªan por la voz y me paraban para solidarizarse conmigo o echarme la bronca por alg¨²n comportamiento que no aprobaban. Nos parec¨ªa incre¨ªble que el p¨²blico te adorara o te odiara en funci¨®n del papel que estabas haciendo".Los r¨¦cords de audiencia que tienen en la actualidad los culebrones televisivos constituyen una an¨¦cdota comparado con el fen¨®meno de las novelas de. la radio de hace 30 a?os.
"A la hora de la emisi¨®n se paralizaba el pa¨ªs. Las mujeres no iban a la compra ni a la peluquer¨ªa. Incluso en los funerales, la asistencia deca¨ªa visiblemente si el sepelio coincid¨ªa con la hora del serial. En las f¨¢bricas, en los talleres, en los hospitales, se conectaba la radio para que las obreras pudieran escuchar el cap¨ªtulo. Todav¨ªa ahora hay se?oras que me reconocen y me paran de vez en cuando por la calle".
Durante muchos a?os m¨¢s Juana Ginzo continu¨® trabajando en las radionovelas y se especializ¨® sobre todo en los papeles de !'mala", "que consist¨ªan b¨¢sicamente en quitarle el marido a otra". "Cuando hac¨ªa de mala el rechazo era tremendo. La gente me insultaba por la calle. Hasta llegu¨¦ a recibir amenazas".
Su rostro se hizo muy popular porque la gente empez¨® a coleccionar las fotos de las estrellas de la radio como si fueran cromos, "cosa que a nosotros no nos gustaba porque la imagen de cada oyente era ¨²nica, no pod¨ªa ser colectiva. Cada uno se imaginaba a la protagonista a su gusto, y eso le confer¨ªa magia y misterio a la radio. Mi f¨ªsico decepcionaba porque yo era muy delgada, demasiado alta, los brazos muy largos, boca. grande, con muy poco pecho, en fin, nada parecido a los c¨¢nones de belleza de la ¨¦poca, cuyo ideal era Sara Montiel cara de mu?eca, regordita, pata corta y muslo ancho. Yo era un atentado para las mujeres de mi edad. Pero, lo que son las cosas, puse voz a todas las guapas del mundo".
Tampoco los guiones de los seriales escapaban a la censura, pero los problemas de lenguaje los superaban poniendo un ¨¦nfasis especial en determinadas frases.
"Las mujeres se quedaban embarazadas, pero nunca se dec¨ªa c¨®mo, y la palabra cama estaba prohibida", comenta Ginzo. "Ten¨ªamos, por tanto, que recurrir al tono, y cuando yo dec¨ªa, por ejemplo, 'vamos a tomar caf¨¦, pon¨ªa tal entonaci¨®n que todo el mundo entend¨ªa 'v¨¢monos. a la cama'. Una vez que llamaron escandalizados porque en una escena en la que habl¨¢bamos de vestidos, ten¨ªa que decir 'me gustan mucho los hombros desnudos', pero me equivoqu¨¦ y en vez de hombros dije hombres".
De los culebrones que se hacen ahora para televisi¨®n, Juana considera que son una "mala imitaci¨®n". "Aunque el contenido de los seriales de antes era igual de nefasto, muy machista, estaban muy elaborados. Se cuidaba exquisitamente el gui¨®n, la m¨²sica, y hab¨ªa un cuadro de actores preparad¨ªsimos: Matilde Conesa, Eduardo La Cueva, Maribel Alonso, Carmen Arenas, Matilde Vilari?o, Pedro Pablo Ayuso, Te¨®filo Mart¨ªnez, etc¨¦tera. Eran excelentes. Antes no se conceb¨ªa que alguien se pusiera delante de un micr¨®fono sin que se le entendiera. Ahora muchos presentadores no vocalizan y se han hecho famosos".
Magn¨ªficos actores
Lorenzo D¨ªaz, historiador de la radio, corrobora las palabras de Ginzo. "El culebr¨®n lo introdujo el argentino V¨¢zquez Vigo, el abuelo de Ver¨®nica Forqu¨¦, a principios de los cuarenta. Los primeros seriales fueron Edmundo Dant¨¦s, Un clavel en el ojal y Bernardette. La SER hac¨ªa por entonces un programa titulado Tu carrera es la radio, que fue la escuela donde se formaron todos estos magn¨ªficos actores, que tambi¨¦n representaban a Shakespeare o a Moli¨¨re"."Antes de Ama Rosa", contin¨²a D¨ªaz, "hab¨ªa triunfado otro follet¨ªn de Sautier Casaseca, Lo que nunca muere. Le hicieron un homenaje y asistieron todos los intelectuales, entre ellos, P¨ªo Baroja. Pero el ¨¦xito de Ama Rosa fue espectacular y se hizo una versi¨®n en cine con Imperio Argentina".
"Me costaba mucho hacer ese trabajo" concluye Juana Ginzo, "porque soy muy feminista y sufr¨ªa una barbaridad con esos contenidos. Pero no tuve el coraje de dejarlo. Y ah¨ª sigui¨® hasta que se jubil¨®. S¨®lo en los ¨²ltimos a?os pas¨® a los informativos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.