Un partido bonapartistqa
La cascada de noticias relativas a la fase preliminar del 330 Congreso del PSOE confirma la impresi¨®n inicial: el contenido pol¨ªtico de la renovaci¨®n anunciada consiste en la atribuci¨®n a Felipe Gonz¨¢lez de plenos poderes para que configure a su gusto la direcci¨®n y, por consiguiente, la pol¨ªtica del partido. Si es que le queda entonces a ¨¦ste alguna pol¨ªtica por hacer. Gonz¨¢lez seleccionar¨¢ a sus compa?eros de direcci¨®n, fijando sus atribuciones, las cuotas de poder entre las corrientes, e incluso las de supervivencia para los malos de la pel¨ªcula.Al trazar este camino, las tendencias olig¨¢rquicas que desde hace tiempo marcaran la evoluci¨®n de los partidos pol¨ªticos, seg¨²n la estimaci¨®n cl¨¢sica de Roberto Michels, abocan a una clara personalizaci¨®n del poder, concentrado en un l¨ªder que ejerce facultades omn¨ªmodas sobre la organizaci¨®n. En el l¨ªmite, el propio congreso se limita a ser un ritual destinado a la propaganda, puesto que todas sus grandes decisiones est¨¢n ya previamente adoptadas. En este contexto, Gonz¨¢lez adopta de antemano la posici¨®n mayest¨¢tica, recibiendo de antemano a los responsables de regi¨®n tras sus respectivos congresos. Toda comunicaci¨®n pol¨ªtica intrapartidaria debe necesariamente pasar por ¨¦l.
As¨ª, si antes el peligro era moverse para no salir en la foto, ahora consiste en expresar p¨²blicamente proposiciones que no sean un simple desarrollo de las directrices marcadas por Gonz¨¢lez. De ah¨ª que, con la excepci¨®n quiz¨¢ de Leguina, los dirigentes del PSOE compitan s¨®lo en el plano personal y en las profesiones de docilidad, mientras se dilucida la cuesti¨®n siempre apasionante del guerrismo. Una vez despejada la inc¨®gnita del porcentaje de delegados que avalar¨¢ la presentaci¨®n de la cabeza del Bautista sobre la mesa del jefe (el cual puede incluso ordenar que se la pongan de nuevo sobre el cuello), nada queda por discutir. Un buen ejemplo para los observadores ha venido de las sucesivas declaraciones de Barrionuevo y Barranco al telediario de Altares tras la batalla de Madrid. Contenido pol¨ªtico tras la confrontaci¨®n de personas y etiquetas: cero.
El cauce precongresual no pod¨ªa ser otro tras declarar Felipe Gonz¨¢lez que rechazar¨ªa la jefatura del partido de no obtener un cheque en blanco para decidir los componentes de su centro de direcci¨®n. A partir de ese momento, toda iniciativa de alcance general contraviene esos plenos poderes y de paso se convierte en agresi¨®n al partido. La ¨²nica relaci¨®n v¨¢lida tiene lugar entre el conjunto de ¨¦ste (el nosotros que preside la ponencia marco) y ¨¦l, con may¨²scula. Una vez constatado el repliegue guerrista, no ser¨¢ la minoritaria Izquierda Socialista la que perturbe esa articulaci¨®n: incluso puede recibir ofertas simb¨®licas para reforzar la impresi¨®n de pluralismo.
Siguiendo siempre las huellas de Michels, la relaci¨®n pol¨ªtica resultante puede ser definida como bonapartismo: el l¨ªder legitima su preeminencia indiscutible por el respaldo de la voluntad de todo el partido, el citado nosotros, eliminando cualquier otra mediaci¨®n. La ejecutiva no ser¨¢ entonces el vector-suma de una conjugaci¨®n de voluntades expresadas democr¨¢ticamente dentro del partido, sino el producto de un criterio personal. De hecho, en el congreso ser¨¢ Felipe Gonz¨¢lez el ¨²nico elegido. Para los dem¨¢s, la asamblea ratificar¨¢ los cargos por consenso, es decir,por aclamaci¨®n. Y oponerse a Gonz¨¢lez es hacerlo al partido.
De ah¨ª que sea l¨®gico el re curso a un curioso valor, de escasa tradici¨®n en la historia de la izquierda: la lealtad. Si bien en este caso se define en relaci¨®n al partido, el t¨¦rmino evoca un tipo de fidelidad al poder ya constituido, personal o institucional, m¨¢s cercano al mundo medieval que a un planteamiento democr¨¢tico moderno. El historiador Georges Duby asocia lealtad y alto nacimiento, situando la definici¨®n del vocablo en el campo de las canciones de gesta. Es una virtud caballeresca, opuesta a la felon¨ªa, que informa la participaci¨®n en la hueste del se?or. M¨¢s adelante, su objeto var¨ªa, como en la lealtad a la corona de que habla Garc¨ªa Pelayo, pero el sentido desde el sujeto se mantiene. Es una revisi¨®n nada gratuita: en la ponencia marco, lealtad se contrapone a debate abierto "entre fracciones distintas y estables", de tipo parlamentario, en el partido. Implica la prioridad del seguimiento fiel y sobre la discusi¨®n de fondo. Parece, pues, que el PSOE surgido del 33? Congreso tendr¨¢ como tarea esencial actuar como una eficaz correa de transmisi¨®n. "El partido debe apoyar al Gobierno y ser instrumento de explicaci¨®n ante la sociedad de su acci¨®n", define la ponencia marco. El PSOE tiende as¨ª a convertirse en una gran oficina de informaci¨®n p¨²blica que difunde la justificaci¨®n de las grandes decisiones del Gobierno. En realidad, no pod¨ªa ser de otro modo, porque en su enlace con el Gobierno -"constituyen dos caras del mismo proyecto"-, la posici¨®n del partido es estrictamente subordinada. El Gobierno act¨²a de forma independiente; luego al partido s¨®lo le cabe secundar esa acci¨®n. La funci¨®n ideal de los partidos como agentes de elaboraci¨®n pol¨ªtica queda anulada. En vez del intelectual colectivo, tenemos delante el partido-altavoz. Con lo cual, la medievalizante lealtad a que hicimos referencia adquiere un sentido muy concreto de ordenaci¨®n disciplinada, respecto del partido y, lo que es lo mismo, de su l¨ªder. El partido debe ,,actuar como intermediario entre la sociedad y el Gobierno", apunta la ponencia. Pero de inmediato se evita toda tentaci¨®n de autonom¨ªa, puesto que dicha mediaci¨®n es unidireccional: consiste en "explicar la acci¨®n de ¨¦ste [del Gobierno] y la coherencia de sus objetivos y prioridades".
As¨ª las cosas, mal pod¨ªan los redactores de la ponencia lanzar propuesta alguna que rozara con la pol¨ªtica del Gobierno de Gonz¨¢lez. Sucede, sin embargo, que este despliegue de prudencia pol¨ªtica hace inevitables olvidos de bulto en el dise?o del proyecto presentado a los militantes. Por ejemplo, la ponencia se cuida de dise?ar la filosof¨ªa de la reforma laboral que se ve¨ªa venir, y de encajarla en un enfoque que se autodenomina socialdem¨®crata. Ya se sabe que elecciones y congresos marcan tiempos en que nuestros dirigentes socialistas dejan en el armario la corbata y se enfundan con gusto las prendas que m¨¢s encajan con su adhesi¨®n a la causa de los trabajadores. Prendas de vestido e ideol¨®gicas. Pero tanto progresismo formal no borra la cautela, de modo que los ponentes soslayan toda referencia anal¨ªtica a los or¨ªgenes y desarrollo de la crisis econ¨®mica que afecta a Espa?a. Curiosa socialdemocracia que nada tiene que decir sobre las caracter¨ªsticas y estrangulamientos de la organizaci¨®n capitalista del propio pa¨ªs: para la ponencia todos los problemas vienen de fuera. La explicaci¨®n es que en este campo no hay pol¨ªtica alguna por dise?ar y s¨®lo se trata de arropar ideol¨®gicamente al Gobierno. Las generalizaciones sobre los grandes cambios en el mundo de hoy, las declaraciones de progresismo y de apoyo a la ecolog¨ªa, la contraposici¨®n entre racionalismo y nacionalismo, sirven a este fin, sin obligar a nada.
Estamos ante un discurso perfectista: el an¨¢lisis de los problemas reales resulta sustituido por la invocaci¨®n reiterada de una mejor actuaci¨®n de los socialistas para resolverlos. Y no es que, seg¨²n los ponentes, sean cortos los t¨ªtulos para ello. En una asombrosa valoraci¨®n, nos cuentan que al llegar el PSOE al poder, en 1982, la situaci¨®n espa?ola se caracterizaba por cinco notas: "Autoritarismo, intolerancia pol¨ªtica, aislamiento, atraso econ¨®mico y segmentaci¨®n social". De modo que nos sacaron del franquismo y poco menos que de la edad de piedra. Implantaron "un aut¨¦ntico sistema de solidaridad", han hecho crecer pensiones, prestaciones de desempleo, una econom¨ªa "abierta e interdependiente". Buen ejemplo de puesta en marcha anticipada del altavoz pol¨ªtico. De manera que no resulta preciso llenar de contenidos concretos el "impulso democr¨¢tico", la gran promesa. Incluso la ponencia huye de las palabras que queman: corrupci¨®n es sustituida por fraude, que recuerda menos cosas. Todo es "perfeccionamiento" y "profundizaci¨®n", salvo cuando existe una iniciativa ya perfilada del Gobierno; entonces cabe descender a tierra. No hay mucho espacio para la elaboraci¨®n pol¨ªtica en un partido cuyo "impulso democr¨¢tico" arranca impl¨ªcitamente del postulado de que su jefe no se equivoca.
es catedr¨¢tico de Pensamiento Pol¨ªtico de la Universidad Complutense de Madrid.
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