Acto de contricci¨®n
El primer elemento a destacar en un filme como El cielo y la tierra es su coherencia. Pieza final de un rompecabezas, el filme de Oliver Stone concluye, con un cambio de ¨®ptica, una trilog¨ªa sobre una guerra que, en sus dos primeras entregas -Platoon y Nacido el 4 de julio-, se centraba por completo en experiencias personales recogidas por el voluntario Stone durante su estancia en el Lejano Oriente, entre 1965 y 1967. Ahora, el punto de vista se desplaza hacia quienes m¨¢s sufrieron la guerra, ese pueblo que, Stone lo reconoce, fue torturado, empujado a prostituirse y despreciado por unos invasores que no ten¨ªan ni idea de d¨®nde pon¨ªan sus pies.Coherencia hay, pues, en la opci¨®n adoptada por el ¨²nico director estadounidense importante que estuvo en el frente de dar la palabra a los otros, a sus v¨ªctimas. Aunque hay que recordar que hubo antes que ¨¦l cineastas que fueron m¨¢s lejos: por citar s¨®lo un caso, Haydon y HaskeIl WexIer, con la ayuda de la entonces esposa del primero, Jane Fonda, quienes en 1974 rodaron Introduction to the Enemy en plena Hanoi. Hac¨ªa falta mucho m¨¢s coraje para hacerlo entonces que hoy, 20 a?os despu¨¦s, y a toro pasado.
El cielo y la tierra (Heaven and Earth)
Direcci¨®n: Oliver Stone. Gui¨®n: O. Stone, seg¨²n los dos vol¨²menes de la autobiograf¨ªa de Le Ly Hayslip.Fotograf¨ªa: Robert Richardson. M¨²sica: Kitaro. Int¨¦rpretes: Hiep Thi Le, Tommy Lee Jones, Joan Chen, Haing S. Ngor. Estreno en Benlliure, Madrid, Princesa (V. O.) y Renoir (V. O.).
El cielo y la tierra es- a diferencia de todo el cine anterior rodado sobre el conflicto vietnamita, un filme equidistante de los dos bandos en conflicto, lo que le interesa a Stone no es el punto de vista Vietcong, ni el mantenido por los americanos y sus lacayos sudistas -aunque a todos los retrate, y con fuertes trazos cr¨ªticos-, sino sobre las consecuencias nefastas de la guerra sobre la vida cotidiana de la gente sencilla, de esos campesinos que dirigen un ojo hacia Buda, hacia el cielo, y el otro hacia la tierra, hacia el trabajo cotidiano que les dar¨¢ el sustento. El hilo conductor es una chica cuyo punto de vista autobiogr¨¢fico nuestro hombre acepta sin rechistar, fascinado por una traum¨¢tica peripecia personal, a la cual ¨¦l y la gente como ¨¦l tanto contribuyeron.
El cielo y la tierra es as¨ª, y ante todo, el acto de contrici¨®n de un ex verdugo respecto a una de sus potenciales v¨ªctimas, lo que es muy loable por parte de Stone y tal vez ayude a entender el porqu¨¦ de una aceptaci¨®n tan acr¨ªtica del calvario de Le Ly, e incluso la poderosa redundancia -?esa m¨²sica, qu¨¦ horror!-, el pleonasmo a veces irritante de sus im¨¢genes.
Entenderlo, que no aceptarlo: del talento narrativo de Stone se pod¨ªa esperar lo que el filme da, que no es poco, una fuerza, una torrencialidad que, est¨¢ ya dicho, equipara su puesta en escena con la de algunos ilustres narradores del cine cl¨¢sico de su pa¨ªs, pero del conocimiento que el cineasta tiene de. Vietnam y de sus propios camaradas de armas se pod¨ªa esperar m¨¢s que el simple malos-malos con buenos que, en una lectura ¨²ltima, es lo que arroja este filme enga?osamente cr¨ªtico.
Exigencias
Tal vez le estemos exigiendo mucho: dadas las condiciones de producci¨®n de cualquier producto americano, el de Stone da mucho m¨¢s que cualquier otro, y la mejor prueba es el ol¨ªmpico desd¨¦n de la Academia respecto al filme. Explica, por ejemplo, por qu¨¦ el Vietcong era repetado y aceptado en los poblados; muestra a un personaje, el hermano de Ly, que, despu¨¦s de haber combatido durante a?os en las filas vietcong, sigue manteniendo su honor personal y sus puntos de vista. Y por encima, muestra la poco gratificante cara del ocupante americano, que todo pretende comprar con su arrogancia y sus d¨®lares y que, inevitablemente, volver¨¢ da?ado a casa: el final que la ficci¨®n reserva a Tommy Lee Jones es la clausura simb¨®lica de una pesadilla colectiva. A medio camino entre el arrepentimiento y la admiraci¨®n por la fuerza de voluntad de esos budistas sabios, por una cultura milenaria que ha suifrido toda clase de contingencias, Stone tal vez contribuya con su pel¨ªcula al debate nacional sobre los traumas que todav¨ªa arrastra la sociedad americana respecto a la experiencia vietnamita. Visto desde aqu¨ª, su actitud de contrici¨®n es personalmente respetable. Pero llega irremediablemente tarde.
Babelia
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