Brian de Palma se recupera un poco en 'Carlito's Way' de sus ¨²ltimos fracasos
Acaba el festival con s¨®lo cuatro pel¨ªculas dignas de menci¨®n
ENVIADO ESPECIALAyer finaliz¨® sin pena ni gloria la secci¨®n oficial de una Berlinale que, de entre una treintena programada, s¨®lo ofreci¨® cuatro pel¨ªculas dignas de consideraci¨®n, la cubana Fresa y chocolate, y tres europeas: la polaca Blanco, y las brit¨¢nicas En el nombre del padre y Ladybird, ladybird. La alta calidad de estas cuatro obras contrast¨® con el bajo nivel de las restantes, que consigui¨® ayer elevar algo Carlito's Way, donde Brian de Palma se recupera un poco de sus dos ¨²ltimas y terribles meteduras de pata, pero en la que peca de un exceso de tendencia a la facilidad y a la concesi¨®n a la galer¨ªa.
Un balance, por tanto, muy desequilibrado el que ofrece retrospectivamente esta edici¨®n de la Berlinale. S¨®lo se salvan Queridos amigos, de Mario Monicelli; Philadelphia, de Jonathan Demme, y la coreana de t¨ªtulo intraducible Hwaomkyung, que merecer¨ªan entrar hoy en el reparto de los premios de consolaci¨®n. Pero en este festival hay antecedentes que hacen temer que se produzcan a ¨²ltima hora en el jurado incre¨ªbles transacciones y cambalaches, por lo que no ser¨ªa extra?o ver tambi¨¦n en la lista de premios al intragable ejercicio de formalismo hueco que hace Alain Resnais en Smoking, no smoking, y alguna de las dos cat¨¢strofes vestidas de celuloide que nos han colocado los anfitriones alemanes ante las narices.La tercera margen del r¨ªo, pel¨ªcula brasile?a dirigida por Nelson Pereira dos Santos, uno de los veteranos del cinema novov brasile?o de los a?os 60, qued¨® dentro del mont¨®n; y la rusa El a?o del perro, dirigida por Semion Aranovich, aunque est¨¢ interpretada, tan maravillosamente como siempre, por Inna Churikova, dura dos siglos y medio cuando su argumento da de s¨ª por los pelos para hora y media.
Cerca de dos horas y media dura tambi¨¦n Carlito's Way. Brian de Palma parece que esta vez ha perdido algo de su habitual contenci¨®n y sentido de la s¨ªntesis, de manera que mete en la pantalla mucho celuloide innecesario, lo que en su caso parece un s¨ªntoma de inseguridad, justificado por la falta de ¨¦xito de su trabajo a partir de Los intocables y por los estruendosos fracasos de sus dos ¨²ltimas pel¨ªculas, La hoguera de las vanidades y Raising Cain, donde quiso hacer obras m¨¢s personales que los refritos que le dieron fama y le salieron unos emplastos hist¨®ricos.
Ahora, escaldado por estas desdichadas incursiones en la cosa intelectual, Palma retorna a lo suyo: al plagio como sistema, al refrito y al g¨¦nero imitativo. El maestro Palma vuelve as¨ª a su verdadera dimensi¨®n de disc¨ªpulo. Y mejora: hace una pel¨ªcula de g¨¢nsteres con todos los ingredientes y logra que Al Pacino y Sean Penn logren un buen trabajo. Divierten y esto no es poco, pero lo hacen m¨¢s con pirotecnia que con cine. Es una obra de grandes vuelos, pero menor: bien hecha y organizada, con una largu¨ªsima pelea final a tiros trepidante y bien graduada, que despert¨® al abundante personal que estuvo dormitando durante las dos horas que preceden a este alarde de fuegos artificiales.
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