Europa y su circunstancia... hoy
Se dice de las generaciones de cada momento hist¨®rico que son egoc¨¦ntricas, que est¨¢n convencidas de que lo que a ellas les pasa, que lo que ellas viven y hacen para la historia, es lo esencialmente trascendente porque es algo que no ha acontecido a las dem¨¢s. Sin duda que es ingenua tan marcada pretensi¨®n de protagonismo. No obstante, y como en todo, hay excepciones. Una de ellas es la referente a la generaci¨®n actual, a la que, seg¨²n las tesis de Ortega, anda hoy en plena actividad en la pol¨ªtica, en estrategia, y en la historia por tanto. Es la que est¨¢ ahora entre los 45 y los 60 a?os. Esa generaci¨®n puede creer con propiedad que en sus tiempos ha ocurrido algo ins¨®lito. ?Qu¨¦ es ello? Simplemente, que de dos potencias armadas y enfrentadas en todo, con el dominio del mundo en juego, una de ellas baja la guardia y abandona la lucha sorda y fr¨ªa aun antes del estallido de la guerra esperada siempre con alta cifra de probabilidad. La causa de ese hecho ins¨®lito, como en puridad casi todas las causas verdaderas de los hechos hist¨®ricos trascendentes, es confusa, de dificil¨ªsima apreciaci¨®n y de aclaraci¨®n tan s¨®lo posible si acaso en un futuro algo lejano que lleve a un pasado, tranquilo ya, el hoy que discurre; pero, sea cual sea en verdad, presenta esa causa ra¨ªces decididamente pol¨ªticas, ya que en el fondo de todo se siente el latir del alma rusa con s¨ªstoles y di¨¢stoles ideol¨®gicas de reducida materialidad. Los efectos de esa causa s¨®lo vislumbrada son, por el contrario -lo est¨¢n siendo-, de menos dificil identificaci¨®n, y abarcan en amplitud ancho abanico: son pol¨ªticos por la naturaleza de las cosas; econ¨®micos, por raz¨®n de todo cambio de lo hundido en la vida de los pueblos; estrat¨¦gicos son tambi¨¦n por la entidad del acto en s¨ª que ha puesto en marcha -con el bajar la espada y el escudo- el din¨¢mico proceso, evolutivo s¨®lo por ahora, decidido desde Mosc¨² por Gorbachov y por el pueblo ruso. Causa: entrevista; efectos: en iniciaci¨®n hacia un futuro siempre incierto; resultados ... : ?resultados? S¨®lo los que por ser inmediatos, efectos ya tangibles, est¨¢n empezando a tomar forma. Para m¨ª hay tres destacados:1. El poderoso que ve que su enemigo abandona se siente virtual vencedor y se crece; se crece en todo, pero mucho en lo pol¨ªtico y sobre todo en lo estrat¨¦gico.
2. El otro poderoso se debate obligadamente en la transici¨®n que se ha autoimpuesto, y que parece estar siguiendo un plan no mal trazado, pero que, como todo plan, est¨¢ sujeto en su progresi¨®n a problem¨¢ticas incertidumbres...
3. Los dem¨¢s -en la pr¨¢ctica, todos, incluso esos dos poderosos- est¨¢n desconcertados. El poderoso crecido es Estados Unidos de Am¨¦rica; el poderoso en evoluci¨®n son Rusia y las otras rep¨²blicas socialistas sovi¨¦ticas de ayer; entre los dem¨¢s desconcertados est¨¢ Europa.
El hoy de Estados Unidos refleja el vibrar de una naci¨®n euf¨®rica y exultante, convencida de su omnipotencia en todo. Estados Unidos se tiene a s¨ª mismo por vencedor en la llamada guerra fr¨ªa, y se considera eso -ingenuo espejismo- por la inteligente y activa eficacia de sus propios haceres frente a los del adversario que aparentemente ha cedido. Tal convicci¨®n parece asegurarle en la validez de su trayectoria imperialista, casi coincidente ¨¦sta con su nacer como naci¨®n, y tal seguridad le justifica ante ¨¦l mismo en la exteriorizaci¨®n de su sentir, y no se recata en jugar bazas del palo imperial ejerciendo mando pragm¨¢tico con aspiraciones de que por doquier se tenga ¨¦ste por indiscutible. En lo estrat¨¦gico lo prob¨® no hace mucho tiempo con la tan aireada guerra del Golfo y con la intervenci¨®n caprichosa en Somalia y en otras zonas conflictivas del planeta. En lo econ¨®mico est¨¢n todav¨ªa en los o¨ªdos de todos los ecos de su disimulada imposici¨®n dictatorial interesada en lo propio -cosa natural-, pero tambi¨¦n farisaicamente expuesta con enga?osos fundamentos de amistad hacia lo ajeno. En lo pol¨ªtico, terreno en el que el mando pragm¨¢tico puede ejercerse con mejor disimulo y franca eficacia, Estados Unidos est¨¢ actuando ya con superioridad declarada hacia todos, incluso con respecto a quienes son oficialmente aliados suyos: concretamente, ante Europa. En la OTAN siempre ha mandado Estados Unidos. Ahora est¨¢ intensificando su mando y su poder en el seno de la Alianza. ?sta no tiene ya raz¨®n de ser en cuanto tal; sin embargo, conviene mantenerla y apuntalarla, como sea, para que siga sirviendo de medio llamativo -aunque innecesario- con el que los poderosos de Washington contin¨²en mandando pragm¨¢ticamente sobre sus nominales aliados, y en especial sobre los europeos, sobre Europa.
El hoy de la antigua URSS, de Rusia, es s¨®lo de influencia indirecta en la hora hist¨®rica del mundo, influencia m¨¢s cercana, en cambio, en el ser y en el hacer de Occidente en general y de Europa con mayor particularidad. Como toda transici¨®n pol¨ªtico-estrat¨¦gica -o hist¨®rica, mejor- de un coloso, la evoluci¨®n rusa es imprevisible en su final. Natural es la expectativa ansiosa y recelante en algo de los extra?os: Estados Unidos, Europa, Jap¨®n, China..., expectativa que est¨¢ animando al euf¨®rico poderoso a la intervenci¨®n econ¨®mica, estrat¨¦gica y pol¨ªtica en la complicada transici¨®n -cre¨ªdamente hacia la democracia liberal del corte de las occidentales- de su propio enemigo de ayer. Pero lo m¨¢s preocupante, al menos para los de nuestro lado, es el hoy de Europa.
El hoy de Europa palpita con la din¨¢mica de la intentada consolidaci¨®n de su unidad; con el deseo de la real Uni¨®n Europea. Como toda maniobra pol¨ªtica de altos vuelos y grandes dimensiones, la uni¨®n de Europa est¨¢ encontrando dificultades y resistencias en su tramo final, rozamientos y marejadas que son tan s¨®lo superficiales y que no alteran lo esencial hundido que sustenta el alma europea, que ya ha despertado de su sue?o hist¨®rico de siglos. Europa ¨ªntegra, una Europa consolidada, la Uni¨®n Europea real ya y eficazmente activa, habr¨¢ de ser por fuerza entidad que no admita de otra semejante un mando pragm¨¢tico sobre ella. Europa no puede ser sat¨¦lite; ha de ser -porque lo exige su alma- astro del momento hist¨®rico que empieza, comparable a otros posibles que puedan recorrer hoy y ma?ana sus ¨®rbitas en torno al sol de la historia. Pero Estados Unidos quiere seguir mandando en Europa y sobre ella, y tal vez radique ese deseo suyo en el enigm¨¢tico determinismo hist¨®rico que ha impulsado siempre a los potentes entes nacionales al dominio general sobre su entorno. La amistad, la alianza oficial de hoy, encierra por ello el riesgo de convertirse no m¨¢s que en apariencia que puede desvanecerse pronto y desintegrarse en su esencia para trocarse en rivalidad, que ser¨ªa aparente a su vez tan s¨®lo en un principio, pero que acabar¨ªa siendo real y viva a la larga. La profec¨ªa en historia es insensata, mas la predicci¨®n no lo es tanto si s¨®lo pretende generalidad, ya que, en ciertos de sus ejemplos, la historia se repite. La rivalidad -la posible hostilidad inclusoEstados Unidos- Europa no vendr¨ªa a ser nada verdaderamente nuevo o ins¨®lito, ya que representar¨ªa un caso m¨¢s del t¨ªpico renversement des alliances, del que la historia -en especial tal vez la de Europa- est¨¢ plagada. De mucho de eso surge y brota el desconcierto de Europa. Estando, como est¨¢, en una fase crucial de su vida hist¨®rica -la crisis de su uni¨®n es natural y pasajera-, ve a ambos lados de su geograf¨ªa realidades de compleja interpretaci¨®n. A levante, el misterio ruso, que parece volver, como hace un par de siglos, a querer asemejarse en lo exterior a Europa. A poniente, la imposici¨®n americana que, sin tapujos ya, pretende sobre ella -y con sutilezas diplom¨¢ticas al mismo tiempo sobre la Rusia actual- su mendo pragm¨¢tico, creyendo ilusoriamente conocer esta Europa, nueva en gran parte de su exterior, pero vieja en el br¨ªo de su cuerpo y en el pensar de su alma, y dando por seguro asimismo que sabe lo que Rusia es y lo que esa Rusia quiere, porque est¨¢ cometiendo el error de juzgar en pol¨ªtica y en diplomacia -en historia- al resto del mundo por sus propias convicciones y midiendo las reacciones de ¨¦ste con sus propios par¨¢metros.
Pese a estar desorientada en superficie -que es lo que reflejan a diario los peri¨®dicos, Europa da la impresi¨®n de que, en lo hundido -que es lo hist¨®rico-, sabe con suficiencia lo que quiere y mide con prudencia lo que puede. Querer, quiere llegar a ser ella misma mediante una union efectiva y real; poder, no puede todo lo que deseara porque Estados Unidos puede m¨¢s, e incluso lleva el pragmatismo al insinuar disimulado de su no gustarle la unidad de Europa, ya que una Europa unida habr¨¢ de ser menos manejable. Europa intuye la hostilidad con Estados Unidos a la que le lleva el oculto determinismo hist¨®rico, porque ya ha dado s¨ªntomas de sentir algunas de sus diferencias en lo pol¨ªtico, en lo estrat¨¦gico y, sobre todo, en lo econ¨®mico, que expresan oposici¨®n y rivalidad. Y el, desconcierto de Europa se intensifica ante el l¨®gico deseo que, de ser Europa tambi¨¦n, muestran otras naciones verdaderamente europeas, aunque se les llame "del Este", e incluso alguna que nunca ha tenido que ver con Europa m¨¢s que en simb¨®licas ocupaciones geogr¨¢ficas; y parece a Europa desnortarle la propia teor¨ªa europea de lo que ha sido la Alianza Atl¨¢ntica y lo que quiere Estados Unidos que siga siendo ahora, cuando, sin raz¨®n de ser en cuanto tal, se intenta hacer de ella una partnership for peace -o asociaci¨®n para la paz- con inclusi¨®n de enemigos de ayer, quienes, con mejor acuerdo que el propio Occidente, desmontaron en su hora su estructura estrat¨¦gica.
El hoy pol¨ªtico y estrat¨¦gico tiende al ma?ana sobre derrota conocida en el arranque, pero imprevisible en su concreci¨®n final. El hoy de Europa se dirige din¨¢micamente hacia su objetivo, su gran primer objetivo: la real y no s¨®lo nominativa Uni¨®n Europea, aunque se mueve, decidido y convencido de su propiedad, entre escollos de dificultad grande pese a ser suficientemente bien vistos al parecer. No obstante, convendr¨ªa que Europa no desechara de su mente pol¨ªtica e hist¨®rica, antigua y experta, el eterno y prudente decir romano refiri¨¦ndolo a su circunstancia: Timeo danaos et dona ferentes.
Eliseo ?lvarez-Arenas es almirante de la Armada espa?ola.
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