Potencia y valent¨ªa
Es evidente que el p¨²blico de esta ciudad se mueve por ciclos de concierto. Cada ciclo tiene sus caracter¨ªsticas y su p¨²blico y esto no lo mueve nadie. "Palau 100" es un ciclo de "m¨²sica-cl¨¢sica-de-toda-la-vida", un ciclo para un Zubin MeHta o un VIadimir Ashkenazy y si se desv¨ªa un ¨¢pice de estos presupuestos, deja de funcionar o no funciona del todo bien. Vino a Barcelona Nikolaus Hamoncourt y su orquesta, el Concentus Musicus, un director y una orquesta que hoy, donde quieran que vayan, llenan hasta la bandera, pues, adem¨¢s de ser buenos, est¨¢n de moda y esto es lo que cuenta.Vino Harnoncourt, uno de los grandes patriarcas de la m¨²sica interpretada con instrumentos originales y no llen¨®. La entrada fue buena, considerable, pero en modo alguno "hasta la bandera". Inconcebible.
Concentus Musicus
Susan Narucki, soprano. Nikolaus Harnoncourt, director. Obras de Haydn. Palau de la M¨²sica Catalana. Barcelona, 21 de febrero.
La ¨²nica conclusi¨®n plausible es que a buena parte del p¨²blico de este cielo no le interesa mucho Hamoncourt y, por el otro lado, que los interesados en Hamoncourt, que los hay -sus discos se venden como rosquillas- no van a este ciclo. Otra prueba: el p¨²blico, al final, acab¨® aplaudiendo con ganas pero al principio le cost¨® entrar, le cost¨® convencerse de que lo que se les estaba ofreciendo era de primera calidad. Y lo era, caramba si lo era. El monogr¨¢fico Haydn integrado por la Sinfon¨ªa n¨²m. 85 'La Reina', la Sinfon¨ªa n¨²m. 82 'El oso' y arias de las ¨®peras Orfeo ed Euridice, La vera costanza, Orlando Palladino y Lo speziale constituy¨® una sesi¨®n felic¨ªsima.
Ante una formaci¨®n equilibrada y de sonido impecable, Harnoncourt, con gesto imperioso pero sobrio, oxigen¨® las sinfon¨ªas de Haydn, apret¨® los tempi hasta hacerlos tensos, vibrantes. El resultado fueron unas sinfon¨ªas "potentes", vivaces y, adem¨¢s de fundamentadas en el conocimiento, valientes.
Fue una delicia ver como orquesta y director se enfrentaban, por ejemplo, a los minu¨¦s de las sinfon¨ªas; en vez de apelar a la danza aristocr¨¢tica de reverencia y genuflexi¨®n, buscaban su referente en la ruda y antigua danza popular, Hamoncourt bat¨ªa el comp¨¢s sin cesar, la orquesta segu¨ªa y ¨¦l a¨²n ped¨ªa m¨¢s, m¨¢s evidencia de ritmo temario. Fueron unos minu¨¦s te?idos de humor, r¨²sticos y campechanotes, unos minu¨¦s que, abandonando el ¨¢mbito de "lo culto", hab¨ªan regresado a la naturaleza, eran verdaderos minu¨¦s asilvestrados.
La otra parte del concierto, las arias, no funcion¨® tan bien. El problema estuvo en que la soprano Susan Narucki, que cant¨® con l¨ªnea, intenci¨®n, conocimiento y gusto, no anduvo muy sobrada de recursos, tenia una cierta tendencia a retrasar en las coloraturas y el registro grave era simplemente inexistente.
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