El d¨¦ficit de las administraciones p¨²blicas fue el pasado a?o el mayor de la historia
Termin¨® el annus horribilis, pero pasar¨¢ a la historia como el peor para las finanzas p¨²blicas desde que existen estad¨ªsticas fiables. El Presupuesto consolidado del Estado, Seguridad Social, comunidades aut¨®nomas y ayuntamientos present¨® el pasado a?o un d¨¦ficit del 7,1% del PIB, s¨®lo rozado en el a?o 1985 (6,9%). En el sector Estado, los gastos han crecido cinco veces m¨¢s que los ingresos, en t¨¦rminos de caja. El Gobierno se plantea, a pesar de ello, el ambicioso objetivo de colocar el d¨¦ficit total en el 3% del PIB en 1996, para lo que ha dise?ado un plan que pretende, sobre todo, reducir gastos de funcionamiento en todas las administraciones. Los gastos sociales -pensiones y desempleo- no sufrir¨¢n un nuevo recorte a corto plazo.
El plan que prepara el Ministerio de Hacienda para recortar dr¨¢sticamente el d¨¦ficit de las administraciones p¨²blicas (al 3% del PIB en 1996, frente al 7,1% de 1993) pasa por una severa contenci¨®n en todos los gastos corrientes. No existe, a medio plazo, la intenci¨®n de volver a recortar los gastos sociales. Con el nuevo sistema de actualizaci¨®n de las pensiones y el reciente recorte en el subsidio de paro, en Hacienda se considera que se ha llegado al l¨ªmite de lo posible.Se trata ahora de cortar una sangr¨ªa que ha sido especialmente grave el pasado a?o. Seg¨²n el avance de liquidaci¨®n del Presupuesto del Estado para 1993, el Estado se gast¨® 1,83 billones m¨¢s de lo presupuestado para las denominadas operaciones corrientes (en contabilidad nacional). ?stas incluyen los gastos de personal, las compras de bienes y servicios, los intereses de la deuda y las transferencias a comunidades aut¨®nomas, ayuntamientos, Seguridad Social, Instituto Nacional de Empleo y empresas p¨²blicas; es decir, todo lo que no es inversi¨®n y transferencias de capital.
Esta desviaci¨®n explica, por s¨ª sola, el 79% de todo lo que el Estado se gast¨® de m¨¢s el pasado a?o (2,319 billones de pesetas). Las cuatro partidas del gasto corriente se quedaron cortas porque se quiso presentar un presupuesto riguroso sin tener en cuenta el verdadero alcance de la crisis. Los excesos en las transferencias a la Seguridad Social y al Instituto Nacional de Empleo se han justificado porque ha habido m¨¢s paro, menos cotizantes y m¨¢s subsidios y porque se han tapado agujeros de a?os anteriores.
Pero lo que desde Hacienda no acaba de encajarse es que se haya producido una desviaci¨®n del 35% en la compra de bienes y servicios. Se presupuestaron 323.600 millones de pesetas y se gastaron 113.200 millones de pesetas m¨¢s. De ah¨ª que una de las primeras medidas que ya se han adoptado para el presupuesto de 1994 sea un ahorro de 25.093 millones de pesetas en este tipo de gastos por parte del Estado y todos sus organismos de la Administraci¨®n central, respecto de lo presupuestado para 1993 (1,007 billones).
Puede parecer poca cosa, pero por algo se empieza. Seg¨²n fuentes de Hacienda, el plan para reducir el gasto se centrar¨¢ sobre todo en contener los gastos corrientes. Los criterios son respetar los compromisos adquiridos en pensiones, pago de las n¨®minas de los funcionarios, intereses de la deuda, prestaciones por desempleo, y dotar las cantidades necesarias para atender los gastos de sanidad y transferencias a otras administraciones p¨²blicas (comunidades y ayuntamientos), pero con los criterios, restrictivos ya aplicados en 1994.
Se quiere, sin embargo, ir m¨¢s all¨¢ y llevar adelante una pol¨ªtica que permita, por ejemplo, evitar duplicidades en los servicios que prestan las distintas administraciones. Para ello, se utilizar¨¢ la movilidad de funcionarios prevista en la Ley Financiera que se aprob¨® junto a los Presupuestos de 1994. La oferta de empleo p¨²blico se limitar¨¢ a lo imprescincible, y seguir¨¢ la misma pol¨ªtica en cuanto a las retribuciones de los funcionarios. No est¨¢n previstas privatizaciones masivas de empresas p¨²blicas.
Incumplimientos
Los 2,319 billones de pesetas que el Estado gast¨® de m¨¢s el pasado a?o se han materializado, sobre todo, en cr¨¦ditos extraordinarios. ?stos -la mayor¨ªa para tapar d¨¦ficits del Inem de los a?os 1991, 1992 y 1993- explican m¨¢s de la mitad de esta desviaci¨®n, al alcanzar los 1,291 billones de pesetas y ser un 463,4% superiores a los del a?o anterior. Se habr¨ªa incumplido as¨ª el l¨ªmite del 3% sobre los cr¨¦ditos iniciales que la Ley de Presupuestos estableci¨®. Pero el Gobierno decidi¨® eliminar este autocontrol del gasto por decreto ley en diciembre pasado.
Adem¨¢s de los cr¨¦ditos extraordinarios, que han ido a parar a gastos corrientes, el presupuesto del Estado se desvi¨® en las llamadas incorporaciones de remanentes que se han producido, sobre todo, en los gastos de inversi¨®n. Esta partida responde a gastos que no se efectuaron en 1992 y que se han incorporado al presupuesto de 1993. Esto suele ocurrir en las inversiones p¨²blicas que tienen un programa de ejecuci¨®n plurianual. El pasado a?o, los remanentes alcanzaron los 514.400 millones de pesetas, un 29% m¨¢s que el a?o anterior.
El Consejo de Ministros, en un acuerdo de finales del pasado a?o no hecho p¨²blico, decidi¨® cortar con esta f¨®rmula que emplean algunos ministerios -sobre todo Obras P¨²blicas y Defensa- para disponer de m¨¢s presupuesto. Seg¨²n este acuerdo, las incorporaciones de remanentes del a?o anterior no pueden superar el 10% de los cr¨¦ditos iniciales del a?o en curso.
En los ingresos, los beneficios hist¨®ricos del Banco de Espa?a -un bill¨®n de pesetas, gracias a las tormentas monetarias- han amortiguado una ca¨ªda que podr¨ªa haber sido estrepitosa. El pasado a?o, se recaud¨® en conjunto 636.500 millones de pesetas menos de lo previsto. Solamente en las grandes figuras impositivas (IVA, Sociedades y Renta) se han recaudado 1,110 billones de pesetas menos de lo presupuestado y 341.300 millones menos que el a?o anterior. Las principales razones est¨¢n en una menor actividad econ¨®mica, las mayores solicitudes de aplazamientos de pagos y una mayor agilidad en las devoluciones.
Todos igual
Este panorama poco alentador no es, seg¨²n Hacienda, una caracter¨ªstica exclusiva de Espa?a. Seg¨²n este departamento, la mayor¨ªa de los pa¨ªses de nuestro entorno han batido igualmente marcas hist¨®ricas en sus cifras de d¨¦ficit. La crisis econ¨®mica ha hecho disminuir los ingresos y aumentar los gastos sociales en todos los pa¨ªses. Pero en Espa?a, a los efectos de la recesi¨®n se han unido los de un presupuesto al que no se quiso dar por enterado de ella. As¨ª, los agujeros de la sanidad y el desempleo han cabalgado un a?o sobre otro, hasta que al final, como suele ocurrir, los defectos salen a la superficie.
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