Las querellas acabaron con los charlatanes
La telebasura es un fen¨®meno poco extendido, en contra de lo que pudiera parecer desde Espa?a. S¨®lo nuestro pa¨ªs, Italia y EE UU emiten programas escabrosos o amarillistas sin apenas problemas legales. En los principales estados de la Uni¨®n Europea la situaci¨®n est¨¢ regulada: apenas hay telebasura, o si la hay, en horarios minoritarios, debido a una legislaci¨®n clara y a los gustos de los espectadores. Sin embargo, en Estados Unidos, el referente televisivo por excelencia, la telebasura goza de excelente salud. La demanda de los telespectadores ha provocado que asuntos con morbo relacionados con famosos hayan desplazado de la apertura de los informativos de calidad a los debates pol¨ªticos o la guerra de Bosnia.En Fraricia, la telebasura va escasa. Ni siquiera en TF-1, la principal cadena privada y la m¨¢s propensa a los excesos, abundan los higadillos o las excavaciones en vidas privadas. Hay dos razones para ello. La primera, la falta de inter¨¦s de los franceses por este tipo de cosas; a diferencia de lo que ocurrir¨ªa en otros pa¨ªses, s¨®lo la prensa marginal se explaya sobre las amantes del presidente Mitterrand o sobre si tiene o no un hijo natural, por poner un ejemplo. El sensacionalismo no gusta, y las intromisiones en la vida personal menos. La segunda raz¨®n son las limitaciones indirectas impuestas a la programaci¨®n.La programaci¨®n de televisi¨®n y radio est¨¢ regulada por el Consejo Superior de los Audiovisuales (CSA), un organismo cuyos miembros son elegidos por la presidencia de la Rep¨²blica, el Gobierno y el Parlamento. En cuanto a la contenci¨®n de la basura televisiva, el CSA tiene un eficaz mecanismo: ese tipo de programas no se contabilizan dentro de los m¨ªnimos de programaci¨®n propia, creados para defender la industria audiovisual francesa.
Para las cadenas de televisi¨®n, muy especialmente la poderosa TF-1, acaba resultando no rentable producir tertulias baratas que, al no incluirse dentro del c¨®mputo, deben compensarse con programas m¨¢s caros y aceptables para el CSA.
Casos, por supuesto, los hay. Fue notorio el de Patrick Sabatier, presentador estelar de TF-1 hasta que se busc¨® la ruina con un espacio sobre, medicina alternativa. El programa deriv¨® hacia el curanderismo y la charlataner¨ªa, y acab¨® siendo objeto de querellas millonarias por parte de espectadores que, en su credulidad, pusieron en pr¨¢ctica los consejos de los invitados por Sabatier y sufrieron da?os. TF-1 cerr¨® el programa y elimin¨® a Sabatier de la pantalla.
Sumarios, a los tribunales
Otros programas pol¨¦micos, por sus ribetes sensacionalistas, son Perdido de vista (comparable al espa?ol Qui¨¦n sabe d¨®nde, y ya desaparecido), Los ausentes nunca tienen raz¨®n (escenario a semejanza de un tribunal y entrevistas con personajes marginales) y Testigo n¨²mero 1 (reconstrucci¨®n de sucesos reales con la ayuda de testimonios). Este ¨²ltimo campo del suceso-verit¨¨, f¨¦rtil hace unos a?os, se agost¨® cuando la justicia francesa record¨® de forma tajante a las televisiones que la instrucci¨®n de sumarios era competencia exclusiva de los tribunales.
La m¨¢s reciente actuaci¨®n de la CSA se produjo el viernes, cuando lanz¨® una advertencia a la emisora de radio juvenil Fun Radio por el, en opini¨®n del organismo, excesivo contenido sexual del consultorio Love in fun. En ¨¦l, la audiencia plantea preguntas, que giran entorno a la droga o al sexo. El ex ministro de Cultura socialista Jack Lang elogi¨® el programa por su franqueza frente al problema del sida.
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