Madrid como pretexto
Los pol¨ªticos tenemos la obligaci¨®n de ofrecer a los ciudadanos aquello que de verdad podemos cumplir. De la solvencia de nuestras actuaciones depende nuestra credibilidad, que es uno de los valores m¨¢s anhelados por cualquier responsable p¨²blico. Sobre todo ahora, cuando la sospecha de corrupciones y la consiguiente decepci¨®n de los ciudadanos est¨¢ poniendo muy cara la recuperaci¨®n de la confianza.Por esta raz¨®n, resulta un tanto esperp¨¦ntico que los concejales socialistas planteen ahora un "acuerdo de progreso para Madrid", en el que se incluye una serie de pretensiones admisibles como ejercicio jur¨¢sico en concursos de telebasura pero no de pol¨ªticos preparados que, se supone, tienen los pies en la tierra y normalmente desarrollado el sentido del rid¨ªculo.
No voy a entrar en el agrio terreno del resentimiento, al que tan propensos son algunos de los m¨¢s conspicuos inspiradores del llamado "acuerdo por Madrid", por respeto al perdedor. Pero Madrid no es ese cuadro esperp¨¦ntico que dise?a tan mal pintor. Ni los madrile?os tan tontos como para cre¨¦rselo. Puede que la explicaci¨®n est¨¦ en el nerviosismo que a algunos socialistas les produce la celebraci¨®n del pr¨®ximo congreso de su partido. Temen que se les acabe el cr¨¦dito. Vi¨¦ndolo as¨ª, es hasta comprensible y justificable que saquen los pies del tiesto y, embalados por la marea de guerra que padecen, propongan crear un frente de acci¨®n y agitaci¨®n contra el gobierno municipal del Ayuntamiento, al que hacen culpable ¨²nico de todos los desastres. Y en su ingenuidad lanzan una bater¨ªa de propuestas, la mayor¨ªa de las cuales se vuelve contra ellos mismos y otras son lucubraciones desfasadas en la mentalidad occidental.
Con el ¨²nico prop¨®sito de restaurar la sensatez en la actividad pol¨ªtica madrile?a, voy a intentar poner en su sitio algunas de las propuestas, publicadas hace unos d¨ªas en esta misma p¨¢gina en un art¨ªculo titulado Mientras respiremos, firmado por Juan Barranco.
El primer punto de ese "acuerdo de progreso" se refiere a la "defensa del Estado del bienestar". Muy bien. De acuerdo. Pero ?qu¨¦ bienestar? ?El que ofrece el Gobierno con m¨¢s de tres millones y medio de parados y con una situaci¨®n de bancarrota que le impide garantizar las pensiones? Ser¨ªa realmente interesante que los progresistas de este supuesto acuerdo ofrecieran una f¨®rmula, siquiera una leve indicaci¨®n, para que los ciudadanos de Madrid respiraran con cierta tranquilidad. Porque el panorama apunta a que los espa?oles estamos en situaci¨®n de "s¨¢lvese quien pueda".
En segundo lugar, "lucha contra el paro". Ya est¨¢ m¨¢s que comprobado c¨®mo lo hacen los inspiradores de este progreso. Otra de las propuestas propugna "una vivienda al alcance de todos". Aqu¨ª se les ha olvidado a?adir "al alcance de todos los que no est¨¦n incluidos en las cooperativas de la PSV", de inspiraci¨®n socialista, gerenciada por un ex comunista y que, en tiempo de euforia, se presentaba como el buque insignia del progreso.
M¨¢s adelante, la proclama entra dentro de la acuarela. Dicen que quieren una ciudad fluida, libre, segura, etc¨¦tera. Todo esto est¨¢ muy bien y, por supuesto, ser¨ªa el ideal, pero ?c¨®mo se logra que una ciudad de m¨¢s de tres millones de habitantes sea fluida si las dos administraciones superiores siguen regateando ayudas a la capital constitucional del Estado?
La realidad es m¨¢s sencilla. Conociendo a algunos de estos progresistas del acuerdo por Madrid, cabe sospechar que detr¨¢s de palabras tan sonoras se encubre un prop¨®sito . mediocre: ellos quieren un Madrid menor, engatusado por la fiesta; algo as¨ª como una especie de Disneylandia en versi¨®n cheli. Y esta propuesta rezuma a?oranza y fracaso. Desde nuestra responsabilldad de gobierno municipal tenemos que confesar la realidad. Nos conformamos con que Madrid sea el resultado de lo que de verdad queremos todos los madrile?os, y aqu¨ª es donde cabe proponer un compromiso formal de respeto mutuo para hacer de nuestra ciudad un lugar de convivencia pac¨ªfica. Como debe ser. Como as¨ª es habitualmente. Sin necesidad de proclamas.
Se propone, por otro lado, un "desarrollo econ¨®mico equilibrado y solidario". Mucho me temo que la pretensi¨®n progresista se limite a sugerir que ese desarrollo se produzca por generaci¨®n espont¨¢nea, en el que el equilibrio que se propugna es un ejercicio circense que se pide a los ciudadanos, a los que s¨®lo se les reconoce, como he dicho, el derecho a las pensiones a 15 a?os vista.
Por ¨²ltimo, piden cosas tan obvias como educaci¨®n y salud para los madrile?os, servicios sociales y bienestar para los mayores y ni?os, pactos sociales para mujeres, para los j¨®venes..., en fin, un inventario b¨¢sico que cualquier responsable pol¨ªtico desea. Son cuestiones de tanta trascendencia que de ning¨²n modo deben convertirse en un instrumento de propaganda y monopolio de una ideolog¨ªa. Los pol¨ªticos tenemos que trabajar en estos aspectos con absoluta humildad, sin alharacas, sin gestos de falso proselitismo. En silencio y con eficacia.
Aunque esta proclama es gen¨¦rica y ser¨ªa l¨®gico que fuera dirigida a todas las instituciones y responsables de Madrid, parece que la intenci¨®n final del supuesto acuerdo es desestabilizar al Ayuntamiento y, en general, tratar de evitar la amenaza de un Gobierno del Partido Popular. No es un manifiesto para el progreso de Madrid, sino contra el actual Ayuntamiento de la capital. A quienes, de vez en cuando, les surja este tipo de tentaciones, que recuerden que no act¨²an contra el Partido Popular, sino contra la voluntad de los madrile?os que nos eligieron democr¨¢ticamente por mayor¨ªa absoluta. En cualquier caso, estamos tranquilos. Son tan poco inteligentes en sus planteamientos y est¨¢n tan poco convencidos de sus convicciones que lo normal es que sigan en el bien ganado olvido. Madrid no necesita redentores.
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