Con Fernando Rey muere un rostro universal del cine
El actor gallego ten¨ªa 76 a?os y deja tras de s¨ª una vasta filmograf¨ªa en la que hay varias obras maestras
Un c¨¢ncer de colon acab¨® ayer en su casa de Madrid con la vida de Fernando Casado Arambillet, conocido como Fernando Rey. Naci¨® en La Coru?a el 20 de septiembre de 1917 y era hijo de un general que en 1936, a?o de su deb¨² en el cine, fue fiel a la Rep¨²blica y luch¨® contra el ej¨¦rcito franquista sublevado. Esto gravit¨® sobre la carrera del actor, que se vio obligado a cambiar de apellido y mantener en sus comienzos un cerco de silencio alrededor de su identidad. Logr¨® ser un actor de talla universal. Su rostro es historia del cine, parte viva de obras como Virid¨ªana, El discreto encanto de la burgues¨ªa, Tr¨ªstana, Campanadas a medianoche y French connection. Las dos primeras, dirigidas por Bu?uel, y la tercera, dirigida por Welles, est¨¢n en la c¨¦lebre lista de las 100 mejores pel¨ªculas de la editorial brit¨¢nica Kobal. La capilla ardiente se instalar¨¢ hoy en los Estudios Luis Bu?uel. Ma?ana se celebrar¨¢ el entierro en la Almudena.
Era Fernando Rey padre de dos hijos y estaba casado con la actriz argentina Mabel Karr, que ayer relat¨® el desenlace con voz conmovida: "No esper¨¢bamos que fuera tan r¨¢pido. Me dijo que le faltaba aire, que le faltaba aire. Le di el calmante que me dijo el m¨¦dico y se me muri¨® en los brazos".Gente de cine cercana a ¨¦l cuenta que la muerte parec¨ªa buscarle desde hac¨ªa tres o cuatro a?os. La extremada delgadez con que sali¨® del rodaje de la monumental serie televisiva El Quijote, dirigida por Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n, cre¨® inquietud por su salud.
Quienes le acompa?aron de cerca en los largos y duros meses de aquel rodaje relataron despu¨¦s, casi en voz baja, su admiraci¨®n por el terco empe?o con que el actor afront¨® diariamente un enorme, casi desproporcionado para su edad, esfuerzo moral, mental y fisico.
Uno de ellos cont¨® por entonces: "Da la impresi¨®n de que hacer este trabajo es para ¨¦l algo m¨¢s que un arriesgado desaf¨ªo profesional. Act¨²a como quien intuye que puede ser el ¨² timo, o el definitivo, de su vida; y lo hace con la decisi¨®n de un muchacho, de meritorio, como si a estas alturas tuviera que demostrar algo. Quiz¨¢s act¨²a con tanta intensidad porque a quien tiene que demostr¨¢rselo es a s¨ª mismo. Es casi un ejercicio tenso y un poco desesperado de supervivencia". 0 una respuesta de su vida al presentimiento de que su final se acercaba. No obstante, Rey actu¨® despu¨¦s en dos pel¨ªculas mas y, premonitoriamente, en una, Al otro lado del tunel, finalizaba su presencia en la pantalla con un paseo decidido y sereno hacia la muerte, y en la otra, Madregilda, hablaba desde el otro lado de ¨¦sta.
La plenitud
Su largo despegue, iniciado en 1939, desde la angostura del cine franquista, al cine universal, abarca algo m¨¢s de dos lentas d¨¦cadas de la vida y la obra del actor, que tuvo que esperar al a?o 1961, en su genial trabajo en Viridiana, para configurar el perfil definitivo de su identidad como artista, incluso en sentido f¨ªsico, pues desde entonces no le abandon¨® la barba con que hoy distinguimos su rostro y que modlfic¨® profundamente su fisonom¨ªa, haci¨¦ndola inimitable.
Luego, poco a poco, lleg¨® la etapa de plenitud, en la que actu¨® en pel¨ªculas que dieron la vuelta al mundo y que incluso alcanzaron una enorme popularidad, como es el caso de French connection, un vibrante thriller dirigido por el norteamericano Willliam Friedkin. Junto a este triunfo de alta resonancia, hay que anotar sus hist¨®ricas colaboraciones con Luis Bu?uel en Tristana (1969), donde logr¨® su memorable Don Lope, que algunos consideran su trabajo m¨¢s completo, la perfecci¨®n misma; en El discreto encanto de la burgues¨ªa (1972), por la que obtuvo el premio al mejor actor en el festival de Cannes de ese a?o, y, finalmente, en Ese oscuro objeto del deseo (1977), donde alcanza la explosiva combinaci¨®n entre serenidad e iron¨ªa que caracteriz¨® la etapa final de su carrera. Recordemos que, tras Campanadas a medianoche en 1965, volvi¨® a actuar con Orson Welles en Una historia inmortal (1967).
Trabaj¨® con asiduidad para las industrias cinematogr¨¢ficas de Estados Unidos (dirigido por Charton Heston, George Marshall, Paul Wendkos, John Frankenkeimer y otros muchos), Reino Unido (dirigido por Stephen Frears), Italia (dirigido por Valerio Surlini, Alberto Lattuada, Francesco Ros?, Mauro Bolognini, Luig1 Comencini) y Francia.
Pero nunca abandon¨® el cine espa?ol y fue en ¨¦l donde dio lo mejor de s¨ª mismo en el absoluto dominio, alcanzado en su etapa final, de los sutil¨ªsimos registros de su estilo, un estilo inimitable por lo que ten¨ªa de intuitivo, propio de actor culto, refinado y sin escuela, de esa estirpe rara que sabe trasladar a la pantalla su propia visi¨®n del mundo por encima de la que le imponen sus guionistas y sus directores. Esto se percibe en El t¨²nel, dirigido por Antonio Drove; Padre nuestro, dirigido por Francisco Regueiro; Despues del sue?o, dirigido por Mario Camus; Pasodoble, dirigido por Garc¨ªa Sanchez; Mi general, dirigido por Jaime de Armi?¨¢n, entre docenas de pel¨ªculas que sin ¨¦l en la pantalla hubieran quedado diezmadas en sus calidades.
Babelia
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