Ense?anza del catal¨¢n
Me gustar¨ªa hacer algunas observaciones sobre la pol¨¦mica ling¨¹¨ªstica que amenaza, desde hace un tiempo, la tranquilidad de los ciudadanos y ciudadanas, sobre todo en Catalu?a.
1. Nada se deber¨ªa objetar sobre la necesidad de aprender una lengua propia de un territorio, porque el sentido com¨²n advierte que "a donde fueres haz lo que vieres", a lo que yo a?adir¨ªa "y aprende lo que puedas, porque esto te aproximar¨¢ a las personas".
2. Pero llevamos tantos siglos pensando en "nombre de algo" que ya no sabemos pensar en nombre de "algunos y algunas". Suele decirse que el aprendizaje de varias lenguas hace tolerante, pero la experiencia indica que a veces eso no se cumple: parece que muchos nazis hablaban varias lenguas y eran doctos en materia musical. Si nos atenemos al modelo de la experiencia, otros casos particulares nos servir¨¢n de ejemplo.
Caso A: Gonz¨¢lez y Aznar o Sempr¨²n y Guerra hablan castellano, pero no se comunican. Extra?a, en cambio, que Guerra y Gonz¨¢lez puedan hacerlo (les une quiz¨¢ la experiencia y el sentido del humor, m¨¢s que la propia lengua).
Caso B: Gonz¨¢lez se entiende muy bien con Delors y parece que a ratos con Pujol; sin embargo, todos tienen como propias lenguas diferentes.
Lo que nos lleva a concluir que la necesidad de aprender lenguas es evidente, pero sobre todo para comprender, porque hablar es otro cantar cuando la persona es ya adulta y tiene un universo ling¨¹¨ªstico ya construido en una sola lengua.
De todos modos, hay diferentes niveles de conversaci¨®n en donde todos nos podemos sentir m¨¢s o menos c¨®modos con una lengua que no es la nuestra, pero que se parece -la excepci¨®n m¨¢s delicada es la del euskera- No es tan dif¨ªcil entender y, a veces, hablar, pero es dif¨ªcil escribir sin llenar el escrito de faltas de ortograf¨ªa, y sin que lo que se est¨¢ diciendo se convierta en un tormento en lugar de un disfrute. Por eso propongo que a Pilar Rahola la dejen "hablar" en catal¨¢n en el Congreso si eso le hace sentirse c¨®moda, y a quien prefiera hacerlo aqu¨ª en castellano, que no tenga que arrostrar, por ello, sentimientos de culpa, ajenos a su voluntad. Los responsables de la Administraci¨®n deben facilitar las cosas para que las lenguas y sus culturas se aproximen, porque no se pueden borrar por decreto, ya que equivaldr¨ªa a borrar a los individuos que las transmiten.
Por ¨²ltimo, otro tema que suele suscitar pol¨¦mica, pero que no conviene obviar, es el de que si pretendemos favorecer el uso de m¨¢s de una lengua no nos queda m¨¢s remedio que adaptar, en lo posible, la ortograf¨ªa y sintaxis a los tiempos, porque la memoria humana tiene sus l¨ªmites, y no puede registrar f¨¢cilmente tantas normas gramaticales. En definitiva, pretendemos que sean c¨®modas en su aprendizaje o, por el contrario, preferimos mantenerlas fieles a su pasado y a sus sacralizadas leyes.
Profesora de Lengua.
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