Rara e inquietante pel¨ªcula
La imagen p¨²blica del australiano Mel Gibson no es precisamente angelical. En su lado profesional el actor se ha especializado en personajes de matarife ejemplar, autosatisfecho de su tarea sanguinaria; y en un cultivo no disimulado, a veces abiertamente obsceno, del divismo, lo que le ha granjeado la hostilidad, a veces virulenta por ejemplo su director, Clive Donner, dice contra ¨¦l ferocidades brutales- de muchos de sus colegas.Por su parte, el ciudadano Mel Gibson ha realizado con frecuencia declaraciones p¨²blicas en las que no escatima para autodefinirse con orgullo tintas de un agresivo y burdo elementalismo: irascibilidad, culto a la violencia, prepotencia, gusto por la intransigencia, el integrismo, el machismo, la insolidaridad y otras actitudes por el estilo, todas ellas parte de la moral de quienes se mueven en casa ajena como elefantes en un cacharrer¨ªa.
El hombre sin rostro
Direcci¨®n: Mel Gibson. Estados Unidos, 1993. Int¨¦rpretes: Mel Gibson, Nick Stahl, Margaret Whitton, Fay Masterson, Gary Hoffman. Estreno en Madrid: cines Palacio de la M¨²sica, Amaya, Juan de Austria, Aluche y, en versi¨®n original subtitulada, Princesa.
Pinceladas militaristas
Tal vez hay algo de fachada en este conjunto de lindezas que el popular personaje airea imp¨²dicamente sobre s¨ª mismo, porque resulta sorprendente y hasta un poco inexplicable que en la pel¨ªcula El hombre sin rostro, junto a algunos destellos de su (es un decir) filosof¨ªa ultra -alguna caricia al culto del militarismo y burlas con algo de arbitraria mala baba contra los intelectuales izquierdistas de su pa¨ªs- que no hacen llegar la sangre al r¨ªo y que no pasan de simples pinceladas ambientales que no contaminan la armaz¨®n de la pel¨ªcula, hay composiciones de im¨¢genes, conflictos, situaciones y personajes llenos de buen gusto, de delicadeza e incluso de ternura.Y el resultado es una pel¨ªcula emotiva, intensa y con un cl¨ªma inquietante -se mueve sobre un juego de misterio parecido al de Matar a un ruise?or, aquella maravilla dirigida por Robert Mulligan- muy bien resuelto por el director Mel Gibson, que hace un uso pudoroso del actor Mel Gibson, al que niega la tentaci¨®n de divismo y somete a la cura de humildad de atenerse a las necesidades estrictas de la construcci¨®n del relato. Se ve y casi no se cree.
Emoci¨®n
No es El hombre sin rostro una pel¨ªcula de las que arrastran multitudes, pero puede y merece tener una audiencia m¨¢s que estimable.Toca con finura cuerdas sentimentales que a todos concierne y sus peque?as manipulaciones ideol¨®gicas no da?an la credibilidad de la f¨¢bula en cuanto tal, que tiene escenas de donde se extrae verdadera emoci¨®n y hacen vibrar.
El d¨²o de amistad entablado entre el maravilloso actor ni?o Nick Stahl y el profesor deforme que encarna Mel Gibson es un aut¨¦ntico bordado de interpretaciones en las que ambos creen a fondo lo que est¨¢n haciendo y lo transmiten con facilidad y a trav¨¦s de una graduaci¨®n impecable, con un complejo suspense sentimental perfectamente encarnado en la secuencia.
La soltura y la elegancia con que el tosco y poco recomendable ciudadano Mel Gibson dirige e interpreta esta pel¨ªcula es innegable. Y merece la pena verse.
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