Un a?o en funciones
HACE UN a?o que la adjunta primera al Defensor del Pueblo, Margarita Retuerto, se hizo cargo interinamente de dicha instituci¨®n tras el cese, al t¨¦rmino de su mandato, de su titular, ?lvaro Gil-Robles. Salta a la vista lo an¨®malo de una situaci¨®n que la ley contempla como una soluci¨®n de emergencia, pero que dura ya un a?o y de la que, de momento, no se prev¨¦ el fin.Lo primero que hay que destacar, en justo reconocimiento a la labor de la defensora del pueblo en funciones, es que tan prolongado periodo de interinidad no ha supuesto ning¨²n da?o o quebranto al normal funcionamiento de la instituci¨®n. Con su gran dedicaci¨®n y experiencia, Margarita Retuerto -adjunta al Defensor del, Pueblo desde hace m¨¢s de dos lustros a instancias del Partido Popular- ha superado con creces los inconvenientes de ejercer m¨¢s all¨¢ de lo legalmente previsible y razonable, funciones a las que la propia Constituci¨®n asigna un cualificado respaldo parlamentario. El balance de su gesti¨®n es netamente positivo.
Pero este esfuerzo personal, por meritorio que sea, no resta un ¨¢pice de gravedad a la situaci¨®n. En el plano pol¨ªtico y en el institucional. De un lado, la incapacidad de los grupos parlamentarios para relevar en tiempo y forma debidos al Defensor del Pueblo muestra su enfeudamiento en t¨¢cticas de mercadeo partidista que dejan en segundo t¨¦rmino los rasgos constitucionalmente exigibles al candidato y colorean de parcialidad el procedimiento de su designaci¨®n. De otro, es manifiesta la situaci¨®n de deterioro en que se coloca a una instituci¨®n cuando se incumplen de manera tan flagrante los plazos legalmente previstos para designar a su titular. Responsables son, sin duda, los dos partidos mayoritarios.
La actuaci¨®n de Retuerto como defensora en funciones durante un a?o basta para demostrar c¨®mo las cualidades exigibles para desempe?ar con eficacia y decoro responsabilidades institucionales al m¨¢s alto nivel no pasan necesariamente por la criba de ninguna opci¨®n pol¨ªtica determinada. Las fuerzas pol¨ªticas deber¨ªan tomar buena nota de esta experiencia. Les ayudar¨¢, sin duda, a dejar a un lado sus reyertas y ambiciones cuando se trata del correcto funcionamiento y del buen nombre de las instituciones.
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