Otra vez los Pirineos
Espa?a se queda aislada en la ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea
El Canal de la Mancha y los Pirineos todav¨ªa existen. Ni el t¨²nel bajo el mar ni el Mercado ?nico han derribado las barreras que hist¨®ricamente han hecho de los brit¨¢nicos y de los espa?oles algo aparte. Lo prueban las negociaciones de ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea (UE), en las que ambos pa¨ªses sostienen posiciones muy similares, aunque los motivos y las intenciones de cada uno sean radicalmente distintas. Ni Londres ni Madrid desean perder la posibilidad de impedir la toma de decisiones mediante el acuerdo entre dos pa¨ªses grandes y uno peque?o. Todos los otros socios europeos se oponen a estas exigencias y quieren abrir las puertas de Europa de par en par sin m¨¢s condiciones. Pero la castiza Espa?a y la orgullosa Albi¨®n hacen causa com¨²n, contra el grueso del continente.Londres no desea que avance la pol¨ªtica social europea y quiere evitar medidas proteccionistas y nuevas barreras comerciales. Madrid intenta defender la agricultura mediterr¨¢nea, los est¨¢ndares medioambientales propios del sur y los m¨¢rgenes de maniobra de un pa¨ªs que no es una potencia ni grande ni mediana. Ambos necesitan el mantenimiento del actual sistema de minor¨ªa de bloqueo en las votaciones que se celebran en Bruselas. Se trata de un complejo sistema de votos y mayor¨ªas que prima a los peque?os Estados, aunque hasta ahora ha sido suficiente tanto para Londres como para Madrid para preservar sus intereses m¨¢s vitales. Pero con la incorporaci¨®n de cuatro pa¨ªses peque?os -Austria, Finlandia, Suecia y Noruega-, los dos grandes y perif¨¦ricos, Espa?a y el Reino Unido, temen por el futuro.
Pero las preocupaciones m¨¢s miopes de ambos gobiernos no bastan para explicar su actitud ante una circunstancia hist¨®rica como es crecer desde la actual Europa de los 12 a la de los 16. Alguna raz¨®n de fondo deben compartir estos dos gobiernos tan dispares. El brit¨¢nico es conservador y al¨¦rgico a la idea de una UE con poderes cada vez crecientes. El espa?ol es socialista y partidario de reforzar la Uni¨®n y su capacidad de maniobra. ?Cu¨¢l es el misterio que ha producido estos extra?os compa?eros de cama?
Al decir de numerosos funcionarios europeos y diplom¨¢ticos de distintos pa¨ªses, esto tiene un nombre: la nueva Alemania. La actual ampliaci¨®n de la UE va a desbordar los horizontes de los propios brit¨¢nicos, que quer¨ªan la ampliaci¨®n para crear una enorme zona de libre comercio sin apenas articulaci¨®n pol¨ªtica. El canciller alem¨¢n, Helmut Kohl, en cambio, busca un ingreso r¨¢pido de los cuatro para abrir las puertas a los vecinos del Este y desplazar as¨ª de una vez la frontera occidental hasta Rusia antes de que pueda instalarse un nuevo poder autocr¨¢tico en Mosc¨². Es la consolidaci¨®n de la Europa alemana, una vez roto pr¨¢cticamente el eje franco-alem¨¢n por agotamiento del polo m¨¢s d¨¦bil.
Espa?a pod¨ªa contar en la Europa renana, fuertemente asociada a la pareja Par¨ªs-Bonn, en la que Francia se situaba en el centro de la geometr¨ªa europea. En el nuevo dise?o, los franceses tiene tendencia a espa?olizarse, es decir, a quedar en la periferia, y todo se desplaza hacia el Este y hacia el Norte. Alemania ocupar¨¢ el lugar central, mientras que el Reino Unido y Espa?a hurgar¨¢n en su pasado transatl¨¢ntico y tomar¨¢n distancias respecto al resto del continente. La cuesti¨®n bizantina del sistema de voto y de las minor¨ªas de bloqueo, que ser¨¢n discutidos el pr¨®ximo martes de nuevo en Bruselas, no surgen pues de cuestiones coyunturales, tal como ven las cosas buen n¨²mero de altos responsables europeos, sino de la perspectiva que ha abierto la nueva situaci¨®n creada desde 1989 con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn.
"Europa debe profundizar en sus instituciones antes de ampliarse", han dicho y escrito una y otra vez responsables de casi todos los pa¨ªses del n¨²cleo hasta ahora m¨¢s europe¨ªsta. Por profundizar entienden realizar una reforma de las instituciones que facilite precisamente la toma de decisiones y el funcionamiento cotidiano de un club con tantos socios y lenguas. Pero nadie ha dado ni un solo paso en esta direcci¨®n, mientras la locomotora de la ampliaci¨®n, con conductor alem¨¢n, avanzaba a todo tren, salt¨¢ndose todos los sem¨¢foros y barreras. S¨®lo uno de los Doce -Espa?a- ha seguido en sus trece, clamando por ampliar y profundizar a la vez. As¨ª, desde que la ampliaci¨®n se ha convertido en el objetivo central de la Uni¨®n, el Gobierno espa?ol se encuentra una y otra vez aislado y se ve obligada a esbozar constantemente amenazas.
"Mientras no se ratifique y entre en vigor el Tratado de Maastricht no pueden empezar las negociaciones de ampliaci¨®n", dec¨ªa el Gobierno. Pero las negociaciones empezaron informalmente el 1 de enero de 1993 (el 1 de marzo en el caso de Noruega) y el Tratado entr¨® en vigor mucho m¨¢s tarde, el 1 de noviembre, hace s¨®lo cuatro meses. Anteriormente, Madrid tuvo que amenazar con impedirla si no hab¨ªa un gesto de generosidad y solidaridad de los Doce con los pa¨ªses de la cohesi¨®n. Tambi¨¦n se vio obligado a anunciar que no ratificar¨ªa el tratado del Espacio Econ¨®mico Europeo (EEE), que ya incorporaba al Mercado ¨²nico a estos cuatro pa¨ªses, junto a los otros de la Asociaci¨®n Europea de Libre Comercio. Bloquear ha sido el verbo conjugado por Espa?a durante meses y meses. Al final, ha llegado al tramo final de la negociaci¨®n poniendo obst¨¢culos y dificultades por todos lados y convertido en el malo de la pel¨ªcula. Y ha bloqueado.
"?Pero no les hab¨ªamos dado los fondos estructurales y de cohesi¨®n?", aseguran indignados los ministros de Econom¨ªa de los otros socios y tambi¨¦n los de los pa¨ªses candidatos, que ya han contribuido a la solidaridad con motivo precisamente del EEE. "?Qu¨¦ m¨¢s quieren ahora?", dicen. Los espa?oles hemos sido calificados de bandidos por negociadores de los otros pa¨ªses, seg¨²n reconoc¨ªa el prestigioso diario brit¨¢nico Financial Times. Jos¨¦ Loria, secretario general de Pesca en el Ministerio de Agricultura, lo explicaba de forma un tanto brutal el pasado martes al terminar la negociaci¨®n pesquera con Noruega, en la noche del bacalao: "Cuando se entra en un club hay que pagar entrada". Recordaba posiblemente el dur¨ªsimo trato que recibi¨® Espa?a en su negociaci¨®n pesquera, que la dej¨® fuera de la pol¨ªtica com¨²n para los siguientes 20 a?os. Posiblemente parte de las asperezas de estos d¨ªas se deben tambi¨¦n a que quienes negociaron la adhesi¨®n espa?ola y sufrieron en sus carnes impertinencias de los entonces Diez son los que ahora negocian la adhesi¨®n de los cuatro candidatos, ricos, rubios y guapos, y sufren de nuevo id¨¦nticas impertinencias.
La anterior ampliaci¨®n incorpor¨® a dos pa¨ªses cat¨®licos, latinos, de renta modesta, que hab¨ªan salido de dictaduras conservadoras y ten¨ªan a Europa como panacea para todos sus males. Eran viejos imperios que volv¨ªan a existir en la escena internacional. Iban a ser receptores netos de fondos comunitarios y ofrec¨ªan a cambio un extenso mercado. La actual incorpora a tres pa¨ªses protestantes anglosajones y uno cat¨®lico germ¨¢nico, con democracias asentadas como m¨ªnimo desde la II Guerra Mundial. Dos de ellos -Noruega y Suecia- tienen papeles destacad¨ªsimos en los foros internacionales en comparaci¨®n con su poblaci¨®n. Su acercamiento a Bruselas se debe a cambios geoestrat¨¦gicos y al inter¨¦s m¨¢s que a la vocaci¨®n y a la devoci¨®n.
En la adhesi¨®n de Espa?a y Portugal era la Comunidad Europea la que pon¨ªa el precio. En la actual es al rev¨¦s: son los nuevos quienes se hacen rogar y cortejar, bajo la amenaza de que sus poblaciones no aceptar¨¢n unas malas condiciones. Todo esto ha hecho estragos entre los diplom¨¢ticos espa?oles: "estamos quemados", "nos han pisado los callos", "nosotros somos los candidatos", "tratan a Noruega como si fuera el pa¨ªs socio y a nosotros como pa¨ªs tercero". Estas expresiones se han o¨ªdo estos d¨ªas -y noches- en los pasillos de las largas veladas de negociaci¨®n. No se trata de que los cuatro hayan obtenido mejores acuerdos que Espa?a, sino algo anterior y todav¨ªa peor: la propia ampliaci¨®n est¨¢ planteada en t¨¦rminos contrarios a la que protagoniz¨® Espa?a. Todo conduce a desmentir el dogma establecido hasta ahora, que el ministro de Exteriores, Javier Solana, todav¨ªa repet¨ªa hace escasos d¨ªas: "Lo que es bueno para Europa es bueno para Espa?a".
En realidad, Espa?a est¨¢ haciendo desde hace meses una curiosa gimnasia. El primer movimiento es una amenaza de bloquear la ampliaci¨®n o alguna decisi¨®n conexa porque atenta contra nuestros intereses y evidentemente a la ortodoxia europe¨ªsta. El segundo movimiento es un rotundo ment¨ªs del presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, o de su ministro de Exteriores a cualquier gesto contrario a la ampliaci¨®n. El tercer movimiento es lo que acaba de suceder: Espa?a act¨²a corno el malo de la pel¨ªcula y efectivamente "lo bloquea todo". "Hemos perdido la batalla de la comunicaci¨®n", admite entonces Carlos Westendorp.
En cualquier caso, todos los viejos t¨®picos y fantasmas vuelven a surgir en estos ¨¢speros envites diplom¨¢ticos entre naciones. La prensa escandinava publica caricaturas donde hay toreros y vikingos, bailaores y sirenas, la siesta y los renos. Y el propio Westendorp, que habla un ingl¨¦s perfecto y trata con deferencia exquisita a los periodistas extranjeros, no puede resistir la tentaci¨®n de la broma xen¨®foba en una de las largas noches de negociaci¨®n. "?Hay vikingos?", pregunta antes de empezar la rueda de prensa. "Pues entonces hablaremos cheli", a?ade.
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