Un repliegue ordenado
Alfonso Guerra convirti¨® ayer un repliegue ordenado en un desfile de la victoria. La brillante maniobra t¨¢ctica que deja al vicesecretario general del PSOE en una posici¨®n pol¨ªtica sensiblemente mejor de lo que deseaban sus poderosos adversarios es tanto fruto de su coraje, tenacidad y habilidad negociadora como del desorden, impericia y esp¨ªritu pusil¨¢nime de sus rivales pol¨ªticos.Guerra ha sabido darle, adem¨¢s, el toque esc¨¦nico adecuado a todos los actos que se han desarrollado durante tres d¨ªas las espaciosas salas y los largos pasillos del Palacio de Exposiciones y Congresos. El suspense (no se sab¨ªa si aceptar¨ªa integrarse en la ejecutiva), la tensi¨®n (se opon¨ªa a la presencia de seg¨²n qu¨¦ compa?eros), el drama (la ruptura de las negociaciones parec¨ªa inevitable) y el acuerdo (la ejecutiva le parece equilibrada) se sucedieron con el ritmo y la precisi¨®n de una buena comedia. Y como broche final, su aparici¨®n p¨²blica tras la fumata blanca. Su descenso de los despachos donde se cocin¨® durante la larga madrugada el acuerdo, rodeado de periodistas, fot¨®grafos, c¨¢maras de televisi¨®n, quedar¨¢ en las retinas de muchos delegados y periodistas como la imagen m¨¢s intensa de este congreso. Guerra sonre¨ªa desde lo alto al cuarto poder que lo cercaba y ten¨ªa un punto de iron¨ªa, incluso de sarcasmo, en los ojos.
Sin embargo, ser¨ªa enga?oso pensar que quien cede terreno, pierde posiciones, gana la guerra. Lo que ha hecho Guerra es salvar su vida pol¨ªtica, reagrupar a sus fuerzas y colocarse en una posici¨®n que le permitir¨¢ dar nuevas batallas. Es indudable -y los rostros desolados de muchos socialistas renovadores lo expresaban ayer en la sesi¨®n de clausura del congreso- que el guerrismo ha salido reforzado como tendencia del 33? Congreso Federal. Pero en esta victoria t¨¢ctica est¨¢ tambi¨¦n su debilidad, ya que Alfonso Guerra es ya, oficialmente, cabeza de una corriente, poderosa pero minoritaria, de un partido que se orienta hacia las mayor¨ªas. Compa?ero de Guerra en este largo pulso -posiblemente sin desearlo- ha sido Jos¨¦ Mar¨ªa Benegas, que ha demostrado, una vez m¨¢s, que es un negociador duro y un buen conocedor de la cultura de una organizaci¨®n que valora la solidaridad interna y el patriotismo de partido.
Pero el destino de estos dos pol¨ªticos no puede ocultar el ascenso y ocaso de diversas estrellas en el horizonte pol¨ªtico socialista, que preside, distante, Felipe Gonz¨¢lez, tan al¨¦rgico, como siempre, a los enfrentamientos internos.
El papel de liderazgo desempe?ado por Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra, Joan Lerma o Carlos Solchaga en estos ¨²ltimos d¨ªas revaloriza su imagen y su peso pol¨ªtico en el partido. Otros, como, por ejemplo, Joaqu¨ªn Leguina, que se distingui¨® en las jornadas previas al congreso por intentar aportar munici¨®n ideol¨®gica a la ofensiva renovadora, ha conocido en sus propias carnes que, en contra de lo que dec¨ªa Felipe Gonz¨¢lez, los silencios t¨¢cticos pueden ser m¨¢s rentables que las declaraciones claras y contundentes.
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