Una espera de 20 a?os
La reticencia de la Academia ha forzado a Spielberg a revolucionar la industria del cine
Los cr¨ªticos se lamentan de que Steven Spielberg haya esperado casi veinte a?os para realizar una pel¨ªcula de la estatura de La lista de Schindler. Hollywood piensa lo contrario, y es muy posible que Hollywood tenga raz¨®n. Porque si, cuando le dieron la oportunidad de su primer largometraje de presupuesto millonario, siendo todav¨ªa un jovenzuelo con el rostro lleno de espinillas, Spielberg hubiera rodado Schindler en lugar de Tibur¨®n, probablemente la industria del cine hubiera perdido la mayor mina de oro de la historia, y, lo que es peor, una generaci¨®n entera de espectadores habr¨ªa crecido sin la revoluci¨®n est¨¦tica que Spielberg ha supuesto dentro y fuera del cine.Despu¨¦s de filmar Schindler, Spielberg no sabe qu¨¦ hacer. Pero s¨ª est¨¢ seguro de que ya no ser¨¢ capaz de volver a hacer el cine que le dio fama durante dos d¨¦cadas. Es l¨®gico. Seguramente es muy dilficil realizar Encuentros en la tercera fase, En busca del arca perdida , E. T. o Parque Jur¨¢sico despu¨¦s de haber hecho Schindler, porque una pel¨ªcula como ¨¦sta impone una l¨ªnea a seguir.
Hasta sus m¨¢s ac¨¦rrimos adversarios reconocen que la llegada de Spielberg al cine fue un soplo de aire fresco en una industria que palidec¨ªa en profundas reflexiones sobre sus propias carencias. Al reconciliar al espectador con la aventura, la emoci¨®n y el entretenimiento sin m¨¢s, Steven Spielberg impuso algo m¨¢s que un estilo de cine, impuso casi un estilo de vida, una moda que trascendi¨® a la m¨²sica, la forma de vestir o de hablar de millones de personas en el mundo, especialmente los m¨¢s j¨®venes, para los que Spielberg constituye el Cecil B. de Mille contempor¨¢neo. Igual que los j¨®venes de los cicuenta imaginaron el mundo en tecnicolor y panavisi¨®n, los de los setenta y los ochenta lo imaginaron con efectos especiales.
Aparentemente, el doloroso parto de Schindler ha dejado a Spielberg vac¨ªo de lo que era su principal riqueza: ideas. En una entrevista concedida al semanario The New Yorker, Spielberg expone su vida como una fren¨¦tica b¨²squeda de ideas, una b¨²squeda que comienza en las ma?anas leyendo las etiquetas de su paquete de cereales. En esa cualidad de producir ideas creyeron los productores que le dieron la oportunidad de realizar Tibur¨®n, pese al fracaso de la que, en realidad, fue su primera pel¨ªcula, The Sugarland Express. Tendr¨ªa que esperar a Duel para dispararse hacia el triunfo.
Nacido en el seno de una familia acomodada hace ahora 46 a?os, Steven Spielberg no tuvo m¨¢s problemas en su infancia que imponer su liderazago como jud¨ªo en un colegio mayoritariamente de gentiles. Gan¨® su primer mill¨®n de d¨®lares, y su segundo, su tercero, su cuarto y su quinto, en 1975, con s¨®lo 27 a?os, por su trabajo en Tibur¨®n. Desde entonces ha ido incrementando su fortuna de forma geo m¨¦trica hasta cantidades de las que dan ejemplo los 75 millones de d¨®lares ganados en los dos ¨²ltimos a?os.
Spielberg admite que en el rodaje de las dos ¨²ltimas cintas de la serie de Indiana Jones el m¨®vil fue el de ganar dinero, pero asegura que ¨¦se no ha sido el objetivo principal de su carrera. El objetivo principal de su carrera es su carrera misma, el placer de hacer cine, la obsesi¨®n "por la magia de sacar ideas de la imaginaci¨®n y plasmarlas a tres dimensiones".
"Mi deseo de hacer a la gente feliz comenz¨® en mi infancia", explica en una entrevista. "Cuando ten¨ªa ocho a?os me gustaba montar espect¨¢culos de marionetas. Hice mi primera pel¨ªcula para los boys scouts y tuve un gran ¨¦xito. Quiz¨¢ si hubiera tenido ¨¦xito con una pel¨ªcula en la que me hubieran elogiado el ¨¢ngulo de la c¨¢mara y todas esas cosas, mi cine hubiera sido diferente. O si hubiera hecho una historia sobre las dificultades de una pareja y su conflicto interior, hubiera sido Martin Scorsese. Pero no, hice una pel¨ªcula para los boys scouts, y les gust¨®. Y a m¨ª tambi¨¦n me gust¨® conseguir eso".
Spielberg se siente en la obligaci¨®n de justificar permanentemente su cine anterior. Habla de ¨¦l casi con verg¨¹enza. Es como si, despu¨¦s de Schindler, todo lo de antes hubiera sido producto de un director menor. Pero no lo es. No es despreciable, por poner un ejemplo, haber creado el extraterrestre m¨¢s maravilloso y entra?able que la imaginaci¨®n pudiera producir, y convertirlo en la pel¨ªcula m¨¢s rentable de toda la historia de la cinematografia.
Pero hoy Spielberg no lo ve as¨ª. Hoy Spielberg cuenta con cierta amargura que durante anos se sinti¨® esclavo del cine comercial, muy inferior frente a sus ¨ªdolos -Alfred Hitchcock y Orson Welles- y un poco acomplejado frente a sus actuales companeros. A ello contribuy¨®, sin duda, el fracaso de sus pel¨ªculas serias, El color p¨²rpura especialmente. Spielberg recuerda ahora que los cr¨ªticos le reprochaban sus incursiones en el cine serio y le condenaban permanentemente a lo que se llam¨® "el cine de Spielberg".
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