El tal¨®n de Achille
Berlusconi y Occhetto hacen un juego de espejos deformantes en su debate televisivo
ENVIADO ESPECIALLa campa?a electoral italiana se desarrolla como en un juego de espejos deformantes. Cada uno de los principales candidatos trata de desmentir con toda la convicci¨®n de que es capaz el curr¨ªculo que figura en su carn¨¦ de identidad pol¨ªtica. Silvio Berlusconi, l¨ªder de la formaci¨®n derechista Forza Italia, trata de demostrar que no es un pol¨ªtico, y Achille Occhetto, jefe del Partido de la Izquierda Democr¨¢tica, que ha mudado enteramente su antigua piel de comunista. As¨ª, en el debate celebrado anoche en los estudios de Tele 5, una de las cadenas de Berlusconi, el enfrentamiento entre el empresario, l¨ªder de la derecha, y el dirigente de los poscomunistas, pudo resultar de lo m¨¢s enga?oso.
Durante una buena primera mitad de los casi 90 minutos de careo sin cuartel que dur¨® el programa, el espectador ve¨ªa a un Berlusconi aparentemente a la defensiva, dejando con una sonrisa que el adversario se le echara encima, que Occhetto le interrumpiera una y otra vez, airado, que le reprochara sus presuntos contactos con la Mafia, sus quehaceres pretendidamente turbios con ¨¦stos y aqu¨¦llos. Pero, en realidad, el acosado podr¨ªa muy bien haber sido el acosador, y el insistente Occhetto el que se hubiera encontrado sin margen de maniobra, vi¨¦ndose obligado a reaccionar, entrando as¨ª en el terreno en el que mejor se maneja su adversario: el de las generalidades beat¨ªficas, el de la iluminaci¨®n de su rostro, con tantos quilates como la insignia que llevaba en la solapa, refulgente como una promesa cada vez que los focos del estudio se cruzaban con su brillo natural.
De exponer programas, poco, y eso es lo que quer¨ªa Il Cavaliere, como aqu¨ª se conoce universalmente a Berlusconi. De manera, que el perseguidor implacable pod¨ªa a la postre haber ca¨ªdo en una trampa cuidadosamente tendida durante los pasados d¨ªas de campa?a.
Insinuaciones
Todo empez¨® en estas ¨²ltimas jornadas con una serie de insinuaciones, acusaciones apenas sustanciadas, en las que el Partido Democr¨¢tico de la Izquierda (PDS) hab¨ªa ido dejando caer que si Berlusconi y la Mafia, que si el empresario tiene ya 350.000 votos sicilianos que la Onorevole Societ¨¢ puede acarrearle sin problemas, que si esto y lo otro. Y la gran explosi¨®n se produjo ayer mismo por la ma?ana, horas antes del debate. Por mandato de un juzgado calabr¨¦s se presentaba la polic¨ªa en la sede central de Forza Italia en Roma exigiendo las listas de miembros de los clubes del partido en todo el pa¨ªs, para cotejar y establecer conexiones non sanctas. La trampa estaba tendida, tanto si obedece a un celo casual de la Magistratura, como a algo m¨¢s sutil, a lo que Occhetto se refiri¨® vagamente en el debate: la intervenci¨®n de "alg¨²n servicio".
Berlusconi ten¨ªa ya el campo de juego que quer¨ªa: el de la v¨ªctima. Como aquel Ronald Reagan que en 1980, en un debate televisivo con m¨¢s de un punto de contacto con ¨¦ste, dec¨ªa con sonrisa paciente y educada: "Ya est¨¢ otra vez con lo mismo", refiri¨¦ndose a Jimmy Carter, un social dem¨®crata a la americana, como Occhetto se ha descubierto a s¨ª mismo que lo es en la nueva Italia. Berlusconi no ten¨ªa m¨¢s que repetir que los jueces son todos de izquierda, y que a tres d¨ªas de las elecciones del d¨®mingo, sus enemigos inventar¨ªan lo que fuera para tratar de impedir su triunfo.
S¨®lo en un breve instante Il Cavaliere pareci¨® tocado, balbuce¨® durante un par de segundos, sin saber qu¨¦ decir ante la pregunta de uno de los periodistas invitados en la sala, sobre qu¨¦ har¨ªa para sacar a Italia de la crisis si era elegido jefe del Gobierno. "Privatizar, privatizar", acert¨® finalmente a decir, ilumin¨¢ndosele la cara como si hubiera dado con un salvavidas en medio de aquella modesta tempestad.
Los dos candidatos no s¨®lo no se aman, sino que temen la victoria del otro y afirman, aparentemente en serio, en especial Berlusconi, cazacomunistas con denominaci¨®n de origen, que Italia va a ser peque?a para los dos si el otro gana. El infierno del Dante ser¨ªa poco dram¨¢tico como descripci¨®n del futuro, si el PDS pudiera formar Gobierno tras las votaciones de los d¨ªas 27 y 28; y ?pobre Italia! aseguraba Occhetto, si el potentado milan¨¦s tuviera un d¨ªa la potencia que da el control de las palancas del poder.
Econom¨ªa milagrosa'
?Ha resuelto algo el debate? ?Ha inclinado m¨¢s o menos la balanza de alg¨²n lado? El enfrentamiento, ¨¢spero, embarullado pugnaz, y en momentos col¨¦rico," no ha sido probablemente sustantivo. En la segunda parte, el hombre del PDS ha podido colocar algunos puntos de su programa, pero no ha sabido ridiculizar la econom¨ªa milagrosa que propugna su rival, y que se expresa con la simplicidad de las cuentas de la lechera: "Si hay en Italia cuatro millones de empresarios", dec¨ªa Berlusconi, "qu¨¦ menos que pensar que entre todos puedan crear un mill¨®n de empleos", si se les dan las privatizaciones y beneficios fiscales que, seg¨²n Il Cavaliere, precisan y reclaman.
La opini¨®n p¨²blica italiana, seg¨²n Umberto Eco, tan necesitada siempre de la figura de un padrone, puede asentir a la presencia lenificante, adormecedora, y, posiblemente, persuasiva del pol¨ªtico-empresario; o creer que la trampa t¨¢ctica en la que anoche supo hacer caer a su antagonista, es tan elemental como su mir¨ªfico programa.
Si lo que van a hacer la pr¨®xima semana es la II Rep¨²blica, habr¨¢ cuando menos motivos para preguntarse c¨®mo puede este debate, tanto trueno y tan poca tempestad, inaugurar una nueva ¨¦poca de la historia de Italia.
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