Asia pierde el respeto a Clinton
Washington no sabe qu¨¦ hacer para recuperar su influencia en el continente
En dos semanas de intensa actividad diplom¨¢tica en Asia, en las que se han combinado el fracaso de la visita a China del secretario de Estado norteamericano, Warren Christopher, con la crisis en la pen¨ªnsula de Corea, toda la pol¨ªtica de Estados Unidos en ese continente se ha visto peligrosamente descompuesta.De repente, todos los conflictos que la Administraci¨®n norteamericana tiene abiertos en Asia aparecen relacionados entre si, y la Casa Blanca trata desesperadamente de hacer coincidir las piezas del puzzle. La guerra comercial con Jap¨®n, los nuevos y fruct¨ªferos contactos de ese pa¨ªs con China, el papel fundamental que Pek¨ªn puede ejercer sobre Corea del Norte; todo cobra protagonismo en este gran reto en el que est¨¢ en juego el protagonismo norteamericano en la regi¨®n m¨¢s pr¨®spera y m¨¢s poblada del mundo.
"Estados Unidos tiene que entender de una vez qUe necesita crear en Asia una pol¨ªtica multilateral, tiene que crear una coalici¨®n fuerte con el mayor n¨²mero de pa¨ªses posibles", afirma Hyting Kook Kim, director del Centro de Estudios Asi¨¢ticos de Washington.
Aliados sin miedo
El Gobierno norteamericano se ve al mismo tiempo enfrentado al peligro de una guerra nuclear en la pen¨ªnsula de Corea, un grave rev¨¦s en las relaciones con China por culpa de la disputa sobre los derechos humanos y una estrat¨¦gica disputa econ¨®mica con Jap¨®n. Peor a¨²n, EE UU se enfrenta al hecho de que Asia adquiere un dinamismo propio sobre el que la pol¨ªtica norteamericana no es capaz de influir. Los elementos de esta encrucijada son los siguientes: -China ha perdido el miedo a la tradicional amenaza norteamericana de suspenderle el trato de naci¨®n comercialmente m¨¢s favorecida. El Gobierno de Pek¨ªn no tuvo inconveniente en hacerle un desplante a Christopher en su visita de la pasada semana, al advertirle que no acepta presiones sobre su pol¨ªtica de derechos humanos.
- Jap¨®n le da p¨²blicamente la raz¨®n a China en esa pol¨¦mica. El primer ministro Morihiro Hosokawa declar¨® d¨ªas despu¨¦s, tambi¨¦n en Pek¨ªn, que los pa¨ªses asi¨¢ticos no tienen por qu¨¦ importar la concepci¨®n occidental de los derechos humanos.
- China, con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, es un aliado imprescindible para que EE UU pueda imponer sanciones econ¨®micas a Corea del Norte.
- El concurso de Jap¨®n, que cuenta con una amplia comunidad coreana, es tambi¨¦n imprescindible para un bloqueo asi¨¢tico del r¨¦gimen norcoreano.
- China y Jap¨®n, casi al un¨ªsono, son abanderados de la resistencia asi¨¢tica a aceptar los criterios norteamericanos en la Asociaci¨®n de Pa¨ªses de Asia del Pac¨ªfico, una organizaci¨®n vital en la estrategia de penetraci¨®n econ¨®mica estadounidense en la regi¨®n de los tigres comerciales.
En resumen, Jap¨®n y China, enemigos tradicionales, han encontrado un terreno en com¨²n: la liberaci¨®n de la influencia norteamericana. Por supuesto, ¨¦sta es una liberaci¨®n matizada porque las exportaciones de China a Estados Unidos superan los 30.000 millones de d¨®lares al a?o, y las japonesas se aproximan a los 100.000 millones, pero ambos se sienten imprescindibles en la estrategia norteamericana.
El caso japon¨¦s en relaci¨®n con la crisis de Corea es menos grave, por cuanto el Gobierno nip¨®n tambi¨¦n se siente amenazado por el poder nuclear norcoreano, y respalda una pol¨ªtica de firmeza frente a ese r¨¦gimen comunista. Aunque ese apoyo est¨¢ condicionado a la presi¨®n de la comunidad coreana de Jap¨®n.
En China la situaci¨®n es mucho m¨¢s complicada: Es un viejo aliado de Corea del Norte -junto al que combati¨® en la guerra en esa pen¨ªnsula- y, tal vez, el ¨²nico pa¨ªs del mundo capaz de ejercer influencia sobre ese r¨¦gimen comunista, para el que Pek¨ªn es tambi¨¦n su fuente fundamental de petr¨®leo. Al mismo tiempo, China y EE UU est¨¢n en un momento de gran tensi¨®n bilateral, en el que Corea se convierte en un instrumento m¨¢s de presi¨®n. Por tanto: igual que Washington utiliza el estatuto de naci¨®n m¨¢s favorecida para obtener avances en derechos humanos, China puede utilizar la presi¨®n sobre Corea del Norte para obtener el trato de naci¨®n m¨¢s favorecida. Con lo que a Washington se le presenta un dilema: derechos humanos en China o armas nucleares en Corea del Norte.
Un nuevo orgullo
Esto se produce en un momento en el que, como demostr¨® la visita de Christopher, la relaci¨®n de Pek¨ªn con Washington ya no es la de aquel aliado silencioso que se absten¨ªa d¨®cilmente en el Consejo de Seguridad cuando el comercio con EE UU estaba de por medio. Hoy, por una lado, sabe que las empresas norteamericanas, interesadas en aquel mercado, presionan sobre la Casa Blanca tanto como el Gobierno chino para que se olviden las diferencias sobre derechos humanos. Por otro lado, como destaca el director del Centro de Estudios Asi¨¢ticos, "un nuevo sentimiento de orgullo y confianza ha invadido China".En este laberinto, en el que se cruzan intereses pol¨ªticos y econ¨®micos, Bill Clinton tiene que moverse, adem¨¢s, entre presiones muy diferentes dentro del Congreso, de su propia Administraci¨®n y de toda la sociedad: las de los nacionalistas, que piden dureza con Jap¨®n; los pragm¨¢ticos, que piden negocios con China; la Casa Blanca, que quiere potenciar los mercados asi¨¢ticos; los halcones, que exigen la defensa de la seguridad nacional a toda costa, y las palomas, que defienden a los maltratados disidentes chinos.
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