La m¨²sica latinoamericana de La Tolder¨ªa cumple 20 a?os
24 de marzo de 1974. En una cueva del Madrid de los Austrias, bajo el viaducto, se inauguraba La Tolder¨ªa, un local dedicado a la m¨²sica latinoamericana. La primera persona que entr¨® aquel d¨ªa en la cueva fue el periodista Jos¨¦ Luis Balb¨ªn. Eran tiempos oscuros. La dictadura agonizaba. La Tolder¨ªa se convirti¨® en gui?o clandestino y cobijo de resistentes. Mientras la polic¨ªa de todo el Estado buscaba a Santiago Carrillo, de quien se dec¨ªa que hab¨ªa entrado en Espa?a, un extra?o se?or con ostentosa peluca acud¨ªa al local frecuentemente y conspiraba a sus anchas. Tambi¨¦n visitaba la sala un joven abogado sevillano que se hac¨ªa llamar Isidoro, pero cuyo verdadero nombre se descubri¨® a?os m¨¢s tarde: Felipe Gonz¨¢lez.
Normas inalterables
All¨ª se hablaba mucho, pero todo el mundo callaba cuando alguien sal¨ªa a cantar. Junto a la barra, un cartel advert¨ªa: "Para evitar malos entendidos, en La Tolder¨ªa, durante las actuaciones, el silencio es tan importante como el aplauso". Veinte. a?os despu¨¦s, la norma se mantiene inalterable.El local fue creado por una paraguaya muy emprendedora, Shary Mendoza, y un m¨²sico valenciano trotamundos, Gonzalo Reig, que antes de formar parte de Los Calchakis hab¨ªa cantado durante cuatro a?os para Arist¨®teles Onassis en el yate Cristina. Shary y Gonzalo contin¨²an en la brecha y afirman con orgullo.: "Ahora que somos m¨¢s antiguos que la transici¨®n espa?ola, m¨¢s antiguos que la democracia espa?ola, por mucho que cambien las modas, procuraremos adaptarnos, pero nunca cambiaremos de modos". Efectivamente, la m¨²sica latinoamericana sigue sonando all¨ª como el primer d¨ªa.
Por La Tolder¨ªa han pasado, adem¨¢s de gran n¨²mero de actuales altos cargos y personalidades de la oposici¨®n, pr¨¢cticamente todos los m¨²sicos e intelectuales suramericanos que llegaban a Madrid. Algunos ya han desaparecido: Atahualpa Yupanqui, Chabuca Granda, Guadalupe Trigo, Julio Cort¨¢zar, Astor Piazzola.
Otros viven y siguen cultivando entra?able relaci¨®n con el local y sus gentes. Uno de ellos es el escritor Augusto Roa Bastos, que no ha podido acudir a la celebraci¨®n del vig¨¦simo aniversario, pero ha mandado un mensaje en el que hace votos porque alguna vez se pueda decir: "Este siglo feliz de Tolder¨ªa ha sido el. m¨¢s corto de todos".
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