Inocencia y revolucion

Pobre inocente, pobre soldado Woyceck de hace siglo y medio, aterrorizado por las ¨®rdenes, la disciplina, las burlas y la medicina (psiquiatrizado), que en 1821 asesin¨® a una mujer con la que ten¨ªa un hijo y que le enga?aba con su sargento. Pobre B¨¹chner, escritor y m¨¦dico, revolucionario, conspirador, enfrentado a la sociedad, que ten¨ªa ocho a?os cuando sucedi¨® el crimen, y lo dramatiz¨® tiempo despu¨¦s. Cierto que B¨¹chner explicaba el mal del asesino por su sociedad; cierto que hac¨ªa lo que ahora se llama reality show, pero para contar la crueldad, la explotaci¨®n, la maldad de los dominantes. Dej¨® unos manifiestos, una correspondencia amarga, un par de obras m¨¢s.En esta obra, poco escrita porque las pobres gentes tienen pocas palabras, se inaugur¨® lo que los analistas llamar¨ªan despu¨¦s "la est¨¦tica del fragmento", y una manera alemana de hacer teatro. La adaptaci¨®n libre de Carles Alfaro conserva la fragmentaci¨®n y se basa en ella, se?ala las frases clave, suprime alg¨²n fragmento (todo el final con el juicio y la ejecuci¨®n), dota a la narraci¨®n entrecortada de la angustia esc¨¦nica necesaria, unas veces descendiente del impresionismo alem¨¢n, por la negrura y la forma de iluminar; otras de su propia invenci¨®n, como la proyecci¨®n de fondo -un ojo, abierto o cerrado; una boca que se abre o grita en silencio-; y con media docena de actores bien adiestrados, entre los cuales Pep Ricart hace el lancinante soldado. Todo est¨¢ bien hecho, todo hace que el espectador acuda con su inter¨¦s a lo que est¨¢ pasando. Llevo viendo la obra unos cuarenta a?os: creo que ¨¦sta del Moma Teatre es una de las mejores. La creaci¨®n no le quita fuerza al texto: se la da.