Un diplom¨¢tico con dotes de Sherlock Holmes
El c¨®nsul espa?ol en T¨¢nger investig¨® durante a?o y medio la trama de venta ilegal de visados
"Soy un diplom¨¢tico, no un polic¨ªa", mantiene Pablo Bravo, c¨®nsul de Espa?a en T¨¢nger, despu¨¦s de acumular durante a?o y medio pruebas para deshacer una tupida red de venta de visados para entrar en la Comunidad Europea a trav¨¦s de nuestro pa¨ªs. Su labor ha concluido con el despido de ocho marroqu¨ªes con nacionalidad espa?ola contratados en el Consulado, cinco de los cuales han quedado presos, y tres en libertad provisional.Este diplom¨¢tico de 45 a?os, destinado en la ciudad norteafricana desde agosto de 1992, acababa de bajar del avi¨®n de Madrid cuando ya comenz¨® a recibir las primeras denuncias, rumores y an¨®nimos. Apuntaban a la existencia de una red dentro del propio Consulado dedicada a la venta de visados. El ambiente de trabajo no era ya agradable en aquel equipo de 30 personas.
El c¨®nsul efect¨²a entonces la primera de una interminable lista de consultas con Madrid. Las ¨®rdenes son concluyentes: su misi¨®n es s¨®lo la obtenci¨®n de pruebas. Y, solo ante el peligro, inicia la operaci¨®n. Adem¨¢s de intentar descubrir a los culpables, pone en marcha varias medidas para dificultar la obtenci¨®n fraudulenta. del permiso, lo que revierte en el encarecimiento de su precio en el mercado negro.
Las pruebas obtenidas le permiten conocer que la red funciona de dos formas: en general, se deniega el visado a ciudadanos marroqu¨ªes con los papeles en regla, que son rechazados por los contratados; a la salida del Consulado les asaltan unos individuos que les ofrecen una soluci¨®n si pagan lo necesario. En los casos m¨¢s dif¨ªciles, la red recibe un pasaporte y se encarga de conseguir el resto de los documentos. Todo T¨¢nger sab¨ªa que era posible obtener un visado previo pago; el ¨²nico problema era conseguir el dinero, una fortuna para algunas familias: entre 500 y 50.000 dirhams (de 8.000 a 800.000 pesetas).
Hace un a?o Pablo Bravo se entrevista con la Polic¨ªa marroqu¨ª. Est¨¢ convencido de que existe una red de intermediarios marroqu¨ªes que colabora con los contratados del Consulado. La polic¨ªa no reacciona. El c¨®nsul intenta frenar la actividad de los presuntamente implicados, pero se topa con un muro de silencio entre todos los contratados, que hacen alarde de riqueza y llaman la atenci¨®n en la colonia espa?ola, integrada por unas 2.000 personas. Finalmente, pone las pruebas conseguidas en manos del Ministerio de Asuntos Exteriores. Los inspectores llegan en enero y ven material suficiente para actuar. En febrero, dos altos funcionarios del ministerio se entrevistan con el personal de la oficina de visados (un oficial administrativo, nueve auxiliares y un subalterno). En principio, se intenta una salida no traum¨¢tica, pero los empleados se cierran en banda. No hay soluci¨®n. Ocho de los 11 integrantes de la oficina ser¨¢n despedidos por faltas muy graves de deslealtad y abuso de confianza. Dos de los presuntamente implicados intentan el 12 de marzo huir a Ceuta para escapar de la justicia marroqu¨ª, pero los aduaneros les obligan educadamente a volver atr¨¢s.
El 16 de marzo, el c¨®nsul se entrevista con todos los contratados que iban a ser despedidos y les comunica la decisi¨®n ministerial. Todos insisten en su inocencia y hablan de "manzanas podridas", de "justos y pecadores". Al d¨ªa siguiente son detenidos y conducidos a la comisar¨ªa. El 19 de marzo pasan a disposici¨®n del procurador del Rey -equivalente a fiscal-, quien ordena el ingreso en prisi¨®n de cinco de ellos y decreta la libertad provisional para otros tres. Ahora todos han comparecido ante el tribunal que les juzgar¨¢. All¨ª oir¨¢n, durante semanas, a un sinf¨ªn de magreb¨ªes, testigos de los cargos que se les imputan. Sin embargo, una parte esencial de este caso sigue envuelta en las sombras: la conexi¨®n marroqu¨ª.
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