Viena expone el arte totalitario del siglo XX
Una gran muestra re¨²ne por vez primera la est¨¦tica de Stafin, Mussolini y Hitler
La muestra Arte y dictadura, que exhibe las preferencias art¨ªsticas de I¨®sif Stalin, Benito Mussolini y Adolfo Hider, ha cambiadoestremecedoramente el rostro de Viena. Enel exterior del edificio de la K¨¹nsderhaus, donde el lunes se inici¨® la exhibici¨®n, cuelga una enorme reproducci¨®n del cuadro emblem¨¢tico de los nacionalsocialistas, Atletas, de Gerhard Keil, con cuatro j¨®venesgermanos rubios -de perfecta usculatura y ment¨®n cuadrado- que corren por la pista. Delante del museo, figuras masculinas en color negro muestran la utop¨ªa nazi y estalinista del hombre nuevo.
La exposici¨®n Arte y dictadura, que abarca la arquitectura, es cultura y pintura del nacional-socialismo alem¨¢n, el fascismo italiano y el comunismo sovi¨¦tico, re¨²ne 1.500 objetos, que en su mayor¨ªa estuvieron ocultos y olvidados durante d¨¦cadas en subterr¨¢neos de diferentes pa¨ªses europeos. Durante dos a?os, Jan Tabor, el director de la muestra, y un equipo internacional de especialistas se dedicaron a la dif¨ªcil b¨²squeda en toda Europa de obras de arte, "algunas de verdadero mal gusto y otras de ?ncre¨ªble perfecci¨®n". Entre las curiosidades que consiguieron llevar a Viena se encuentran 17 pinturas de la colecci¨®n privada de Adolfo Hitler, que jam¨¢s fue ron mostradas al p¨²blico y son propiedad del Ministerio de Finanzas alem¨¢n.
En el interior del museo se exhiben docenas de retratos, bustos y esculturas con las figuras de Hitler, Mussolini y Stalin, que adornaban obligatoriamente en su ¨¦poca las salas de colegios, universidades, organizaciones juveniles, cuarteles militares y f¨¢bricas. Entre cuadros de oportunistas serviles que lograron, sin embargo, plasmar la belleza y otros tan malos que llegan a ser interesantes, se exponen pinturas monumentales del f¨¹hrer alem¨¢n en la monta?a rodeado de ni?os con rizos dorados; o el colorido para¨ªso popular sovi¨¦tico con un sonriente Stalin acompa?ado de obreros y campesinos que trabajan alegremente; el retrato futurista del duce de Gerardo Dottori, o un enorme tapiz de Robin Christian Andersen con la esv¨¢stica. Tabor reconoce que la muestra podr¨ªa originar el turismo cultural de grupos de extrema derecha del continente, pero, seg¨²n ¨¦l, "no hay forma de evitar este peligro" y advierte que la ¨²nica prevenci¨®n habr¨ªa sido "no hacer la exhibici¨®n".
Arte y propaganda
Las diferencias y similitudes del arte al servicio del fascismo, el nazismo y el comunismo son mostradas conjuntamente por primera vez en la historia, "lo que permite nuevas posibilidades de investigaci¨®n comparativa", dice Tabor. En las tres dictaduras, el Estado se interes¨® como nunca por el arte como instrumento imprescindible y perfecto de propaganda para convencer a las masas. Todos los dictadores exig¨ªan por igual a sus artistas que sus caracter¨ªsticas fueran el fanatismo, el realismo, el gigantismo, el optimismo y la lealtad partidaria."El arte alem¨¢n es racista", asegura Tabor, "porque la utop¨ªa del hombre nuevo se basa en la raza n¨®rdica". El director de la muestra, que naci¨® en Checoslovaquia y sufri¨® durante a?os la represi¨®n comunista, asegura que ahora ha logrado "sellar la paz con el arte sovi¨¦tico". "Si se lo compara al alem¨¢n, son mucho m¨¢s humanistas. Cada vez que me veo enfrentado a una obra nazi me estremezco y la odio", dice. El arte italiano en la era de Mussolini era "m¨¢s secreto y misterioso", asegura Tabor, pero no puede evitar "el miedo" de reconocer que "los m¨¢s brutales fascistas eran capaces de crear cuadros po¨¦ticos".
El lunes, cuando se abri¨® la muestra, para muchos fue como revivir una aut¨¦ntica pesadilla. Los visitantes no pod¨ªan disimular su impresi¨®n de ver reunido un 70% de las obras m¨¢s representantivas de las peores dictaduras europeas de este siglo. Como verdaderos monstruos quedan fijados en la memoria los arquetipos aleg¨®ricos y artificiales de la ¨¦poca. Ah¨ª est¨¢n las im¨¢genes de la prol¨ªfica y ordenada ama de casa alemana, madre de la naci¨®n; el ni?o uniformado levantando su mano en el saludo fascista, y los campesinos y los obreros sovi¨¦ticos que cosechan de madrugada con la misma alegr¨ªa en sus rostros con la que asistir¨ªan a una fiesta popular. Son todas ellas im¨¢genes rescatadas del olvido voluntario que ahora se pueden contemplar como objetos que s¨®lo pertenecen al pasado.
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