Los d¨ªas contados
Estados Unidos estrecha el cerco en torno al fumador, la publicidad del tabaco y la industria del cigarrillo
Es la lucha final, o casi. La ofensiva antitabaco en Estados Unidos avanza posiciones en todos los frentes: la Administraci¨®n propone estrictas medidas que impidan fumar en los lugares de trabajo y valora la posibilidad de contemplar el tabaco que contenga nicotina como una adicci¨®n que caer¨ªa en la esfera de las drogas ilegales. La cajetilla de cigarrillos soportar¨¢ pronto un incremento impositivo que multiplicar¨¢ por cuatro o cinco el actual. En los kilom¨¦tricos pasillos del Pent¨¢gono no se ve ni una colilla. Est¨¢ prohibido fumar en los McDonald's y en la Casa Blanca, en los restaurantes de Los Angeles y en el edificio de la prensa de Washington. En el pa¨ªs que lanz¨® al mundo "el genuino sabor americano", fumar ser¨¢ pronto una actividad semiclandestina que estar¨¢ perseguida con multas y otras formas de presi¨®n social y laboral.La escalada es general -el sector p¨²blico y el privado, los Estados y los Ayuntamientos- y la maquinaria legislativa avanza sin piedad. El viernes de la pasada semana, d¨ªa negro para la industria tabaquera americana, el Departamento de Trabajo propuso nuevas reglas de juego para prohibir el tabaco en lugares que tengan m¨¢s de 10 empleados.
S¨®lo se permitir¨¢ fumar en zonas especialmente preparadas para ello, recintos bien ventilados y aislados, lo cual puede suponer de alguna manera un alivio para los fumadores -un 25% todav¨ªa de la poblaci¨®n adulta-, que hoy por hoy se ven obligados a salir a la calle para prender un cigarrillo.
Derecho al aire limpio
Se defender¨¢ adem¨¢s el derecho al aire limpio de cualquier empleado: nadie podr¨¢ ser obligado a trabajar en las zonas de fumadores de restaurantes, hoteles y otros establecimientos. "Podremos evitar miles de muertos por fallos cardiacos, c¨¢ncer de pulm¨®n y enfermedades respiratorias", se?al¨® el secretario de Trabajo, Robert Reich. Las autoridades sanitarias estiman que cada a?o mueren 419.000 norteamericanos a causa del tabaco.
Las propuestas -ya en vigor en los edificios oficiales y en varios Estados, como California y Vermont, y muy pronto en Maryland y Washington- se discutir¨¢n en los pr¨®ximos meses, sin que se descarten modificaciones. Cuando se aprueben definitivamente, habr¨¢ todav¨ªa un a?o para adaptar los centros de trabajo a las nuevas exigencias. La adaptaci¨®n costar¨¢ cientos de miles de millones de pesetas a las empresas, pero, seg¨²n Robert Reich, ahorrar¨¢ mucho m¨¢s en gastos, de salud y rendimiento laboral.
Para completar aquel viernes negro de la industria tabaquera, David Kessler, jefe de la Food and Drug Administration (FDA), organismo encargado de la relaci¨®n de los consumidores con la alimentaci¨®n y la medicina, declar¨® ante el subcomit¨¦ de Salud de la C¨¢mara de Representantes que se est¨¢ investigando la acusaci¨®n difundida por la cadena televisiva ABC de que las compa?¨ªas fabricantes imponen niveles de nicotina excesivamente altos en los cigarrillos para crear y mantener la adicci¨®n de los fumadores.
"La decisi¨®n de empezar a fumar es una opci¨®n personal", dijo David Kessler, "pero, despu¨¦s, la acci¨®n qu¨ªmica de la nicotina en el cerebro provoca un uso compulsivo del tabaco y la mayor¨ªa de los fumadores ya no son libres para dejar de fumar".
Dos tercios de los adultos que fuman, seg¨²n los datos que maneja Kessler, aseguran que querr¨ªan dejar el tabaco y ocho de cada diez adictos lamentan haber empezado a fumar.
La investigaci¨®n de la FDA es otro frente de una batalla particularmente intensa. El pasado jueves, la compa?¨ªa Philip Morris, la primera empresa mundial de tabaco, present¨® una querella multimillonaria contra la cadena de televisi¨®n ABC, que a finales de febrero lanz¨® la denuncia del mantenimiento artificial de los niveles de nicotina y de a?adir esta sustancia a los filtros.
La FDA trata de determinar si el tabaco con altas cantidades de nicotina es o no es una droga y si las compa?¨ªas tabaqueras utilizan la tecnolog¨ªa a su alcance para reducir al m¨ªnimo la nicotina. David Kessler no descart¨® que las decisiones que se tomen en el futuro supongan la ilegalizaci¨®n de los cigarrillos con nicotina, aunque reconoci¨® que la medida corre el riesgo de crear o fomentar un mercado negro.
Las empresas del tabaco, que llevan casi un mes viendo c¨®mo sus cotizaciones en Wall Street descienden sin parar, niegan las acusaciones y aseguran que los niveles de nicotina han descendido un 40% en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas. Pero es una lucha contra corriente. La coalici¨®n de los grupos contra el c¨¢ncer y la Administraci¨®n han conseguido sensibilizar a la opini¨®n p¨²blica de los riesgos del tabaco y del peligro que corren los fumadores pasivos. "El sentimiento antitabaco ha sido fomentado hasta tal punto que casi cualquier acusaci¨®n contra la industria es tenida por cierta, independientemente de que lo sea o no", se lament¨® Charles Whitley, portavoz del grupo de presi¨®n de las tabaqueras, ante el subcomit¨¦ de Salud de la C¨¢mara. "Cuanto m¨¢s espectacular y extravagante es la acusaci¨®n", a?adi¨® Whitley, "m¨¢s atenci¨®n recibe".
Una cuesti¨®n personal
En la guerra de la imagen y la capacidad de repercusi¨®n en la opini¨®n p¨²blica, la industria tabaquera norteamericana tiene otro problema en ciernes. La responsable de Salud del Gobierno de Clinton, Joycelin Elders, ha asumido como una cuesti¨®n personal la prohibici¨®n de la publicidad del tabaco, especialmente de la dirigida a los j¨®venes.
"Creo que no deber¨ªamos permitir que se anuncie un producto que, sabemos que es un veneno que causa la muerte", dijo a finales de enero Joycelin Elders al presentar a la opini¨®n p¨²blica el informe anual sobre tabaco y salud.
Sin embargo, las empresas, que ya desde hace 20 a?os tienen restringida la publicidad en radio y televisi¨®n, han desarrollado inteligentes estrategias de promoci¨®n -aventuras, viajes ex¨®ticos, apoyo a las expresiones art¨ªsticas y deportivas- que est¨¢n arrojando buenos resultados. En todo caso, la ofensiva contra la publicidad directa continuar¨¢.
Seg¨²n Elders, la industria lanza sus mensajes porque necesita reclutar cada d¨ªa a 3.000 nuevos fumadores -adolescentes y j¨®venes fundamentalmente- para poder mantener su volumen de negocios.
La presi¨®n fiscal
En el frente impositivo, los aires guerreros que soplan en Estados Unidos son m¨²sica f¨²nebre para el tabaco, que se enfrenta a una aut¨¦ntica amenaza a muy corto plazo. Un subcomit¨¦ del Congreso acaba de proponer una subida fiscal de 1,25 d¨®lares (unas 170 pesetas) por cajetilla, lo que supone un aumento de cinco veces la carga actual, para contribuir a financiar el plan de la reforma sanitaria.
Los trabajadores de. cultivos y f¨¢bricas de tabaco se echaron a la calle en Washington hace tres semanas para protestar por la anunciada subida de impuestos, que seg¨²n c¨¢lculos de las empresas pone en peligro 275.000 empleos.
En Virginia y Carolina del Norte, estos argumentos industriales son altamente eficaces, pero en el, resto del pa¨ªs el electorado apoya mayoritariamente y sin ambages a los congresistas o cargos p¨²blicos que proponen medidas estrictas contra el tabaco.
E Hillary Clinton, que prohibi¨® fumar en la Casa Blanca desde el d¨ªa en que tom¨® posesi¨®n y que est¨¢ al frente de la batalla de la reforma sanitaria, va a ser, sin duda, inflexible. Cuenta, adem¨¢s, con el pleno respaldo del presidente en el aumento de la presi¨®n fiscal sobre los fumadores.
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