Romper aguas
PODR?N DISCUTIRSE -y es obligado hacerlo, primero en el Consejo Nacional del Agua y despu¨¦s en el Parlamento- algunos o muchos de los aspectos del proyecto de Plan Hidrol¨®gico Nacional (PHN), pero ser¨¢ dif¨ªcil no mostrarse de acuerdo con los principios de equidad y de econom¨ªa que lo inspiran.El cambio de estrategia del Partido Popular frente a dicho plan -renunciar a su petici¨®n de retirada a cambio de incorporar determinadas modificaciones- responde a esta visi¨®n m¨¢s realista del problema. Un proyecto de la envergadura del PHN, que afecta a un bien estrat¨¦gico como el agua, debe aquilatar al m¨¢ximo sus medidas y propuestas, de modo que sirvan de manera efectiva a su objetivo fundamental: convertir el agua en un recurso uniforme y de calidad al servicio de un desarrollo econ¨®mico y social arm¨®nico del conjunto de la sociedad espa?ola. Y con mayor motivo cuando en torno al agua se mueven intereses de todo tipo, plenamente leg¨ªtimos unos y te?idos otros en demas¨ªa de rivalidad corporativa o de agravios de car¨¢cter regional.
Es l¨®gico e incluso deseable que el proyecto de PHN se modifique y se corrija cuantas veces sea necesario antes de que sea aprobado por el Parlamento. Las 1.143 propuestas presentadas al primer anteproyecto son un buen punto de partida para el debate. Adem¨¢s de constituir una clara muestra del inter¨¦s social que subyace en el tema del agua, estas propuestas contribuir¨¢n, sin duda, a perfilar m¨¢s los objetivos del PHN y a ampliar su base de aceptaci¨®n. En esta l¨ªnea se mueven las que proponen aplazar hasta despu¨¦s del a?o 2000 los grandes trasvases de las cuencas excedentarias a las deficitarias y realizar s¨®lo a corto plazo aquellos que son imprescindibles para satisfacer las necesidades urgentes de consumo industrial y humano en determinadas zonas. O las que reconsideran el n¨²mero de hect¨¢reas de regad¨ªo que deben ponerse en marcha al amparo del PHN.
Pero en un pa¨ªs como Espa?a, donde el agua es comparativamente m¨¢s barata y se derrocha como en ning¨²n otro de Europa, ning¨²n plan que pretenda racionalizar a medio o a largo plazo el uso de los recursos h¨ªdricos puede dejar de lado el ahorro. Las alegaciones al PNH no olvidan esta cuesti¨®n. Y adem¨¢s es un punto sobre el que existe un general consenso entre las administraciones p¨²blicas, usuarios, ecologistas y comunidades de regantes. En este sentido, la propuesta de poner un precio al agua seg¨²n su tipo de uso -independiente de las tarifas actuales, que s¨®lo amortizan el coste de su tratamiento y conducci¨®n-ser¨¢ un factor disuasorio para el despilfarro, al tiempo que un apoyo a h¨¢bitos de consumo racionales que no consideren el agua un bien tan gratuito y abundante como el aire.
Habr¨ªa que lamentar, sin embargo, que el debate sobre el PHN se eternizara y que un proyecto prometido por el Gobierno para la anterior legislatura quedara frustrado tambi¨¦n en la actual. Es decir, que, adem¨¢s de ajustar al m¨¢ximo las necesidades y objetivos de futuro en recursos h¨ªdricos (consumo y ahorro de agua, depuraci¨®n de aguas residuales, obras de infraestructura, redes de distribuci¨®n, relaci¨®n entre precios y costes), lo que urge es establecer un plazo razonable para que el proyecto de PHN entre en el Parlamento.
Este proyecto se encuentra desde el pasado lunes en el Consejo Nacional del Agua para ser dictaminado por dicho organismo consultivo. Ello parece dar a entender que este plazo ha comenzado a contar efectivamente. No es descartable, pues, que el proyecto llegue al Parlamento antes del verano y que pueda promulgarse como ley a finales de a?o. Rayar¨ªa en la irresponsabilidad que se pospusiera por m¨¢s tiempo el dise?o de un sistema de redistribuci¨®n y de aprovechamiento del agua que responda a los nuevos h¨¢bitos de consumo de los espa?oles, as¨ª como a la nueva situaci¨®n territorial y socioecon¨®mica alcanzada en Espa?a durante los ¨²ltimos lustros.
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