Alcohol de discoteca
UNA NI?A malague?a de 13 a?os termin¨® hace ocho d¨ªas inconsciente y sin pulso en el hospital B¨¢sico de Ronda. Sufr¨ªa un coma et¨ªlico despu¨¦s de visitar dos discotecas donde serv¨ªan, sin mayores escr¨²pulos, alcohol a colegiales. La conducta de los responsables de las citadas discotecas no s¨®lo incumple las normas administrativas sobre suministro de bebidas alcoh¨®licas. Es un atentado a la salud p¨²blica y, dig¨¢moslo claramente, una canallada. No fue el de M¨¢laga un caso aislado. El pasado mi¨¦rcoles, siete colegialas de Ponferrada tuvieron que ser ingresadas en un hospital tras haber recorrido un n¨²mero indeterminado de bodegas. Las siete sufr¨ªan coma et¨ªlico.Las personas menos responsables de estas tr¨¢gicas escenas fueron las v¨ªctimas, quienes s¨®lo hab¨ªan pretendido beber unos chupitos. Esa responsabilidad hay que buscarla en los due?os o encargados de las discotecas, bares o bodegas. Buscar negocio en la irresponsabilidad del cliente es inmoral. Mucho m¨¢s cuando este comercio sin escr¨²pulos produce graves secuelas f¨ªsicas. La respuesta administrativa y judicial no puede ser leve.
Pero, junto a la exigencia de una intervenci¨®n p¨²blica sin indulgencias, lo sucedido justifica que afloren reflexiones cuya reiteraci¨®n extenuante tiene sentido en la misma medida que la intoxicaci¨®n et¨ªlica de menores se repite. Sin aprovechar la circunstancia para lanzar anatemas sobre la bebida -el saber beber est¨¢ en nuestra propia cultura-, s¨ª que resulta preocupante que precisamente se haya perdido esta sabidur¨ªa. El consumo de alcohol est¨¢ falsamente adornado de connotaciones est¨²pidas. S¨ªmbolo de masculinidad para algunos, una peligrosa manera de lucir una mayor¨ªa de edad que no se tiene o, simplemente, alivio qu¨ªmico a unos pesares personales o sociales, casi nadie asocia el consumo sin medida del alcohol a la droga. Y deber¨ªa asociarse. El alcohol puede ser una droga muy da?ina por los males f¨ªsicos que provoca y por las conductas temerarias a que induce.
El alcoholismo es la tercera causa de mortalidad en Espa?a y un 50% de los accidentes de tr¨¢fico tiene como protagonista al un conductor ebrio. La exaltaci¨®n desmesurada de la fiesta, la juerga, lo l¨²dico que ha caracterizado a los ¨²ltimos tres lustros espa?oles y una malentendida cultura de la bebida han funcionado como tr¨¢gicos encubrimientos de la malignidad de cualquier abuso, y de ¨¦ste en particular. En algunos sectores de la poblaci¨®n no hay conciencia del peligro de esta droga y mas de uno ve como algo muy torero la abundancia, sin parang¨®n en Europa, de bares en Espa?a.
La conciencia individual sobre los peligros que conlleva el abuso del alcohol es necesaria, pero ninguna autoridad debe buscar excusas para actuar severamente cuando casos como el descrito ponen en evidencia la necesidad de ser vigilantes, educar a la ciudadan¨ªa y castigar a los comerciantes sin escr¨²pulos.
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