M¨¢s empleo, el mismo paro
LUIS GARRIDO y LUIS TOHARIALos autores de este art¨ªculo explican los problemas que tiene la Encuesta de Poblaci¨®n Activa (EPA) para medir el nivel de empleo y plantean propuestas para corregirlos
En unas declaraciones recientes, el presidente del Gobierno ha planteado qu¨¦ el empleo en Espa?a es superior en 700.000 personas al que estima la encuesta de poblaci¨®n activa (EPA). Puede que alguien haya deducido que la existencia de una mayor cantidad de ocupados supone una disminuci¨®n equivalente del n¨²mero deparados. En ese su puesto, la tasa de paro ser¨ªa sensiblemente inferior (en casi 7 puntos) a la que proporciona la EPA. Como se expondr¨¢ a continuaci¨®n, esa deducci¨®n es equivocada. Frente a la puesta en cuesti¨®n respecto a la fiabilidad de la EPA, los t¨¦cnicos del INE afirman que la calidad t¨¦cnica de la encuesta es muy elevada y as¨ª lo reconocen los expertos que la utilizan. Quienes esto escriben coinciden en esta apreciaci¨®n y lo han publicado en diversas ocasiones.
Esto no quiere decir que1a EPA est¨¦ exenta de problemas. Adem¨¢s de los propios de toda encuesta, sometida a los errores de muestreo y a los derivados de las informaciones equivocadas dadas por los encuestados (voluntaria o involuntariamente), uno de los problemas tradicionales de la EPA est¨¢ asociado con su deficiente estimaci¨®n de la estructura por edades de la poblaci¨®n.
La EPA se realiza tomando como referencia las secciones censales. Por un sistema en dos etapas de fijaron en su momento 3.144 secciones, en cada una de las cuales se entrevista cada trimestre a una media de 20 hogares, elegidos totalmente al azar. Partiendo de la poblaci¨®n de cada provincia y de su distribuci¨®n seg¨²n el tama?o de los municipios que la componen, se asigna a cada hogar un valor (llamado "factor de elevaci¨®n") que permite estimar cifras referidas al conjunto de la poblaci¨®n y obtener una imagen representativa de la situaci¨®n provincial.
Cada trimestre se renueva una sexta parte de la muestra, manteni¨¦ndose las mismas secciones. Cuando alguno de los nuevos hogares no puede ser entrevistado (por no encontrar a nadie en casa o porque se niegan a contestar) existe libertad para sustituirlo por cualquier otro de la secci¨®n. Por otra parte, cuando una familia (o una parte de ella) est¨¢ ausente durante dos trimestres consecutivos, sale de la muestra sin ser sustituida.
Ese sistema de sustituci¨®n parece que favorece que se elijan aquellos en los que es m¨¢s f¨¢cil encontrar a los ocupantes. Por ejemplo, los j¨®venes o adultos que viven solos, o las parejas sin hijos en las que ambos trabajan, son candidatos a ser sustituidos por familias con los padres mayores en las que es f¨¢cil encontrar a alguien en casa, as¨ª como por j¨®venes adultos (de, digamos, entre 25 y 35 a?os) que conviven con sus padres, muy posiblemente porque se encuentran en paro. De este modo, la poblaci¨®n EPA ha venido subestimando la cantidad de mujeres de 21 a 41 a?os de edad y la de hombres de 24 a 51 a?os, mientras que sobreestima la de m¨¢s de 55 a?os. Los primeros indicios de la diferencia con la poblaci¨®n censal fueron detectados en 1979 por el Grupo de Trabajo sobre Problemas del Empleo, formado en el seno del Ministerio de Econom¨ªa y Comercio. M¨¢s adelante, los estudios longitudinales de ocupaci¨®n, solter¨ªa y acceso a la vivienda (realizados, entre otros, por los autores, en colaboraci¨®n con Miguel Requena) pusieron de manifiesto algunos sesgos a los que estos desajustes dabanlugar.
La publicaci¨®n del avance del censo de 1991 ha permitido constatar la permanencia de estos problemas, al tiempo que ha abierto la posibilidad de realizar c¨¢lculos estimativos para corregirlos. Si se supone que los que no se entrevistan tienen un comportamiento laboral igual que el de sus sustitutos y se equilibra la poblaci¨®n por sexo y edad seg¨²n el censo, el resultado dar¨ªa 400.000 ocupados m¨¢s y 130.000 parados m¨¢s que los que estima la EPA del segundo trimestre de 1993.
Si.n embargo se sabe que entre los 20 y los 50 a?os est¨¢n menos representados aquellos que est¨¢n casados o son personas principales (cabezas de familia), y ¨¦stas son precisamente las edades y las situaciones en las que la ocupaci¨®n es mayor. Mientras, la cantidad real de poblaci¨®n entre los mayores cuyas situaciones son m¨¢s inactivas es menor que la estimada por la EPA.
Partiendo del supuesto de que los que se pierden (por sustituci¨®n o ausencias) son en su mayor¨ªa ocupados (90% de los varones y 80% de las mujeres), la ocupaci¨®n ser¨ªa 800.000 personas mayor que la de la EPA y ser¨ªa acorde con los datos procedentes de los registros de la Seguridad Social. Por otra parte, si adem¨¢s se piensa que las proporciones de parados j¨®venes est¨¢n sobreestimadas, por estar excesivamente representados los que conviven con sus padres, el n¨²mero de parados disminuir¨ªa en una cifra dif¨ªcil de determinar pero que, en una primera estimaci¨®n, podr¨ªa situarse en torno a las 150.000 personas. Con estos cambios, la tasa de paro disminuir¨ªa del 23,9% al 22%.
Por otra parte, como ya se ha indicado, este desajuste de la EPA no es nuevo. Ello implica que las variaciones del empleo y del paro a corto plazo no se ven afectadas por ¨¦l. S¨®lo a largo plazo se aprecian variaciones debidas al desajuste que son producidas por las diferencias de participaci¨®n de la mujer en el trabajo extradom¨¦stico. La fiabilidad de la EPA como indicador de la coyuntura del empleo y del paro, as¨ª como de la magnitud del paro, es adecuada.
Si esto es as¨ª, se plantean dos cuestiones en relaci¨®n con la extraordinaria entidad del paro. ?C¨®mo es posible que haya 3,7 millones de parados sin que se generen m¨¢s tensiones sociales? Es la eterna pregunta de los extranjeros recientemente reformulada por The Economist. La respuesta es doble: por una parte, la tasa de paro de los que coloquialmente se conocen por cabezas de familia es inferior al 13%; por otra, de los hogares en los que hay miembros econ¨®micamente activos, en el 11,5% est¨¢n todos parados, y de estos hogares m¨¢s de la mitad recibe alg¨²n tipo de prestaciones por desempleo. La incidencia social del paro es mucho menor de lo que sugiere la tasa del 23,9%, gracias a las familias y al sistema de protecci¨®n por desempleo.
La segunda cuesti¨®n se refiere al desempleo registrado por el Inem, que da cantidades de parados sensiblemente inferiores a las de la EPA. Por tratarse de cifras obtenidas a partir de un registro administrativo (que comporta derechos y obligaciones asociados a la inscripci¨®n), sus criterios son diferentes y menos fiables para la obtenci¨®n de un indicador general que los establecidos por encuesta como la EPA, por lo que no pueden compararse.
Las cifras de paro registrado, al publicarse mensualmente, son un buen indicador de la coyuntura inmediata, pero no resultan adecuadas para medir el volumen del paro, ni, mucho menos, para estimar la tasa de paro, sobre todo cuando se toma como referencia -como se suele hacer- la poblaci¨®n activa de la EPA, ya que no son datos conceptualmente homog¨¦neos.
En suma, se puede suponer que el empleo es sensiblemente superior al que estima la EPA, aunque ello no implica que la cantidad de parados sea menor en la misma cuant¨ªa. Aunque estos ajustes son relativamente reducidos, es obligaci¨®n del INE corregir sus causas. Pero no justifican descalificaciones globales de una encuesta que, adem¨¢s de proporcionarnos una idea fiable del volumen del paro, nos aporta una informaci¨®n detallada, valiosa y actual, y por ello insustituible, de la compleja y cambiante realidad de nuestra sociedad.
es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la UNED, y , catedr¨¢tico de Fundamentos del An¨¢lisis Econ¨®mico de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.