Ivan acab¨® con el gran atasco
El Barca s¨®lo pudo ganar con un gol a siete minutos del final
Iv¨¢n, un operario que va con el destornillador colgado del mono siguiendo la estela de los cascos blancos de los ingenieros, encontr¨® el interruptor del Camp Nou justo cuando los enemigos adivinaban la silueta de los azulgrana saliendo a gatas de su propia casa. El Rayo hab¨ªa dejado el estadio a oscuras. Un hecho sorprendente en un club plagado de videntes: el presidente se pasa cada d¨ªa analizando los porcentajes que tiene cada equipo de ganar la Liga, el entrenador vaticina cada viernes que el l¨ªder ceder¨¢, la hinchada vibra con el l¨²gubre transitar del Madrid y el vestuario conf¨ªa ciegamente en su suerte.Esta vez, sin embargo, parec¨ªa, de verdad, que no hab¨ªa salida. Fue, sin embargo, otra falsa alarma. El choque respondi¨® al gui¨®n de los ¨²ltimos partidos l¨²gubres del Bar?a. El cuadro de Cruyff ha aprendido a saldar sus trabajos m¨¢s opacos con goles tard¨ªos de sus fajadores. Los jornaleros del pa¨ªs mantienen a velocidad de crucero el barco que reflotaron los cerebros extranjeros (17 puntos de 18).
Romario andaba ayer de culo m¨¢s que de cara. Koeman ten¨ªa la mirilla de su zapato desviada. Y la cadera de Laudrup no enga?aba ni a Cota. Luego sali¨® Stoichkov y lo ¨²nico que hizo fue ganarse una tarjeta que le impedir¨¢ jugar el s¨¢bado en Las Gaunas. No les van a los artistas los partidos espesos. La suerte del campe¨®n es que a los rivales ¨¢speros los han pelado los obreros. Puede resultar pagano decir que en Santander se le apareci¨® la Virgen, y en L¨¦rida la Sant¨ªsima Trinidad. Pero el Barcelona ha flirteado con la muerte liguera.
El Rayo mont¨® un gran atasco en el Camp Nou. El colectivo de Vidal se hizo respetar ya de salida. Cruyff le cogi¨® miedo al rival, y se li¨® con la alineaci¨®n: sent¨® a Stoichkov, Sergi y Nadal y aparecieron dos arietes (Bakero y Romario), un media punta (Laudrup), dos carrileros (lv¨¢n y Goikoetxea), un medio centro (Guardiola), un auxiliar (Amor) y tres zagueros posicionales (Ferrer, Koeman y Eusebio).
La ofuscaci¨®n local contrast¨® con la clarividencia forastera. El Rayo mont¨® tres contraataques y los tres tuvieron un saldo inesperado: el primero acab¨® en penalti (Zubizarreta rechaz¨® el lanzamiento de Calder¨®n), el segundo en una bronca tremenda (reclamaron los forasteros que el portero azulgrana rechaz¨® el bal¨®n con la mano fuera del ¨¢rea) y la tercera supuso la expulsi¨®n de Rodr¨ªguez.
Jugar con uno menos no supuso, sin embargo, ninguna sentencia de muerte. Hasta que surgi¨® Iv¨¢n. El asturiano record¨® que los goles desde fuera del ¨¢rea tambi¨¦n son v¨¢lidos, aunque no sean a bal¨®n parado, y agarr¨® un disparo que acab¨® con la resistencia del rey del empate.
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