Del triunfo a la incertidumbre
Nicol¨¢s Redondo convirti¨® UGT en sindicato mayoritario en 18 a?os, pero lo abandona en una profunda crisis
El viernes 5 de julio de 1985, Nicol¨¢s Redondo se dispon¨ªa a subir en ascensor hasta la planta duod¨¦cima de la sede de UGT en Oviedo, donde pensaba ofrecer una conferencia de prensa. El elevador ascendi¨® tres pisos, cambi¨® s¨²bitamente de opini¨®n y comenz¨® a caer en picado.La angustia de Redondo fue compartida por Manuel Fern¨¢ndez Lito, que le acompa?aba aquel d¨ªa y que hoy aspira a ser su sucesor. Inesperadamente, y sin raz¨®n aparente, el ascensor se detuvo en la planta baja sin sufrir da?o alguno. Quiz¨¢ ninguno de los dos recuerde ese d¨ªa, pero la trayectoria de UGT, dirigida los ¨²ltimos 18 a?os por Redondo, guarda mucho parecido con aquel ascensor.
Redondo se hizo cargo del sindicato, socialista en 1976. La UGT a¨²n no es la primera central del pa¨ªs. CC OO, con el prestigio adquirido en la dura oposici¨®n al franquismo, gana en 1978 las primeras elecciones sindicales de la democracia. En los a?os siguientes, Redondo consigue sobrepasar a CC OO y eleva a UGT hasta la primera posici¨®n. El sindicato mantendr¨¢ la primera posici¨®n de manera indiscutible durante toda la d¨¦cada pasada, tras ganar las elecciones de 1982. Pero de repente, en los noventa, el declive parece haber mostrado las orejas.
El enfrentamiento interno y la explosi¨®n del esc¨¢ndalo de la cooperativa de viviendas PSV ' con m¨¢s de 20.000 afectados, llevan al sindicato a sus horas m¨¢s bajas. Hasta el punto de que, tanto fuera como dentro, se admite con pocas reservas que UGT perder¨ªa la primac¨ªa de celebrarse ahora unas elecciones sindicales.
Una ca¨ªda que resulta especialmente dolorosa para Redondo, quien no hace tanto parec¨ªa estar convencido del triunfo final. "Comisiones no tiene futuro; pronto s¨®lo quedar¨¢ la UGT", declaraba el a?o 1990. El extra?o suceso, dec¨ªa este peri¨®dico a prop¨®sito del amago de desplome del secretario general de UGT en Oviedo, sigue sin explicaci¨®n porque el examen posterior del cable del ascensor demostr¨® que no estaba roto..
Un examen en profundidad de UGT tambi¨¦n demostrar¨ªa que el sindicato socialista no est¨¢ roto, pero s¨ª exhausto por sus diferencias internas; desorientado tras, la escandalera de PSV y dolido tras ser crucificado en el monte del calvario, rodeado de promociones sociales de viviendas sin construir.
A sus 66 a?os, Nicol¨¢s Redondo, vasco, tozudo y honesto, uno de los s¨ªmbolos de la izquierda espa?ola de las ¨²ltimas d¨¦cadas, no puede dejar de asumir el estado de ¨¢nimo del sindicato cuya traves¨ªa ha timoneado tanto tiempo: est¨¢ tambi¨¦n exhausto, desorientado y dolido.
El sarpullido de la PSV, con todo, no parece suficiente para explicar la actual situaci¨®n de UGT. Las sucesivas transformaciones -desde correa de transmisi¨®n del PSOE hasta el enfrentamiento primero, y la ruptura despu¨¦s-, en las que el sindicato se ha ido dejando la piel, algo han tenido que ver. Modificar el rumbo del gigantesco buque que es la central sindical m¨¢s importante del pa¨ªs no se hace sin perder marineros por la borda o levantar un cierto oleaje.
Los a?os dorados
Los a?os de auge del sindicato, en los que se produce el sorpasso a CC OO, coinciden con la ¨¦poca dorada del partido socialista. 1982 representa la cima. Es el a?o del triunfo del socialismo, tanto en las elecciones sindicales como en las generales de octubre. A partir de ah¨ª, tan s¨®lo se pod¨ªa ir cuesta abajo.
La primera, en la frente. La pol¨ªtica econ¨®mica de Miguel Boyer, el responsable de Econom¨ªa del primer Gobierno socialista, hizo fruncir el ce?o a Redondo. Una actitud de disgusto que se agudizar¨ªa con Carlos Solchaga al frente del Ministerio. Los enfrentamientos se suceden a lo largo de tantos meses, a prop¨®sito de tantos temas: la jornada laboral de 40 horas, el salario m¨ªnimo de los j¨®venes, el refer¨¦ndum de la OTAN...
Para cuando UGT decide poner punto final a la relaci¨®n formal con el PSOE en 1990, tras a?os de alejamiento, Redondo, en dos gestos que refuerzan su coherencia, ya hab¨ªa dejado claro lo que pensaba de la pol¨ªtica del Ejecutivo.
El primero fue en 1985. Ese a?o romper¨ªa la disciplina de voto en el Congreso, donde era diputado por el PSOE desde la primera legislatura, en la votaci¨®n sobre la reforma de las pensiones. El a?o siguiente declarar¨ªa: "No soy el Pepito Grillo del socialismo espa?ol". Unos meses m¨¢s y renunciar¨ªa a su esca?o. El segundo gesto. Era 1987 y ya estaba todo dicho. Otro a?o m¨¢s, y la primera huelga general conjunta con CC OO contra el Gobierno socialistas sellar¨ªa sin remedio el divorcio con el PSOE. A¨²n habr¨ªan, de venir otras dos, en 1992 y 1994.
Su relaci¨®n personal con Felipe Gonz¨¢lez es el mejor term¨®metro de esta crisis. Las posturas forzadas y las caras largas en las ¨²ltimas fotos de ambos juntos, en alg¨²n encuentro en La Moncloa, han de recordarle a Redondo aquellos primeros meses del Gabinete socialista, cuando a ra¨ªz de unas semanas de intensas negociaciones declar¨® que pasaba m¨¢s tiempo con Felipe Gonz¨¢lez que con su mujer.
La ruptura con Gonz¨¢lez le cost¨® tambi¨¦n m¨¢s de un disgusto en casa. Aunque imprescindible para asegurar al sindicato un futuro, la decisi¨®n del sindicato de romper con el PSOE, cuyo principal te¨®rico fue Jos¨¦ Mar¨ªa Zufiaur, su mano derecha, le vali¨® feroces ataques.
Los insultos
Tambi¨¦n fueron feroces los que sufri¨® en 1976, cuando, a punto de hacerse cargo del sindicato, consigui¨® celebrar el congreso de aquel a?o en Madrid, desafiando al Gobierno de Arias Navarro de la ¨¦poca, en lugar de hacerlo en Bruselas, como hab¨ªan planeado los responsables hasta entonces.
El Gobierno se vio forzado a tolerar el c¨®nclave sindical. Algunos compa?eros, mientras, insultaban a Redondo llam¨¢ndole traidor por entregarse a los sindicatos verticales del franquismo.
Llamarle traidor. A Redondo, que ingres¨® en UGT y en las Juventudes Socialistas a los 18 a?os, en 1945, que fue detenido 14 veces por la dictadura franquista y desterrado a Las Hurdes (C¨¢ceres) en 1968. La misma miop¨ªa hist¨®rica y la misma brocha gorda de los que ahora intentan emborronar su imagen con los colores oscuros de PSV.
Lo cierto es que la crisis de las empresas de UGT ha sido un final triste, que le ha impedido marcharse con todos los honores. Tampoco logr¨® su sue?o de convertir la UGT en un gran sindicato de servicios, aunque dispuso del poder y del tiempo necesarios para lograrlo, tras resultar elegido secretario general en los sucesivos congresos de 1976, 1980, 1983, 1986 y 1990.
En cualquier caso, la ca¨ªda de su ascensor no pas¨® de la planta baja. Algo de lo que no puede estar seguro su sucesor. Desde el Pa¨ªs Vasco, donde ha prometido pasar su retiro leyendo, Redondo seguir¨¢ la trayectoria de una UGT desgarrada por las broncas y los navajazos que han marcado su sucesi¨®n, aplastada por la losa del esc¨¢ndalo PSV, amenazada por la quiebra financiera, y falta de un liderazgo indiscutido.
Asistir¨¢ tambi¨¦n a unos meses en los que, debilitada por sus problemas, UGT tendr¨¢ que luchar por no ceder su preeminencia en el campo sindical a CC OO. ?Caer¨¢ el sindicato socialista un par de pisos m¨¢s o lograr¨¢ subir de nuevo? No parece que Redondo vaya a disfrutar de un retiro libre de sobresaltos.
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