Una mirada lastrada por cuatro siglos
?Puede un espectador de fines del XX apreciar el esplendor original de una obra del siglo XVI?Lo que puede y hace un espectador del siglo XX es contemplar con ojos actuales un objeto lastrado por cuatro siglos de existencia; esto es: ve lo que queda de ¨¦l y lo dem¨¢s se lo imagina. Ahora que hasta los historiadores han comprendido que el pasado se fabrica, con m¨¢s o menos talento por parte del fabricante, es hora que tambi¨¦n los restauradores asuman cr¨ªticamente que hacen algo semejante con los objetos materiales puestos en sus manos.
Este estado de conciencia cr¨ªtica, responsable, probablemente les llevar¨ªa a preocuparse m¨¢s por lo que queda del objeto que por lo que se supone que fue su imaginado esplendor original, En definitiva, se tratar¨ªa de prolongar en las mejores condiciones la siempre fr¨¢gil existencia de un. objeto delicado, evitando a toda costa crear una especie de Frankenstein, en todo su esplendor.
Las obras maestras miguelangelescas del Vaticano -la Sixtina y el Juicio Final- han sufrido toda suerte de inclemencias caracter¨ªsticas del paso del tiempo; sin embargo, estos estragos no nos impidieron a generaciones de contempladores disfrutar de las mismas. Lo que entonces nos emocionaba era Miguel ?ngel velado por la suciedad; ahora, devuelto el imaginado esplendor, nos asombra Collalucci y qui¨¦n sabe si Miguel ?ngel. A la postre, la cuesti¨®n es preguntarse si es preferible un Miguel ?ngel sucio a un Collalucci limpio.
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