Casta
Genuino viene de gen y castizo viene de casta. En Madrid, ciudad de cien mil raleas, genuino y castizo son adjetivos casi siempre sospechosos. Madrid, capital abierta y mestiza, est¨¢ vacunada contra cualquier virus nacionalista. Hay un Madrid gallego, y un Madrid andaluz, y un Madrid vasco; una especie de tierra de nadie y de todos, una ciudad de tregua donde algunos for¨¢neos consiguen superar su esquizofrenia original y deshelar su coraz¨®n, afectado por el dilema machadiano que hiere a los espa?olitos que vienen al mundo desde la cuna.Cuando la Generalitat, la lehendekaridad, la Xunta o la Junta dicen Madrid como sin¨¦cdoque del poder central, los madrile?os, gobernados y administrados consuetudinariamente por gallegos, andaluces, vascos, extreme?os, c¨¢ntabros o castellanos, ni siquiera se molestan: est¨¢n hist¨®ricamente habituados a estos agravios. Son tolerantes con las peque?as y cotidianas traiciones familiares y est¨¢n dispuestos a comprender el porqu¨¦ de los denuestos de muchos de sus visitantes que, tras haber gozado y celebrado la hospitalidad madrile?a, de retorno a sus patrias reinciden en la ofensa y niegan tres veces el nombre de la ciudad que les acogi¨® sin recelos y' sin preguntas.
Piedra de toque de todos los conflictos, rompeolas y rompeleches de todas las Espa?as y de parte del extranjero, Madrid, ¨²nico y m¨²ltiple, sigue apechugando con las cr¨ªticas y agradeciendo discreta los raros elogios que sobre ella se escriben y se cantan. El nacionalismo madrile?o es chirigota de zarzuela, el chotis no es la sardana, la jota o la mu?eira. No hay folclor que sobreviva a tanto asfalto ni tradici¨®n que no se asfixie entre los escapes de los autom¨®viles. Ser madrile?o es vivir a la que salta, capear temporales, respirar por los resquicios, vivir al d¨ªa y sobrevivir al paso, gozando a veces de la precaria paz de alg¨²n remanso ins¨®lito, de un interregno en el tr¨¢fago insomne de esta ciudad tan maldita y tan nuestra.
Madrid no necesita gulas para descubrirse ante sus visitantes, pero haberlas haylas, de todos los colores y estilos, como la excelente, documentada, amena y abigarrada Gu¨ªa de Madrid para vascos, de Rafael Castellano, Madrid para "rojos y separatistas" que dir¨ªa Arzalluz. El Madrid, Madriz o Madrih de Castellano desvela los entresijos euskaros de una ciudad en la que, seg¨²n datos del autor, residen unos 200.000 vascos.
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