Modelo japon¨¦s
LA PRIMERA experiencia de renovaci¨®n pol¨ªtica japonesa ha concluido en un fiasco. El primer ministro Morihiro Hosokawa, jefe de una coalici¨®n que hab¨ªa planteado su mandato como una cruzada de apertura econ¨®mica y pol¨ªtica, ha dimitido, arrastrado por una serie de circunstancias de las que la m¨¢s visible es la acusaci¨®n de irregularidades financieras producidas con anterioridad a su llegada al Gobierno. Es decir, por razones muy similares a algunos de los vicios que afirmaba querer erradicar.La dimisi¨®n se debe a que el Partido Liberal Dem¨®crata (PLD), al que desplaz¨® del poder en julio pasado tras 38 a?os ininterrumpidos, hab¨ªa pasado al contraataque neg¨¢ndose a consentir con su voto la aprobaci¨®n del presupuesto antes de que Hosokawa diera cumplidas explicaciones sobre su pasada conducta.
El hecho viene a subrayar que el PLD se ha repuesto ya del trauma que supuso perder por una mayor¨ªa exigua, frente a una heterog¨¦nea oposici¨®n, las elecciones de julio. Hasta hace pocas semanas, el partido -del que procede el propio Hosokawa- parec¨ªa preferir una cura de reposo en la oposici¨®n, y en medio de grandes protestas de renovaci¨®n interior y limpieza de fondos no hab¨ªa hecho la vida especialmente dif¨ªcil al primer ministro, pese a que ¨¦ste no contaba con una mayor¨ªa absoluta que le permitiera gobernar con manos libres.
El plan ha cambiado cuando el PLD ha comprobado la debilidad del primer ministro y la oportunidad de mostrar al electorado que quien se presentaba como el se?or de la pureza tiene, al parecer, tantos esqueletos en el armario como el que m¨¢s.
En la situaci¨®n actual, la coalici¨®n de siete partidos que dirig¨ªa Hosokawa habr¨¢ de presentar a la C¨¢mara a su nuevo candidato renovador. Entre los nombres que se barajan figura el del ministro de Exteriores, Tsutsomo Hutu, tan tr¨¢nsfuga del PLD como el ex primer ministro e igual de dudosamente convincente como prototipo de hombre nuevo para el poder. Con la escasa conjunci¨®n de los siete partidos en el Gobierno -tres de nuevo cu?o escindidos del partido madre, los socialistas y algunos grupos menores- y la recuperaci¨®n de la agresividad por parte del PLD, no hay que descartar nuevas elecciones. La oposici¨®n puede mantener en cuarentena a cualquiera de los sucesores de Hosokawa forz¨¢ndole a ir a las urnas si ¨¦se es su prop¨®sito.
Pero no solamente estamos hablando de un problema interno. En la dimisi¨®n de Hosokawa tiene mucho que ver probablemente la situaci¨®n exterior, en la que las negociaciones con Estados Unidos para una mayor apertura del mercado japon¨¦s a los productos for¨¢neos no marchan bien.
El ex primer ministro estuvo muy gallito en Washington cuando se neg¨® a ceder a las presiones del presidente Clinton, pero de regreso a Tokio, hace unas semanas, trat¨® apresuradamente de complacer al hermano mayor preparando un plan de liberalizaci¨®n de las relaciones econ¨®micas. Ese plan no ha complacido a Washington y la tensi¨®n entre las dos naciones no ha cesado de aumentar, complicada con la amenaza norteamericana de aplicaci¨®n de sanciones comerciales. Hosokawa se encontraba, pues, entre dos frentes, sin poder complacer ni a unos ni a otros; cualquier liberalizaci¨®n parec¨ªa excesiva al complejo industrial japon¨¦s y muy poca a sus competidores extranjeros.
En esa tesitura, el primer ministro ha tirado la toalla. Todo ello muestra lo dif¨ªcil que va a ser cualquier movimiento de renovaci¨®n en un pa¨ªs tan hecho al corporativismo pol¨ªtico y econ¨®mico, igual de puertas para adentro que de puertas para afuera. Hosokawa es s¨®lo la primera v¨ªctima.
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