Traspaso de poderes en East Vineland Street
"Ahora te toca a ti aguantar la presi¨®n del n¨²mero uno", le dijo Ballesteros a Olaz¨¢bal
Con un toque de nostalgia en los ojos, Severiano Ballesteros miraba por televisi¨®n la en¨¦sima repetici¨®n de las im¨¢genes en las que Bernhard Langer ayudaba a Jos¨¦Mar¨ªa Olaz¨¢bal a ponerse la chaqueta verde despu¨¦s de ganar su primer Masters. Una melancol¨ªa mezclada con una gran alegr¨ªa. Once a?os atr¨¢s, ¨¦l, Ballesteros, era el protagonista de las im¨¢genes.El domingo por la noche, simplemente las ve¨ªa por televisi¨®n en casa del ganador. "Me he alegrado por Olaz¨¢bal y por m¨ª mismo", dec¨ªa Ballesteros, quien por la ma?ana hab¨ªa dejado una nota de ¨¢nimoy consejos en la taquilla donde se cambiaba de ropa el vasco. "Ahora yo no ser¨¦ el ¨²nico centro de atenci¨®n del golf espa?ol. Me quitar¨¦ de las espaldas una gran presi¨®n".
Con la victoria de Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal el pasado domingo, Espa?a se ha convertido en el ¨²nico pa¨ªs, junto a Estados Unidos, que ha ganado el Masters de Augusta con al menos dos jugadores diferentes. En Estados Unidos hay varios millones de licencias de golfistas. En Espa?a, 80.000.Un par de horas al menos se tir¨® Ballesteros esperando a que Olaz¨¢bal volviera a la casa que ten¨ªa alquilada en Augusta, East Vineland Street, la ¨²ltima semana. A las once de la noche por fin apareci¨® el triunfador: chaqueta verde, claro, y corbata amarilla con el emblema del Augusta National Golf Club. Llegaba de la cena con el presidente del club, el venerable Jack Stephens. Honor al campe¨®n.
Olazabal y Ballesteros se fundieron en un abrazo, con un fuerte batir de palmadas en las espaldas. Fue como un simb¨®lico traspaso de poderes. "Ahora te toca a t¨ª aguantar ser el n¨²mero uno. No sabes cu¨¢nto te cambia la vida ganando un grande", le dijo el c¨¢ntabro. Y el de Hondarribia les respondi¨®: "No, nos repartimos la carga".
Despu¨¦s llegaron los consejos pr¨¢cticos del veterano Ballesteros, 37 a?os, dos Masters y tres Open brit¨¢nicos, al joven Olaz¨¢bal (28 a?os, un Masters). "La chaqueta verde" le dijo Ballesteros, "te la llevas a casa y la enmarcas. Y luego, cuando vuelvas el pr¨®ximo a?o y te pregunten en el club por ella, te llevas la mano a la frente y dices 'mecachis, me la he dejado en Espa?a', y te hacen otra nueva".
Y se fue a dormir, no sin antes anunciar que en la cena de los campeones del pr¨®ximo a?o, en la que el ¨²ltimo ganador elige el men¨² para todos, ¨¦l dar¨ªa de comer merluza en salsa verde. Ayer por la ma?ana ya estaba de nuevo en danza: viaje a Par¨ªs donde desde el jueves disputar¨¢ el Open de Francia.
La jornada del domingo hab¨ªa sido muy larga. Olaz¨¢bal se levant¨® a las 9.15 -su partido comenzaba a las 14.30- y se dispuso a desayunar, pero no pudo. "No me bajaba la comida por la garganta", confes¨®. Mientras, su rival, Tom Leliman, acud¨ªa como invitado especial a la iglesia metodista de Augusta, donde dio una charla sobre c¨®mo hab¨ªa descubierto a Cristo.
M¨¢s laico, Olaz¨¢bal pase¨® un rato por el jard¨ªn pensando qu¨¦ ropa se pondr¨ªa. El primer d¨ªa, el jueves, hab¨ªa vestido un niqui blanco y un pantal¨®n negro: hizo 74 golpes, un mal recorrido y al d¨ªa siguiente sali¨® de luto riguroso, pantal¨®n y niqui negro -"reflejo de sus pensamientos sombr¨ªos", dicen sus amigos-; ese d¨ªa, el viernes, hizo 67 golpes, comprendi¨® que pod¨ªa ganar el Masters, y el s¨¢bado apareci¨® de claro -niqui blanco y chaleco b¨¦is-. Las dudas del domingo por la ma?ana respondieron m¨¢s a criterios est¨¦ticos: ten¨ªa que ponerse algo que pegara bien con el verde de la chaqueta. As¨ª ver¨ªa luego c¨®mo le sentaba bien ganar el Masters.
Una chaqueta a la medida
Una chaqueta, s¨ªmbolo del ganador del Masters, que no podr¨¢ usar el vasco para ligar en San Sebasti¨¢n. Su uso est¨¢ prohibido fuera de los l¨ªmites del Augusta National Golf Club. Una chaqueta que casi necesitar¨¢ un permiso oficial de las aduanas estadounidenses si Olaz¨¢bal quiere llev¨¢rsela a su casa para hacerse unas cuantas fotos con ella.Un privilegio de los ganadores, que ir¨¢ acompa?ado con una llave para entrar en el exclusivo vestuario de los campeones, donde una chapa dorada en una taquilla anunciar¨¢ por los siglos de los siglos que un chaval de Hondarribia tiene todo el derecho del mundo a entrar. Ser¨¢ el segundo espa?ol que lo pueda disfrutar, al lado de Severiano Ballesteros.
En honores, sin embargo, no quedar¨¢ la cosa. A Hondarribia, su pueblo natal, se llevar¨¢ unos cuantos recuerdos: un par de bandejas de cristal -una por cada eagle conseguido en los cuatro d¨ªas-, otra copa de cristal por haber hecho el viernes el mejor recorrido de la jornada, una medalla de oro y una reproducci¨®n del trofeo verdadero -una maqueta en plata de la casa club-. Y en el trofeo verdadero, en el que no sale nunca de Augusta, su nombre quedar¨¢ grabado para siempre.
Y por si eso no bastara, siempre hay un poco de dinero para acompa?ar los honores y la vitrina de trofeos. Los socios de Augusta desvelaron el domingo, como es su tradici¨®n: todo el ¨²ltimo d¨ªa para no desconcentrar a los jugadores con asuntos mundanos, el montante de los premios en met¨¢lico. Los organizadores se gastar¨¢n en ello dos millones de d¨®lares (unos 280 millones de pesetas). Olaz¨¢bal., como ganador, ingresar¨¢ en su cuenta corriente un cheque de 360.000 d¨®lares (unos 50 millones de pesetas) oficialmente, aunque podr¨¢. gastarse un poco menos: la Hacienda norteamericana le pegar¨¢ a cheque un pellizco del 30%, y en Espa?a, el fisco no se quedar¨¢ corto: el 56% de lo restante ser¨¢ para ellos. Una vez descontados los gastos, claro.
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