"Ruanda est¨¢ muerta, s¨®lo reinan los bandidos"
Los religiosos espa?oles repatriados, entre el deseo de volver y la preocupaci¨®n por los nativos
"No nos ha evacuado nadie. Nos evacuamos nosotros mismos con la ambulancia del hospital por que no llegaba nadie", dice medio sonriendo Mar¨ªa Victoria L¨®pez, una joven m¨¦dico de la organizaci¨®n M¨¦dicos Mundi que prestaba sus servicios en la localidad de Nemba, al noreste de Ruanda. Ella, junto a dos monjas espa?olas de las Hijas de la Caridad, y tres religiosos mercedarlos recorrieron la distancia que les separaba de la capital con una peligrosa compa?¨ªa: dos monjas ruandesas de la etnia tutsi. La hermana Carmen Pe?a Pulido, con 11 a?os de servicios en Ruanda, recuerda que "el viaje fue especialmente peligroso por la presencia de estas dos hermanas. Ha sido inexplicable porque en uno de los controles los soldados las vieron, registraron los equipajes, revisaron su documentaci¨®n y las dejaron pasar. Les dijimos que ven¨ªan a acompa?arnos al aeropuerto, pero es muy raro porque no las dejan salir del pa¨ªs. Los soldados quieren la muerte de los tutsis ", informa Jos¨¦ Mar¨ªa Pati?o.
Mientras estuvieron en Nemba, nadie les molest¨®. Los soldados se hab¨ªan ido d¨ªas antes para reforzar las defensas de Kigali ante el avance del Frente Patri¨®tico de Ruanda. Jos¨¦ Mu?oz Valdelomar, un misionero que trabaja en el hospital, rechaza que la diplomacia espa?ola no haya hecho nada por ellos: "All¨ª no ten¨ªamos tel¨¦fono, entonces, por mucho que quisieran hacer, era imposible". El martes, escucharon un mensaje a trav¨¦s de Radio Exterior de Espa?a en el que se aconsejaba a Mar¨ªa Victoria L¨®pez que saliera del pa¨ªs. Entonces fue cuando decidieron dejar el hospital y poner rumbo a Kigali.
Entretanto, el Gobierno belga. ha decretado tres d¨ªas de luto nacional en se?al de duelo por la muerte de los 10 cascos azules asesinados la semana pasada. Sus cad¨¢veres eran repatriados ayer por la ma?ana y el Gobierno en pleno acompa?¨® a los Reyes de B¨¦lgica en el funeral oficiado en el hospital militar Reina Astrid. El ministro de Asuntos Exteriores, Willy Claes, ha anunciado que los 430 cascos azules belgas dejar¨¢n cuanto antes Ruanda. A¨²n no hay calendario previsto, pero dejar¨¢n el pa¨ªs antes de que los 800 paracaidistas den por concluida su misi¨®n de evacuaci¨®n de los residentes occidentales.
Intranquilidad en Espa?a
Todos los misioneros que ayer llegaron a, Espa?a coincidieron en expresar dos sentimientos: el deseo de volver a Ruanda en cuanto la situaci¨®n se tranquilice y la preocupaci¨®n por la suerte que hayan podido correr los religiosos ruandeses. Acababan de aterrizar en el aeropuerto de Bilbao alas 13.20 y su ¨²nico pensamiento era regresar al infierno ruand¨¦s. "En cuanto podamos, volvemos. Seguro. Llevamos all¨¢ toda nuestra vida. Es m¨¢s, ya hab¨ªamos hecho los tr¨¢mites para obtener un visado y quedarnos tres meses en Burundi. Pero nos aconsejaron que volvi¨¦ramos a Espa?a porque Burundi es un fuego que est¨¢ ardiendo por debajo". Intranquilas por la suerte que hayan podido correr las cinco hermanas que a¨²n permanecen en el centro de Bureje, cuatro religiosas dominicas cruzaron ayer sus l¨¢grimas con familiares y amigos, informa Aitor Guenaga. "No sabemos nada de ellas. Tenemos la certeza, esa certeza que se siente por dentro, de que est¨¢n bien... nada m¨¢s", indic¨® acongojada la hermana Esperanza Cuesta. Sus corazones, sin embargo, no pod¨ªan despegarse del pa¨ªs donde algunas de ellas han pasado m¨¢s de 20 a?os.
Gracias a los franceses consiguieron huir de Kigali. "Ha habido muchas matanzas y la gente que se arriesgaba a ir al hospital para ser curada era rematada ah¨ª", resum¨ªa la religiosa Ana Jes¨²s Galar, una de las cuatro dominicas que, junto al padre de los Sagrados Corazones, Jos¨¦ Ram¨®n Osaba, y a la miembro del Instituto Vita et Pax, Mar¨ªa Victoria Ca?as, lleg¨® ayer a Euskadi procedente de Bruselas.
"Nos decidimos a partir cuando vimos que no pod¨ªamos solucionar el problema de nadie. Est¨¢bamos encerradas en nuestra casa... Sigue t¨²", dice Esperanza Cuesta, que ayer volvi¨® a Espa?a despu¨¦s de 20 a?os en Ruanda. Cuesta no ten¨ªa fuerzas para continuar y Galar tom¨® la palabra. "No pod¨ªamos salir a nuestros trabajos, tampoco pod¨ªamos hacer nada por la gente. Todo el pa¨ªs estaba como muerto, s¨®lo reinaban all¨¢ los bandidos. No hac¨ªan m¨¢s que saquear las casas. Todo el que acog¨ªa en su casa a tutsis estaba amenazado de muerte. Sab¨ªamos que para cuando llegara el Frente Patri¨®tico [Ruand¨¦s] aquello iba a terminar mucho peor".
Unas a otras se ayudaban para intentar revivir su experiencia: "Los grupos de gente empezaban a gritar y se lanzaban a una casa para desvalijarla. Arrancaban puertas, ventanas, era horrible. Vimos tambi¨¦n c¨®mo lleg¨® la guardia presidencial, se par¨® delante de nuestra casa buscando a alguien que no encontraron y empezaron a ametrallar la casa. Ha habido gente que ha muerto dentro de las iglesias por las granadas. Han llegado a incendiar una parroquia don 700 personas dentro".
Las hermanas ruandesas
Mar¨ªa Piedad Crousielles lleg¨® ayer a Madrid desde Bruselas junto a otras dos carmelitas, Carmen G¨®mez Garc¨ªa y Serafina Gil, la religiosa del Instituto Vita et Pax Mar¨ªa Nieves Cebolla y el sacerdote de los Sagrados Corazones Javier Anaut. Mar¨ªa Piedad cont¨®: "Digan ustedes ah¨ª en los peri¨®dicos que no se olviden de nuestras hermanas ruandesas; nosotras estamos a salvo, pero ellas pueden estar ya muertas...". Ellas son nueve religiosas carmelitas -cinco tutsis y cuatro hutus- que los soldados belgas, seg¨²n el testimonio de sor Mar¨ªa Piedad, se negaron a rescatar "para evitar represalias", informa Pablo Ordaz. Mar¨ªa Piedad cont¨® ayer c¨®mo los soldados, apostados en la entrada del hospital, seleccionaban a los heridos: "Si los que llegaban eran hutus, los dejaban pasar para que nosotros los cur¨¢semos; si eran tutsis, los mataban...". El sacerdote Javier Anaut a?adi¨® al testimonio de las religiosas: "Aquello es inhumano, b¨¢rbaro y primitivo; el domingo mataron a 700 ruandeses que ten¨ªamos alojados en nuestra misi¨®n".
"Lo que est¨¢ ocurriendo en Ruanda es espantoso. Creo que la prensa se queda corta". Teresa Canoves, hermana de la Congregaci¨®n de los Misioneros de los Sagrados Corazones, acert¨® a decir esas palabras cuando lleg¨® a primera hora de la tarde al aeropuerto de El Prat, en Barcelona, despu¨¦s de haber sido liberada por los cascos azules belgas. Teresa lleg¨® acompa?ada de otra religiosa, Mar¨ªa Luisa Riaga, de 57 a?os, de Navarra y del padre Jaume Roig, quien protagoniz¨® escenas de intenso dolor, informa Angels Pi?ol.
Las dos hermanas estaban destinadas en la parroquia de Rukara, en Kibugo: "El desgarro m¨¢s grande ha sido dejar a dos hermanas espa?olas y a otras cinco nativas", explic¨® Mar¨ªa Luisa quien desgran¨® c¨®mo la gente es asesinada con cuchillos, lanzas o flechas.
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