El son del desierto

Hay noches en que la visita a los escenarios de un int¨¦rprete y sus m¨²sicos se puede convertir en un inesperado viaje hacia otras latitudes muy lejanas. El tejano Flaco Jim¨¦nez, indiscutible figura de la m¨²sica tex-mex, ha conseguido la perfecta simbiosis de las tradiciones musicales que conviven en la l¨ªnea fronteriza que une el sur de Estados Unidos y M¨¦xico.La escueta banda que visit¨® anoche el escenario de la sala Aqualung, comenz¨® el concierto con graves problemas de sonido. Flaco Jim¨¦nez cort¨® el ritmo de su acorde¨®n para rega?ar a los t¨¦cnicos de sonido y, a partir de ah¨ª, surgi¨® por fin el baile y la frescura de una m¨²sica que s¨®lo pretende dar vida al p¨²blico, rompiendo la insoportable sensaci¨®n de distancia con que hab¨ªa comenzado la noche.

Flaco Jim¨¦nez fue el ¨²nico que aport¨® alguna que otra floritura musical a la velada. Su banda, compuesta por un bajo muy sencillo, una exquisita guitarra de diez cuerdas, que s¨®lo en escasos momentos se percib¨ªa y, una bater¨ªa manejada por David Jim¨¦nez, hijo de Flaco, consigui¨® el cl¨ªmax de fiesta a la antigua usanza de los pueblos con pasodobles, corridos, country y rock and roll de una forma indiscutiblemente artesanal que repas¨®, para satisfacer los deseos del p¨²blico, temas como La bamba, Lucille o Volver, volver.