Lo primero, el bien de Espa?a
Soy amigo de Mariano Rubio desde 1969. Juntos (y con tantos otros amigos que nada tienen que ver con "la gente guapa" de los malos periodistas y otros obsesos de la conspiraci¨®n permanente) emprendimos nobles tareas. Juntos trabajamos en la consolidaci¨®n del Servicio de Estudios del Banco de Espa?a. Juntos defendimos la racionalidad en la revista Espa?a Econ¨®mica, cuando Fraga era ministro de Informaci¨®n. Juntos luchamos, en la medida de nuestras fuerzas, por la restauraci¨®n de la democracia en Espa?a. Juntos hemos campeado por una misma visi¨®n liberal de la econom¨ªa. Nuestras divergencias tocaban a la Europa unida, al control monetario, a nuestras lealtades pol¨ªticas, altas cuestiones nacidas de nuestra preocupaci¨®n por el bien p¨²blico.Ahora mi amigo se encuentra bajo la vehemente sospecha de haberse beneficiado patrimonialmente de su cargo de gobernador del Banco de Espa?a e incluso de no haber declarado al fisco las plusval¨ªas de una operaci¨®n de Bolsa. Ante la Comisi¨®n de Econom¨ªa del Congreso declar¨® ayer no haber tenido noticia de tal operaci¨®n. Nuestra Constituci¨®n exige ue se suponga inocente a todo acusado hasta prueba de lo contrario. Pero si, contra toda esperanza, resultara cierta la acusaci¨®n, me habr¨¦ llevado una de las m¨¢s tristes decepciones de mi vida.
Ya en su d¨ªa fueron chocantes las maniobras financieras de quienes compraron Sistemas AF y la lanzaron a Bolsa. El se?or Soto, ex consejero delegado del Banco Hispano-Urquijo, obtiene para s¨ª y un grupo de amigos un cr¨¦dito del Urquijo de 1.400 millones de pesetas, con el que comprarle al banco AF Muebles de Oficina. Deb¨ªa de estar informado sobre el valor de esta sociedad. Toma la decisi¨®n de vend¨¦rsela Claudio Boada, reci¨¦n nombrado presidente del Hispano por Rubio, tras un intento fallido de colocar en ese lugar a Manuel de la Concha. Las personas que realizan la adquisici¨®n son el propio Soto, el s¨ªndico de la Bolsa (De la Concha) y parece que los entonces gobernador y subgobernador del Banco de Espa?a. Transformada la sociedad en AF Servicios Financieros, es lanzada a Bolsa por el despacho de De la Concha. Los poseedores de las acciones consiguen colocarlas a m¨¢s de cinco veces el valor al que las adquirieron. Esa operaci¨®n le cost¨® el cargo al entonces s¨ªndico de la Bolsa, Manuel de la Concha.
Ahora, el peri¨®dico El Mundo tendr¨ªa que demostrar ante los tribunales la veracidad de su acusaci¨®n de que el se?or Rubio particip¨® en la operaci¨®n con menos de cinco millones efectivos para acabar ganando m¨¢s de cien, y que lo hizo a escondidas del fisco.
De confirmarse tal corrupci¨®n, las consecuencias ser¨ªan grav¨ªsimas. El sistema capitalista se basa en tres reglas ¨¦ticas: respeto de la propiedad privada, cumplimiento de los contratos y abstenci¨®n de la violencia, la coacci¨®n y el enga?o. No nos extra?emos de que la gente sencilla confunda la libertad de mercado con la ley de la jungla si los guardianes del sistema olvidan estos principios b¨¢sicos.
La pol¨ªtica democr¨¢tica exige que los gobernantes se responsabilicen con su dimisi¨®n de irregularidades de las que no son culpables personalmente, pero que socavan la estabilidad constitucional. La confirmaci¨®n de estas sospechas contra quienes dirigieron el Banco de Espa?a, junto con la posible prevaricaci¨®n del anterior director de la Guardia Civil, hacen tambalearse en el concepto de los ciudadanos instituciones esenciales y exigen una reparaci¨®n. Ahora, lo primero es pensar en el bien de Espa?a.
Ha llegado la hora de la verdad: o los denunciantes pagan sus calumnias o los denunciados su corrupci¨®n.
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