El Bar?a exhibe su car¨¢cter ganador
Los azulgrana derrotan al Oporto y disputar¨¢n la final al Milan en Atenas
El Barcelona atrap¨® Atenas con la credencial que s¨®lo portan los equipos de naturaleza ganadora. El colectivo de Cruyff simplific¨® una semifinal europea en un espect¨¢culo relajante, incluso para el hincha m¨¢s cenizo, y en el mejor discurso de la victoria. O del arte de c¨®mo ganar. No tuvo nunca la contienda el car¨¢cter ¨¦pico que anunciaba el cartel.La sobriedad azulgrana dej¨® al Oporto en pelotas. No encontraron los forasteros la porter¨ªa contraria. Una vez desnudados en ataque, sintieron el bistur¨ª local en defensa. La plasticidad de los tres goles barcelonistas alumbr¨® el campo. Encontr¨® el grupo la clarividencia ofensiva de los que adivinan el futuro. Fue todo tan sencillo y efectivo como bello. No hubo ni una sola bala malgastada.
No desfallecieron ni un minuto los azulgrana. Mantuvieron siempre el mismo tono. La pulcritud con la que todos cumplieron su trabajo result¨® encantadora. Zubizarreta atrap¨® los tres balones que le alcanzaron. Ferrer marc¨® y rob¨®. Nadal le puso una camisa de fuerza a Kostadinov y anticip¨® su cabeza para largar el cuero. Sergi fue un cursor que abri¨® en canal la defensa forastera. Koeman y Guardiola leyeron el encuentro como los m¨²sicos otean la solfa. Bakero junt¨® a los de arriba con los de abajo. Amor e Iv¨¢n despu¨¦s barrieron la divisoria. Romario ejerci¨® de hombre diana. Begiristain explic¨® que es un jugador entre l¨ªneas. Y Stoichkov ajustici¨® al contrario.
El saldo result¨® acorde con la tarea: tres goles a favor, ninguno en contra y ni una sola tarjeta, pese a que hasta nueve jugadores estaban amenazados con quedarse en tierra y ver la final por televisi¨®n. Perfecto. Fue el Bar?a una m¨¢quina de matar. Sab¨ªa el plantel que una vez pisado el Camp Nou no ten¨ªa otra elecci¨®n que las nubes del Olimpo o el lodo de Hades. La diferencia entre ganar o perder era abismal, y la l¨®gica empujaba al equipo a la victoria. La trayectoria no admit¨ªa excusas: campe¨®n de su grupo, invicto, m¨¢ximo goleador y m¨ªnimo goleado. Tampoco la entidad del rival acompa?aba. Una ca¨ªda frente al Oporto no ten¨ªa cura. Los portugueses aparec¨ªan m¨¢s como el invitado perfecto para arruinar la fiesta que como el m¨¢ximo aspirante a ganar la Copa de Europa.
El presunto antijuego forastero anunciado por Cruyff result¨® un enga?o. El conjunto de Robson no se enter¨® del partido. Fueron los blanquiazules de arriba abajo del campo sin ton ni son. El Barcelona le dio un ritmo al bal¨®n que sac¨® al rival del campo. Guardaba el cuero, iba de pie a pie, y los forasteros detr¨¢s de ¨¦l. Pacientemente esperaban los azulgranas que el campo se aclarara con tanta velocidad de pelota, y cuando aparec¨ªa el hueco met¨ªan el bal¨®n hacia la carrera de Sergi o Stoichkov.
El b¨²lgaro le record¨® a Aloisio sus tiempos de lateral en el Camp Nou. Metido en la banda izquierda, el brasile?o nunca le vio la cara al azulgrana. Stoichkov aprovech¨® el desierto que se abr¨ªa entre Aloisio y Folha en la franja zurda portuguesa (Robson renunci¨® a un lateral marcador izquierdo como Rui Jorge) y remach¨® las dos carreras por el lado opuesto de Sergi. La forma en que el Barcelona dinamit¨® la defensa zonal portuguesa puso en entredicho el prestigio de Robson, un t¨¦cnico que al entender de Romario es tan buena persona como mal entrenador.
El brasile?o lleva ya siete jornadas sin salir de noche y, consecuentemente, sin marcar un gol. Inutilizado por la marca de Jorge Costa, el ariete estuvo listo, sin embargo, en la gestaci¨®n de los dos primeros tantos. Dos dianas que llegaron en los momentos en que se cuecen los partidos. Resuelta la contienda, el Barca adorn¨® su faena con detalles como el de forzar la expulsi¨®n del capit¨¢n Jo?o Pinto o el de marcar un tercer gol sin pasar del medio campo contrario. Koeman le puso el ep¨ªlogo al choque.
El Oporto cay¨® con el f¨²tbol con el que quer¨ªa derrumbar al Bar?a. El contragolpe azulgrana result¨® digno de un manual. La lucidez del colectivo de Cruyff se impuso de forma rotunda en un club muy pasional. Ha aprendido el equipo a jugar con cabeza. Es paciente cuando el partido requiere calma, agresivo si el rival toma el mando, y imparable cuando hay campo para correr. La ausencia de Laudrup, el mejor intermediario futbol¨ªstico en un campo, llev¨® el encuentro a un terreno m¨¢s directo en el que las jugadas se resolvieron en d¨¦cimas de segundo.
No existi¨® tiempo ayer para las dudas. El Bar?a respondi¨® desde el inicio al reto de alcanzar su segunda final de la Copa de Europa en tres a?os. No pudo, sin embargo, sacarse de encima ese talante deudor que tiene desde que lo pari¨® Cruyff. Lo ha ganado todo. Pero ahora se le pide que acabe con el mito de que el Milan es el mejor en el hogar de los Dioses.
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